"Las ideas son menos interesantes que los seres humanos que las inventan" FranÇois Truffaut

viernes, febrero 04, 2005

El valor del arte

LMB contraataca:

Creo que la mejor forma de avanzar en la (tremendamente placentera) discusión es proponer una serie de dos preguntas anidadas en una jerarquía, que quizás nos permita identificar con precisión en qué punto estamos en desacuerdo.

1. ¿Puede una película u otra creación tener algún valor más que el económico, es decir, aquel que se calcula sumando la serie descontada de todos los retornos económicos directos o indirectos? Por ejemplo, ¿es el valor de la Pasión Según San Mateo de JS Bach la suma descontada de los rendimientos de todas las ediciones de la partitura, de las ediciones de la obra en disco, de los conciertos, etc? Si crees que no, no sigas; nuestra discrepancia está en este punto. Yo creo que sí.

2. Este valor, ¿se "entrega" a la sociedad dejando que el mercado se ocupe de ello? ¿Qué ocurre si los costes fijos de la creación en cuestión son muy altos y el mercado muy estrecho? ¿No puede ser que ese valor no sea evidente hasta que el artista lo revela? ¿Qué hacer en países en los que la financiación privada de la innovación, bien sea en el terreno del arte como en el de la tecnología (como tú sabes bien) no es suficiente?




La cuestión del "valor" me produce espasmos mentales considerables. Ya decía Machado que sólo los idiotas confundían valor y precio, y no quisiera pasar por tal. Como el dinero, es una creación abstracta que obedece a unas reglas económicas, psicológicas y lógicas de muy díficil categorización. Con el valor pasa como con el talante, que necesita para cobrar significado de un adjetivo. No se tiene "talante" a secas, sino buen o mal talante; talante liberal o talante fascista. Con respecto al valor de una cosa o proceso, el valor puede ser económico, estético, psicológico, moral, matemático, lúdico... Y creo que su valor social vendrá de la intersección de esos diversos valores. (Ya sé que no te he respondido, pero es que mis profesores jesuitas me enseñaron a no responder directamente a una pregunta que lo era)

Y me lanzo a por la segunda. Tendremos que conseguir que la financiación privada sea suficiente. ¿Por qué en sitios muy parecidos con respecto a la amplitud de su mercado hay grandes tasas de inversión privada y en otros no? Fundamentalmente es un problema de incentivos, es decir, que los mecanismos institucionales que provocan un tipo de respuesta económica estén mejor o peor diseñados. En el corto plazo pueden funcionar medidas fiscales, pero
éstas no funcionarán si no existe un sistema de educación que favorezca una serie de automatismos con respecto al comportamiento en una sociedad de competencia, de nuestra democracia capitalista.

En el caso español las escuelas, los institutos, las universidades conforman un entramado de ideología antimercado que lleva a establecer una mentalidad burocrática, en espera de que la iniciativa la lleve siempre el Estado.

Pero, asumiendo tu pregunta en el límite, ¿y si el mercado español no permite dicha irrupción de valor? Pues no emergerá, y el individuo creador de valor tendrá que emigrar a los mercados que sí lo realicen. ¿Será ello una tragedia? Sólo desde una perspectiva nacionalista, según la cual el artista expresa no solo un valor individual sino, sobre todo y ante todo, un valor colectivo, el "espíritu de un pueblo".

¿Perderemos los españoles "como pueblo" si no se cuentan historias "nuestras"? Volvemos a los espasmos mentales, apenas puedo atribuir un tenue significado a una pregunta como esta.

Luego está la cuestión tan intangible del talento, y que éste llegue a constituir en un momento dado una masa crítica. EE.UU. ha solucionado esa manera de la forma más inteligente: si no tiene talento, lo importa. ¿Quien sabe que Troya la ha hecho un alemán? ¿O qué Cary Grant era inglés? ¿O que ficharon a Eisenstein o Buñuel? ¿Qué película más yanqui que Casablanca, dirigida por un húngaro y protagonizada por una sueca?

El interrogante que planteas parece sugerir que el Estado puede y debe sustituir al Mercado cuando éste no consigue ser efectivo. Pero el Estado es el peor mecenas posible. Seas un obispo renacentista o el público de los estrenos, el artista se verá, en los correspondientes sistemas, sometido a la crítica implacable, es decir, verá limitada su libertad artística. Pero es que el Arte, como cualquier actividad humana, necesita del establecimiento de restricciones, de condiciones, de obstrucciones. La coerción que libera, valga la paradoja, constituye el fundamento de la acción humana desde que el padre, el profesor, etc. obliga al niño, le impone límites a su capricho.
Además tanto el mecenazgo renacentista como el actual mandato de la masa permite que haya competencia. Siempre habrá otro príncipe, otro obispo. Siempre habrá una disparidad de criterios en la masa.

