"Las ideas son menos interesantes que los seres humanos que las inventan" FranÇois Truffaut

lunes, noviembre 29, 2004

El desafío fundamentalista

Un cineasta ha sido asesinado. Theo van Gogh , descendiente del genial pintor, fue brutalmente acuchillado y tiroteado en pleno Amsterdam, según un ritual religioso. El fundamentalismo islamista golpea de nuevo, siguiendo un macabro criterio.

Theo van Gogh era un director de cine caústico, crítico e independiente. Hacía de la risa un instrumento de desvelamiento de la opresión y la estupidez. Se había enfrentado al Estado holandés, a la UE, a las iglesias católica y protestante, a partidos de izquierda y derecha. Pero Submission se topó con los seguidores más fanáticos de Alá y su profeta. Uno de los significados del término "Islám" es sumisión, obediencia ciega a un texto considerado sagrado: el Corán.

Más allá de la calidad cinematográfica de la obra de van Gogh, y de este corto en particular, el simbolismo de este crimen adquiere un peso inusitado. En Visions of Europe diversos cineastas, hasta 25, mostraban aspectos de la realidad europea desde su punto de vista. Muchos de ellos eran críticos, sardónicos e hirientes, con la religión cristiana y sus instituciones. Ni uno solo se atrevía mofarse de los musulmanes. La muerte de van Gogh marca una amenaza siniestra sobre los artistas e intelectuales europeos, los que usan la libertad de expresión como forma de crear espacio ciudadano: "¡ojo, cuidado, hay una zona en la que no os debeis aventurar!. Vuestra vida está en peligro. Con Alá, con Mahoma, con el Corán no se juega". Alá, Mahoma, el Corán están, para los fanáticos, más allá de cualquier crítica, comentario, burla, que se consideraran, ipso facto, blasfemias. El mundo civilizado puede ser definido como el lugar en el que incluso la blasfemia es posible.

Después de Salman Rushdie, van Gogh ha vuelto a poner en el primer plano de actualidad el desafío que el fundamentalismo islamista representa para nuestras sociedades libres y democráticas, civilizadas en suma. Cuando Kant escribió La religión dentro de los límites de la razón natural estaba pensando fundamentalmente en el cristianismo. Es hora de empezar a aplicar los criterios racionales de la Ilustración a otras religiones que quieran establecerse en Europa. Serán bienvenidos, siempre y cuando asimilen e incorporen en sus cosmovisiones religiosas los principios de la libertad, la igualdad y la fraternidad sobre las que se basa la civilización. A secas

PD. Ayaan Hirsi Ali, somalí de nacimiento, co-guionista de Sumisión, parlamentaria liberal en el Parlamento holandés, sigue amenazada de muerte.



viernes, noviembre 26, 2004

Es la economía, estúpido

Europa está en decadencia. Política, económica y cultural. El centro del mundo se está desplazando del Atlántico al Pacífico. De los tres grandes bloques comerciales, EEUU-Méjico-Canada, China-India-Japón y UE, somos nosotros los que estamos estancados.

Un síntoma de esa decadencia es la producción cinematográfica. El idealismo romántico, decadente e impotente, se ha apoderado de los cineastas europeos. La fuga de cerebros ya no sólo afecta a los laboratorios de Física sino también a los platós cinematográficos. Son los EE.UU. los que recrean la guerra de Troya, los que nos cuentan cómo fue el Imperio Romano, en suma, los que escriben nuestra propia historia.

La culpa reside en la incompentencia y la ignorancia de los cineastas europeos, un colectivo de analfabetos funcionales instalados en unos conocimientos caducos.

Un ejemplo de lo contrario: Santiago Pozo. ¿Quién diablos es este tipo? Alguien que tiene la ideas cinematográficas claras: "Nuestra división de producción y distribución adquiere tres tipos de productos audiovisuales que responden, en primer lugar, a la demanda de las grandes masas de latinos que desean ver filme de género muy comerciales y populares... También trabajamos el cine de autor, de prestigio, para un mercado muy especializado... y, por último, una combinación de ambos" El problema, claro, es que este español no trabaja en España, Europa, sino en Hollywood.

Santiago Pozo comprende la simbiosis entre industria y arte, en la que la demanda de un público no dirigible, porque sabe tanto como las presuntas élites, es la que manda. Sin embargo, los cineastas españoles, y en general los europeos, sólo saben lloriquear ante el Estado, nacional o comunitario, en busca de subvenciones con las que realizar un tipo de cine domesticado y de espaldas al público.

