"Las ideas son menos interesantes que los seres humanos que las inventan" FranÇois Truffaut

lunes, enero 17, 2005

Cineastas libertarianos IV: Eastwood rides again

Medio en broma, medio en serio, Eastwood amenazó a Michael Moore con partirle la cara como se atreviese a grabarlo, durante la entrega de premios del National Board of Review: "Michael Moore and I actually have a lot in common - we both appreciate livingin a country where there's free expression. But, Michael, if you evershow up at my front door with a camera - I'll kill you." MM río con la broma, pero debió considerar que Eastwood está en mucho mejor forma que Charlton Heston (gossip cortesía de ÁA)

Lorca escribió aquello de “tan blando con las espigas, tan duro con las espuelas” pensando en Sánchez Mejías, pero si algún artista norteamericano se puede caracterizar como torero ese es Clint Eastwood. De las ráfagas de violencia milimétricas en su desmesura–Infierno de cobardes, El jinete pálido, Cometieron dos errores- al lirismo menos edulcorado –El aventurero de medianoche, Los puentes de Madison- supera incluso a Sam Peckimpah porque, a diferencia del autor de Grupo salvaje, nunca se complace ni en la derrota ni en la victoria, ni se rebaja a hacer espectáculo con las balas o los besos.

Eastwood pertenece al selecto club de los actores-directores, o directores-actores, que construyen sus películas desde su misma presencia en la pantalla. Pero a diferencia de Chaplin, Keaton o Allen, Estwood no es, al menos esencialmente, un cómico. Aunque sus films están llenos de humor el registro en el que se ha movido mejor el tipo de la enorme nuez es el western crepuscular. Y es que desde sus primeras apariciones como el detective Harry Callahan, de la mano de Don Siegel, hasta sus últimos dramas como Mystic River, su trayectoria como director-actor ha ido configurando un mapa espiritual de los Estados Unidos, un país que se diría sigue luchando en la frontera que separa la barbarie de la civilización.

Eastwood ha recreado la metáfora del buen salvaje de Rousseau desde la perspectiva de Walt Whitman, es decir, poniendo el acento al salvaje por encima de la bondad, y es que en las praderas norteamericanas una excesiva bondad conduce necesariamente a la paz... de los cementerios. Esta decidida virilidad de Eastwood no hará las delicias de las almas bellas pero es uno de los ingredientes fundamentales de un tipo de hacer cine que apenas se deja ver hoy en día en el cine norteamericano: una aproximación directa, sin florituras, a una realidad sin embargo ambigua. Esta relación conflictiva entre este “ir al grano” de Eastwood con los grisaceos contornos de las temáticas que aborda (la venganza, la justicia, el sacrificio, las relaciones de amistad/amor, la pasión artística, la realización del destino) hacen de él uno de los autores más completos y complejos de la escena norteamericana.

Dicha completitud y complejidad de su cine surge de dos características que es la que le hacen ser plenamente libertariano. Por un lado su radical individualidad, por otro la apertura de significados de sus películas que, respetando la libertad de interpretación de los espectadores, les confiere una inquietante ambigüedad. Frente a los directores abstractos a los que les gusta reducir sus personajes a arquetipos de cualquier entidad colectiva–la raza tal, la clase cual, el tema de más allá-, Eastwood compone unas personas de carne y hueso, no unos personajes de ideología y simbolismo, en una suerte de figurativismo cinematográfico que, como un Balthus del celuloide, le hace ser el más vanguardista entre los reaccionarios. Y en cuanto al respeto a la libertad que le concede al espectador, el final de Mystic River, lo que más estimo del film, es ejemplar.

Como ya tiene un Oscar, conseguido contra todo pronóstico por la densa y negra Sin Perdón, no tiene que estar mirando de reojo, como parece hacer Martin Scorsese, a la Academia de Hollywood, lo que le permite una mayor libertad para rodar lo que realmente quiere y no esas grandes superproducciones en busqueda de la Gran Película Norteamericana. Seguramente será él quien la consiga.

Mientras Jonathan Rosenbaum califica de masterpiece Million Dollar Baby, de la que no si teneis mula al menos podeis disfrutar del trailer.



3 comentarios:

Memetic Warrior dijo...

Estoy de acuerdo, pero tu lo expresas mejor. Los personajes de este tio representan para mi el arquetipo de individuo por si mismo. No es extraño que se le haya odiado tanto por parte de la izquierda, al igual que otros individualistas, y cuando ha hecho algo más blandito se le han echado a darle besos. Como el abuelo que deja de poner todos los clichés de la izquierda en ridículo continuamente. No sé, no conozco mucho de cine y seguramente meto la pata, pero cualquiera que ponga su libertad como valor por encima del rebaño se arriesga a que se le admire tanto como se le envidie. Cuando uno ya está cascao de viejo, la admiracón gana sobre la envidia. Eso se ve más que nunca con los solitarios del cine americano. Estoy seguro que cuando Estallone este ya talludito, los progres sacaran al creador de Rocky como una referencia imprescindible. Ya, ya me diran que C. E. es la pera y que no hay que comparar, pero ya veremos.

Anónimo dijo...

Brillante bitácora y gracias por defender al mejor, en mi opinión, cineasta de la actualidad. Siempre desconfié de la crítica que le acusaba de fascista y luego tuvieron que admitir su maestría cuando realizó Sin Perdón.
Un saludo libertario.

Anónimo dijo...

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