Sin embargo, frente al Estado el artista exige la libertad total pero, al mismo tiempo, le teme porque fuera de él no hay nada, con lo que tenemos otra paradoja, pero esta vez nefasta: la del creador esclavo, domesticado.

España está ahora mismo a la cabeza del mundo en cultura gastronómica. Adriá, Aduriz, Berasategui, Dani García, etc. han hecho que España sea una potencia mundial. Esta irrupción de creatividad ha venido de la mano de tipos que dominan el mundo de la cocina, cómo no, pero también el marketing -Arguiñano y sus programas de la televión, Adria incorporando los conceptos filosóficos que tanto gustan a los franceses y norteamericanos- Como decía Adam Smith, la riqueza de las naciones provendrá de su especialización relativa. Pues los españoles nos especializamos en cocina, toros y pintura -en lo que tradicionalmente además hemos sido buenos-, y olvidémonos de una vez, mientras no haya verdadero talento, del futbol y del cine, dimensiones en los que somos, y hemos sido en general, auténticas mediocridades.

Te hago yo una pregunta, simplificando: ¿prefieres el criterio de la Masa o del Mandarín? En el límite, ¿de quien te fías más, del box office o del Ministro de Cultura de turno?

Hoy podemos ver en los cines de toda España Millenium Dollar Baby de Eastwood y Old Boy de Park Chan Wook, una gamberrada manga proveniente de Corea del Sur, una potencia cinematográfica emergente.

Perdona por la extensión. Voy a darme un masaje.

PD. Gracias, amigo, por ponerme contra las cuerdas.

2 comentarios:

Libertariano dijo...

Cierto Antonio que existe esa cuota, PChW hace referencia a ella en cada entrevista que le hacen. De hecho la referencia al cine coreano la he puesto con toda la intención (paradójica)...

Pero es que ese es precisamente, en mi opinión, la falacia de la carreta delante de los bueyes en la que incurre el pensamiento estatalista-proteccionista, confundiendo alguna que otra correlación con un principio causal.

La causa del éxito del cine coreano (del Sur, claro; en el Norte tendrán todavía más cuota de pantalla y yo al menos no conozco ninguno) reside en su apertura al exterior, tanto a nivel económico como cultural, no pensando en el limitado mercado nacional (reducídisimo por muchas cuotas de pantalla que pongan) sino en el internacional a través de las vías que hay a su disposición: Festivales de Cine y nuevas tecnologías: cuando PChW fue premiado con el Premio Especial del Jurado (todavía avergonzado por haberle dado la Palma de Oro a Moore) me fui a cibertiendas asiáticas de DVD y ya tenían la película a la venta (con subtitulos en inglés, claro, algo de lo que se suelen olvidar los castizos franceses y españoles)

Insisto: garantizar la competencia en la exhibición es esencial pero si es verdad, que lo será, que las productoras norteamericanas monopolizan las pantallas y las semanas de exhibición, lo que hay que hacer es denunciarlo al Tribunal de la Competencia o exigir leyes que lo impidan.

Saludos

Marzo dijo...

Es fácil distinguir: valor es lo que buscas, precio lo que entregas para obtenerlo.

Lo que entregas también tiene un valor, por supuesto, y sólo lo entregarás si el valor de lo que recibes a cambio es superior. Superior para ti, obviamente. Si hablamos de intercambios entre personas, pongamos una compraventa, para ti el DVD que compras vale más que los euros que pagas por él, y para el vendedor los euros valen más que el DVD. Si el valor fuese objetivo el comercio sería imposible.

No sé qué es el valor para "la sociedad" de una película. Para la industria del cine, por definición (lo hacen por dinero, caramba), ese valor es necesariamente económico (aunque no necesariamente sólo económico; pueden disfrutar en el proceso, pero eso no es cuantificable). Para los espectadores es necesariamente no económico; por eso gastan dinero en verla. ¿Quién es "la sociedad"?

Pero, sea el valor de las películas lo que sea, sin duda que tienen un precio. Y ¿por qué ha de decidir nadie por otros qué precio han de pagar estos otros por una película antes incluso de verla, o incluso de no verla?