K. (y W.)

Ambos eran judíos (uno de ellos vagamente), ambos se expresaban en alemán (pero ninguno era alemán, Dios sabe en qué pensaban), ambos tenían unos padres terribles (por lo menos ellos lo creían).

Me acaba de llegar el tercer tomo de las obras completas de Kafka que está editando Círculo de Lectores (con nuevas traducciones, entre otros de Miguel Sáenz) y me encuentro en las librerías con K., la nueva investigación crítica de análisis literario de Roberto Calasso, que ya me había deslumbrado con su análisis de la antigüedad clásica en Las bodas de Cadmo y Harmonía. Por lo que he empezado a leer es una lectura muy literal de Kafka, algo necesario en alguien que ha sido pasto de todo tipo de simbologías y escuelas (como Don Quijote)

Wittgenstein compartía con Kafka la rareza de su mundo interior y la limpieza en la prosa. Para Kafka el momento más arriesgado de todos es el despertar. Y es que sólo hay una cosa peor que despertarte y encontrarte con que el dinosaurio sigue ahí: descubrir al abrir los ojos que el dinosaurio eres tú. Wittgenstein y Kafka cuándo se levantaban por las mañanas seguramente temían por un segundo el destino de Gregorio Samsa.

Pero también en el estilo. A la literatura de Kafka se le puede aplicar lo que Wittgenstein escribió en ese libro tan kafkiano que es el Tractatus Logico-Philosophicus

4.114 Debe delimitar (se refiere a la filosofía) lo pensable y con ello lo impensable. Debe delimitar lo impensable desde dentro de lo pensable

4.115 Significará lo indecible presentando claramente lo decible.

4.116 Todo aquello que puede ser pensado, puede ser pensado claramente. Todo aquello que puede ser expresado, puede ser expresado claramente.

...

4.1212 Lo que se puede mostrar, no puede decirse

Ver también para un mirada wittgensteniana de Kafka, formal y de contenido: 5.6, 5.621, 5.63, 5.631, 5,632, 6.373, 6.375, 6.41, 6.4311, 6.432, 6.4321, 6.44 (no pretendo ser exhaustivo)