"Las ideas son menos interesantes que los seres humanos que las inventan" FranÇois Truffaut

martes, diciembre 07, 2004

Mierda de artista

Octavio Paz celebraba a Marcel Duchamp, el mismo que ha sido votado como el artista más influyente del siglo. ¿Positiva o negativamente? No hay mucha distancia desde el de M.D. a la mierda de Manzoni .

Carmelo Jodrá lo interpretaba como un triunfo de la visión liberal, en esta ocasión aplicada al arte. Permítaseme discrepar. En realidad es todo lo contrario: una visión hitleriana de la voluntad entendida como creadora de mundos sin ninguna sujeción a los límites del conocimiento y de la realidad. Y considerar, como lo hacen la mayor parte de los mandarines del mundo putrefacto de los museos y el circo de las artes plásticas, que detrás del urinario duchampiano hay un "desafío intelectual" y una "reflexión teórica" más allá de las simples emociones movería a risa sino fuera porque ha llevado a gran parte de la producción artística a lo que Arthur Danto ha denominado "la muerte del arte". Que debería ser llamada con más propiedad la muerte de "cierto" arte.

No es muy conocido, no se suele publicitar mucho, que el mejor conocedor de la obra de Duchamp, el poeta Octavio Paz, consideraba que los gestos artísticos del francés sólo tenían valor en cuanto que eran realizados por él. Es decir, que después de Duchamp sólo podría haber silencio (y no de 4 minutos y 33 segundos, sino eterno). El propio Duchamp fue coherente consigo mismo y se refugió en el mutismo durante gran parte de su vida, sólo interrumpido para vituperar contra los que decían sus discípulos, a los que consideraba como meros estafadores.

Si Picasso es un revolucionario, Duchamp es un terrorista nihilista. La obra de Rudolf Herz que muestra los rostros alternos de Hitler y Duchamp con la idea de denigrar a Hitler ha conseguido reflejar, de manera involuntaria me temo, la dualidad escondida en Duchamp que, como Hitler, a la vez un ganster y un payaso.

Los duchampianos insultaban al viejo Picasso, al artista acabado y chocho que obsesivamente se enfrentó en sus últimos años a recrear las grandes obras maestras del pasado, volviendo a pintar una y otra vez Las Meninas o a Renoir. Absurdo, éstúpido -¿qué sentido tiene enfrentarse a la tradición?- decían los que hacían de no tener reglas su única regla. Como posteriormente mayo del 68 Duchamp confundió la inexistencia de reglas, de leyes, de criterios, de jerarquías en sinónimo de la libertad absoluta. Una libertad absoluta que es la del niño, del inconsciente irresponsable, del anarquista que anhela la paz y la libertad, sí, pero de los cementerios.

Ahora que Duchamp ha sido coronado como el Ubú Rey, ¿quién se atreverá a decir que el rey va desnudo? Ahora que el gramo de mierda de artista se cotiza más caro que el oro (cada gramo de Artist's shit le costó a la Tate (el MOMA y el Pompidou también son afortunados poseedores) 745 libras, bastante más que las 550 que costaba en ese instante el kilate de oro) ¿habrá que crear un mercado de futuros de excrementos? El arte muerto apesta, pero cuesta lo suyo...

Intentemos razonar por analogía. Los enemigos de la libertad de mercado suelen aducir que es inmoral-ilegítima-ilegal porque en el mercado reina la "ley de la selva", es decir, que no existen reglas que regulen la actividad económica. Cualquier liberal sabe que eso no es cierto, ya que el mercado es una "máquina" compleja y sutil que debe ser perfectamente regulada para que en ella triunfe la libertad. Sus enemigos son numerosos y van desde los capitalistas que sueñan con el monopolio perfecto hasta los comunistas con sus pretensiones de Estado Total pasando por los anarquistas y su utopía antisocial y kaótica.

Duchamp, frente a Picasso, sería el anarquista destructor de cualquier orden artístico, con lo que ha conseguido que reine la Konfusión y el Kaos (KK). Comprendo que los anarquistas, y en general los partidarios de la ley de la selva estén contentos con este último reducto de la demagogia liberticida.

Pero si el arte no está definitivamente muerto es precisamente gracias a una de sus manifestaciones más tardías, y por tanto más joven y vigorosa: el cinematógrafo, que ha sabido resistir los cantos de sirena del absurdo en el que narcisistamente se han instalado las artes plásticas, y siendo fiel a su tradición narrativa continúa ofreciendo un discurso lleno de sentido, organización y complejidad, incluso (sobre todo) en su vanguardia: WKW, David Lynch o David Cronenberg.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Tal vez debería haber replicado en la bitácora de Carmelo, tal vez me harta algo discutir en ciertos temas, pero ya que me das la oportunidad de disentir diciendo que estoy de acuerdo con alguien, pues lo hago.

De hecho me parece un poco antiliberal decir, como Carmelo, que Duchamp ha conseguido que sea el artista el que determina qué es arte y qué no lo es. Mejor dicho, no me parece antiliberal decirlo sino lo que ha hecho Duchamp o lo que ha pretendido. No sé qué tiene el artista que no tenga cualquiera en cuanto a la definición de arte. A mi entender hay algo en el arte que se descubre al espectador mediante el talento del artista.

El urinario no me produce ninguna sensación más allá que la curiosidad por la firma. Esa curiosidad puede ser lo que pretende el artista, pero me parece poco, sinceramente, para catalogarlo como algo exquisito. Además, no soy el único al que no le produce ninguna sensación, a los críticos que lo han elegido les pasa exactamente igual, aparentemente han votado a Duchamp por esa racionalización. Se han metido esos críticos a intelectuales y han perdido la referencia del descubrimiento artístico.

La mierda de artista sí me produce sensaciones (no son agradables, aunque eso daría igual en principio) pero por el contexto. Pero la obra por la importancia del contexto no puede ser arte y si lo es no hace falta el artista para nada, se basta solita una persona sensible para encontrar sensaciones en la vida corriente.

Sin embargo, la "mierda de artista" no sé si ha fracasado porque, por lo que tengo entendido y corrígeme si me equivoco, no pretendía ser una obra de arte sino una manera de ridiculizar a los comerciantes de arte y a los críticos. Lo que fracasa con esa obra es cierta concepción del arte, en efecto.

Dodgson.

Pascual González dijo...

A mi juicio, con autores como Duchamp o Warhol se ha producido una enorme paradoja. Su propuesta tiene que ver con sustituir la primacía del gran arte y al gran artista (tradición a la que Picasso pertenece) por la experiencia estética que podemos encontrar acada paso en lo trivial, en objetos y obras que, desprovistos de "aura", son desechables y efímeros como todo lo que es trivial y cotidiano. La paradoja a la que me regiero reside, justamente, en que a pesar de proclamas como la de los "quince minutos de gloria" de los que hablaba Warhol o de la reivindicación de cualquier objeto como generador de experiencia estética, que es la propuesta de Duchamp, tanto su urinario como las cajasde Brillo han generado toda una mitología sobre ellos y sus autores. El mito Warhol, así, hace muchísimo que sobrepasó los quince minutos de duración. Al final, lo hayan pretendido ellos o no, Duchamp o Warhol (o Linchestein u Oldenburg) se han convertido ellos mismos en artistas consagrados, en mitos. O sea, justamente en aquello contralo que se rebelaron. El problema a mi juicio no está tanto en la gamberrada más o menos simpática --pero necesariamente efímera-- delurinario, sino en su paradójica canonización.
Un saludo y ánimo con tu blog. Me parece una idea estupenda.

Anónimo dijo...

El arte no existe porque todo será destruido. PAZ.