Robert Frank es uno de los fotografos más conocidos e influyentes, así como un cineasta de culto, carne de filmotecas. Ahora que es casi imposible disfrutar de las infinitas gradaciones de oscuridad y luminosidad de las películas en "blanco y negro" (desterradas por las televisiones a horarios de madrugada o a los repetitivos canales digitales), encontrarse con la hondura de la mirada de Frank es un placer para la vista, además de un recordatorio de como es posible, y necesaria, pensar con imágenes.
Es precisamente esa necesidad de hacer pensar a través de las imágenes la que lo llevó a abandonar la fotografía por el cinematógrafo. La dinámica que imprime en el interior de la fotografía presagiaba el carácter cinemático que tienen los fotogramas de cineastas-fotógrafos como Kubrick o Welles.
En el MACBA de Barcelona. Tampoco me la perdería.
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