"Las ideas son menos interesantes que los seres humanos que las inventan" FranÇois Truffaut

jueves, diciembre 23, 2004

Contra Amenábar

José Carlos Rodríguez argumentaba en su blog que Mar adentro le había parecido una gran película.

Por otra parte, Juan Palomo, en El cultural, denuncia la censura que se intentó ejercer sobre el programa Días de Cine.

Por si no teníamos bastante, esa película de cuyo nombre no quiero acordarme va más adentro todavía en su campaña de “no se te ocurra criticarme”. Que se lo digan si no a Gasset Dubois, todavía arrancándose la mordaza que TVE le puso en Venecia. Es lo que tienen las sinergias del poder: no sólo mando en mi prado, sino también en Prado del Rey. Les aseguro que jamás había sido empleada tal artillería para promocionar una película. Sospecho que las múltiples nominaciones a los Goya (le ha faltado el vestuario) son sólo el aperitivo a grandes conquistas en Hollywood. Así que ahora que nadie me mira, voy a decirlo alto y claro: la película es simplona, azucarada y conformista. Y me agarro los machos.
Afortunadamente, aunque Gasset sólo se refirió de manera subliminal, aunque caústica, a la película de Amenábar, el crítico Nando Salvá, una de las esperanzas del pensamiento crítico cinefilo en este país, se explayó a gusto con ella, calificando de vergüenza cinematográfica que le hubiesen dado el máximo galardón.

Como indiqué, a Alejandro Amenabar le parece que John Ford es un fascista, y que Alfred Hitchcock está sobrevalorado, así que no quiero ni pensar lo que le opina de Robert Bresson -aunque quizás no lo conozca, creo que suspendió alguna asignatura en la licenciatura, a lo mejor "Directores Fundamentales II"-

Bresson establecía una diferencia clave entre el "cine" y el "cinematógrafo". El primero sería una especie de remedo del teatro tradicional, con todos sus inconvenientes y ninguna de sus virtudes; estaría destinado a la taquilla fácil y al olvido inmediato. Por el contrario, el "cinematógrafo" sería la plasmación artística de la combinación de imágenes y sonidos que, en una dimensión nueva, alcanzase los valores estéticos de lo que se ha convertido en el Séptimo Arte.

Amenabar haría bien en seguir, como una penitencia semejante a lo que von Trier se inflinge con sus dogmas, los aforismos de Bresson sobre la distinción entre el "cine", esos fuegos de artificio, y el "cinematógrafo", que el francés escribió en lo que parece una premonición, pesimista, del éxito de Mar adentro (¡ojo al aforismo 8!). Aunque quizás prefiera, como buen director español "progresista", el oropel de los Oscar del tan denostado, como secretamente anhelado, Hollywood.

Los Diez aforismos de la Ley Bressoniana:


1.Las películas de cine son documentos de historiador para guardar en los archivos: cómo actuaba, en 19.., el señor X o la señorita Y.

2.El teatro fotografiado o cine requiere que un realizador o director haga actuar a unos actores y fotografíe a estos actores actuando, y que a continuación alinee las imágenes. Teatro bastardo al que le falta lo esencial del teatro: presencia material de actores vivos, acción directa del público sobre los actores. ... sin carecer de naturalidad, carecen de naturaleza. Chateaubriand.

3.Nada es más falso en un película que ese tono natural del teatro que remeda la via y calca sentimientos estudiados.

4.Película de cinematógrafo en la que la expresión se obtiene mediante relaciones de imágenes y sonidos, y no mediante mímica, gestos y entonaciones de voz (de actores o de no actores). Que no analiza ni explica. Que recompone.

5.Aplausos durante la película de X. La impresión “teatro”, irresistible.

6.Un conjunto de buenas imágenes puede ser detestable.

7.Nada de música de acompañamiento, de sostén o de refuerzo. Nada de música en absoluto.

8.Es significativo que esa película de X, rodada junto al mar, en una playa, exhale el olor característico del escenario.

9.Una imagen demasiada esperada (cliché) nunca paracerá precisa, aunque lo sea.

10.Actor. “El vaivén del personaje frente a su naturaleza” obliga al público a buscar el talento en su rostro, en lugar del enigma propio de todo ser viviente.


que como buenos diez mandamientos, se resumen en uno solo:

No rodar para ilustrar una tesis o para mostrar hombres y mujeres limitados a su apariencia externa, sino para descubrir la materia de la que están hechos. Alcanzar ese “corazón de corazón” que no se deja aferrar ni por la poesía, ni por la filosofía, ni por la dramaturgia.


Notas sobre el cinematógrafo. Robert Bresson.

Un libro imprescindible de un director único.

1 comentario:

Daniel Rodri­guez dijo...

Aquí tienes también la opinión del crítico Juan Orellana:

http://iglesia.libertaddigital.com/articulo.php/1276229416