"Las ideas son menos interesantes que los seres humanos que las inventan" FranÇois Truffaut

miércoles, febrero 09, 2005

Películas procapitalistas

En El aviador traza Scorsese una brillante semblanza del empresario schumpeteriano. Con la excusa de realizar un biopic de Howard Hugues se nos presenta a un visionario en un proceso constante de construcción y destrucción de proyectos y empresas, en lucha permanente con los prejuicios y los poderes establecidos (en este caso, la alianza torticera entre el poder político y el poder empresarial a la búsqueda de la instauración de un monopolio, cinematográfico al principio y aeronaútico al final).




Tambien en clave procapitalista se puede leer el alegato de Frank Capra a favor de un capitalismo popular, en Qué bello es vivir, cuando la instauración de una especie de sociedad limitada o anónima se enfrenta al poder monopolista de un capitalista excesivamente poderoso.

Usualmente se han malinterpretado esta película como una dulce, excesivamente dulce, parábola ensalzadora del "buen salvaje" de Rousseau, pero lo que la hace ser la obra maestra de Capra es un núcleo duro de amargura y negrura contenida, sólo suavizada al final por un happy end que de increíble resulta inoperante, y no sirve para enmascarar el aliento pesimista del filme.




Y es que el liberalismo es esencialmente pesimista (antropológico). En El manantial, la adaptación que hizo King Vidor de la novela de Ayn Rand, un arquitecto, también un emprendedor utópico pero, al mismo tiempo, con la corporeidad que le confería Gary Cooper a sus personajes, se enfrenta igualmente a las creencias y poderes establecidos (Rand no quería que se hiciera una adaptación, pero cuando supo que Vidor era el director de Y el mundo marcha..., una de sus películas favoritas, dió el beneplácito)






Más desconocido, pero igualmente sombrío sobre la persecución colectivista a la que se tiene que enfrentar el innovador, es el filme El hombre del traje blanco de Alexander Mackendrick (un director muy estimable), con un genial Alec Guinnes haciendo de genial y visionario químico que un a sustancia indestructible e imposible de manchar, con lo que se atraerá el odio y la persecución de los empresarios textiles y los sindicatos de trabajadores. Al final de la película le convencerán de que subsane el "error".




Una aproximación al universo individualista y competitivo en el que desarrollaba sus utopías libertarianas Ayn Rand fue Tucker: un hombre y su sueño de Coppola, una brillante pero bastante desconocida película que tiene en común con El aviador la denuncia del capitalismo de amigotes, en el que los capitalistas conspiran entre ellos, y con sus aliados políticos, para a través de una mano negra acabar con la mano invisible.





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