Si los europeos no consiguen alcanzar pronto una mínina ilustración económica, superando los prejuicios de casta privilegiada contra la economía de mercado, el cine, y toda la producción cultural, no podrá sobrevivir.

jueves, noviembre 25, 2004

Rebeldes subvencionados

Se ha estrenado en cines el collage de cortos políticos Hay motivo . Treinta y dos artistas decidieron en vísperas de las elecciones generales de marzo de 2004 expresar su punto de vista sobre diversos problemas que, a su modo de ver, acontecen en España. Podían haber elegido la forma de manifiesto publicado en un periódico, la elaboración de un libro, la organización de una manifestación...

El resultado de la unión de los esfuerzos individuales ha sido una cinta constituida por diversos retazos, de distintas calidades y texturas. Aunque con más o menos intensidad, hay una línea que une a todos ellos: una visión crítica, ácida hasta la corrosión, contra el gobierno del PP, y de Aznar en particular, que aparece como el Gran Satán al lado del cual otros secuaces se agitan por salir en la foto, de Rajoy a Bush, pasando naturalmente por Fraga. Aznalcollar se da la mano con el Prestige, mientras que el accidente del Yak-42 acompaña al guiñol político de la Asamblea de Madrid o los drogadictos de las Barranquillas se codean con Pilar Bardem actuando según un guión de JuanJo Millás.

En España, ya se sabe, no hay artistas de derechas. Todos son de izquierdas, modernos, solidarios, comprometidos, más previsibles que un streaptease. Y apocalípticos. Alguien que no conociese España y viese Hay motivo llegaría a la conclusión, tantos y tan honestos no pueden equivocarse, que el país estaba gobernado por una banda de terroristas fascistas que han alcanzado el poder, sí, por medios democráticos pero, como dice algún entrevistado, eso no es suficiente para ser considerados demócratas...

Llevados por el principio de que una imagen destruye más que mil palabras, el panfleto Hay motivo adelantó lo que iba a ser el carácter específico de la campaña electoral: la manipulación mediática llevada hasta sus últimas consecuencias por todas las partes implicadas.

Haciendo una extrapolación al cine español en general, Hay motivo es una muestra de la incompentecia manifiesta de la mayor parte de los cineastas de este país (salvo Erice, Urbizo, Almodovar y algún otro). Incapaces de hacerse con el mercado foráneo, ausentes en los premios de los grandes festivales y perdiendo año tras año cuota de pantalla en España, los cineastas se agarran desesperadamente al pesebre de las subvenciones estatales. No es de extrañar la animadversión hacia un gobierno liberal en lo económico que se niega a las exigencias pecuniarias de este lobby de "artistas", que ha sido autoconsegrado como la reserva espiritual de Occidente.

Los treinta dos cortos tienen una duración variable, desde los pocos segundos hasta los seis, siendo en total su duración de noventa y seis minutos. Dominados por la subjetividad más extrema los más falsos resultan ser los que pretenden ser más verídicos. Al panfleto no le sienta bien que el cineasta trate de hacerse pasar por periodista. Se le ve el plumero. El primer corto, Libre de Joaquín Oristrell, es un diálogo entre una taxista y su cliente sobre diversos lugares comunes, de la guerra al encarecimiento de la vivienda. Su trivialidad argumental trata de ser compensada por el monólogo del profesor Pedro Arrojo en El plan hidrológico de Pere Portabella, aunque los argumentos del zaragozano tienen que ser reforzados en los títulos de crédito con referencias a la autoridad que diversos premios y reconocimientos le han sido otorgados. Sería interesante verlo debatir con otras autoridades, de planteamientos opuestos, sobre este grave problema de nuestro país.

A los desastres ambientales les sienta bien el documental vindicativo. Es sintomático que de los acercamientos a la rotura de la balsa de Aznalcollar (La pesadilla de Álvaro del Amo) y al hundimiento del Prestige (Cena de capitanes de Pere Joan Ventura, Mayday: llamada general de Manuel Rivas) el mejor sin duda, y posiblemente de toda la serie, sea el del novelista gallego. Un cazador apunta, contraplano de un pez, el cazador dispara, se dispara como una alarma una llamada de socorro, un mayday, que va a servir de fondo sonoro de una sucesión encadenada de imágenes del hundimiento del Prestige, de bancos de peces, de manifestaciones con pancartas de Nunca Mais, más peces, la voz crispada de Fraga, premio a Cascos, más manifestaciones, más peces, la voz crispada de Aznar ladrando “¡dejad que ladren su rencor por las esquinas!”, Cascos subiendo a los cielos (ayudado por unos globos azules).

