Así he titulado, un poco rimbombante, mi última crítica en Libertad Digital. El cine estadounidense pasa por un periodo magnífico, con veteranos como Eastwood y Scorsese sobraos; una generación intermedia como los dos David, Lynch y Cronenberg, absolutamente epatantes; un cine espectácular de primer nivel como la saga de Star Wars o Matrix; y unos jóvenes que empujan con fuerza como Richard Linklater o Alexander Payne, que en Entre copas ha realizado una comedia irónica, jovial, ligera y, sobre todo, que te empuja a beber buen vino, a convertirte en un epicúreo.
En tiempos de botellones, etílicos y políticos, qué más se puede pedir.
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1 comentario:
Debes tener razón con lo del vino: ayer, día de mi santo, tuve la suerte de beber un CVNE y un Ribera del Duero. Ambos, vinos buenos. Uno habría preferido un Somontano, verdadera joya del último quinquenio vitícola. Así me pasa con el cine: el bueno y el magistral. (Lo de malo, lo dejo para Mr. Sectario, el triste Peces Barba). Con lo que me encuentro con vinos mal elaborados (Scorsese) y peor presentados (saga StarWars). Un sorbito de Eastwood y un vasito de Matrix hacen las horas más felices. Creéme.
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