Pero es en los retazos dedicados a linchar a Aznar dónde Hay motivo encuentra su justificación de ser. Si con Oristrell empezábamos tímidamente costumbristas y seguiamos didácticos con Portabella, con Técnicas para un golpe de Estado de Vicente Aranda, El pasado que te espera de Mariano Barroso y La mosca cojonera de Antonio Betancor se alcanza el paroxismo de odio que ayuda a justificar cualquier acción. Justo al día siguiente de las elecciones Pedro Almodóvar ante la prensa internacional hacía saber que había un rumor según el cual el PP había querido dar un golpe de Estado antes de las elecciones. Almodóvar es un ingenuo, o por lo menos eso debe pensar Aranda porque en su documental queda claro que desde la entrada de Pavía en el Congreso hasta el desvelamiento de la reunión de Carod con la cúpula de Eta, pasando por el golpe de Estado de Tejero, la derecha gana el poder por las buenas o por las malas. Y termina con un ambiguo y sugerente “Continuará...” Barroso se convierte en lo más cercano entre todos a un propagandista de la oposición, y convierte su espacio en una denuncia del candidato Rajoy, contraponiendo sus declaraciones en off sobre el Prestige, la guerra de Irak o el encarecimiento de la vivienda a imágenes de manifestaciones que parecen querer contradecirlo. Por último, Betancor escenifica una pobre imitación de Aznar, en la que el imitador farfulla un discurso ininteligible ante una bandera española de proporciones elefantiasicas. Este crescendo vituperador había, sin embargo, alcanzado su momento más alto, o más bajo según se mire, en ¿Legalidad? de David Cebrián: Voz en off de Aznar (¿le habrán pagado derechos de imagen?) hablando de derechos fundamentales, plano de niño sonriente y muy contento, dejad que los niños se acerquen a la cámara, que recita “Nadie puede ser privado de sus libertades individuales”, cambia el plano y durante unos instantes vemos una caricatura de Aznar lamiendo un culo que eructa, ¿el culo de quién? Por si había alguna duda vemos a Bush jr. saludando. Cebrián denuncia, y con razón, el encerramiento del español Hamed Abderraman Ahmed, y los demás presos, en Guantánamo, pero pasa de puntillas sobre el hecho de que HAA fue finalmente liberado.

El crescendo vituperador de la cinta, la deshonestidad, la utilización de las víctimas para servir a sus propósitos políticos inscribe a este puzzle de despropósitos en una de las muestras más acabadas del agitprop fradulento que sirve para propagar las mentiras como estrategia de conocimiento y el odio como horizonte vital.

lunes, noviembre 22, 2004

Celsius 9/11

El acontecimiento cinepolítico de los últimos años ha sido Farenheit 9/11 de Michael Moore. Un duro ataque al presidente de los EEUU, George W. Bush. Políticamente, sin embargo, su repercusión ha sido paradojicamente positiva para GWB, ya que muchos norteamericanos se han sentido ofendidos por la catarata de insultos, manipulaciones y tergiversaciones que Moore empleaba en su intento de denigrar al Presidente.

Cinematográficamente comenzó bien, ganando la Palma de Oro en el Festival de Cannes. Pero desde el primer momento las voces críticas contra la película comenzaron a alzarse. El primero fue Godard que recriminó el infantilismo de una crítica que menospreciaba al enemigo. La prestigiosa Cahiers du Cinema fue más lejos, ya que acusó a Moore de despreciar la inteligencia de los espectadores, sentenciando que por primera vez en su historia el Festival premiaba una "no-película". Posteriormente los análisis críticos se concentraron en su contenido. La máxima autoridad de la intelectualidad británica, Christopher Hitchens, demolía los presuntos argumentos de Moore, reduciéndolos en el mejor de los casos a banalidades, y en el peor a mentiras y contradicciones mezcladas en un pastiche deshonesto (en la revista Letras Libres se puede encontrar la traducción del artículo de Hitchens al español).

En general, y tras la algarabía de la victoria en Cannes, Farenheit 9/11 fue un globo que se fue deshinchando. La voracidad pendenciera de Moore, su indisimulado afán de notoriedad, la falta de escrúpulos al usar los trucos más bajos de la televisión basura y una estructura expositiva caótica que trataba de ocultar la falta de rigor intelectual del artefacto, terminó por sumir al documental y a su director en un agujero de sospechas del que será muy díficil que logre salir.

Al menos, el intento de elevar la mentira a la categoría de (pseudo)arte ha conseguido que el habitual desprecio postmoderno hacia la categoría de "verdad" se rechace. Y es que la verdad sigue siendo algo demasiado importante para dejarla en manos de desaprensivos. Sean estos presidentes de los EE.UU. o sus más furibundos críticos.

viernes, noviembre 19, 2004

El cine y la política

El acorazado Potenkim y El nacimiento de una nación son dos películas legendarias, dos iconos de la fuerza visual del cinematógrafo. También son conflictivas dado que son dos panfletos políticos, el primero a favor de la dictadura comunista que constituyó la URSS mientras que el segundo recrea el origen racista de los EEUU.

A John Ford se le descalifica de "fascista" mientras que todo un Gobierno (socialista) arropa el estreno de una película que trata de "concienciar" a la sociedad sobre un problema político, la despenalización de la eutanasia.

Cine y política, política y cine. Esto empieza.