La encarnación contemporánea del dr. Frankenstein (que paradójicamente, y por más que le duela a la inglesa, es uno de nuestros héroes) es el dr. Watson, James Watson, el codescubridor, junto a Francis Crick, de la estructura del ADN, y uno de los más firmes impulsores de la alianza entre ciencia y capitalismo, entre la investigación pura desarrollada en el seno de las empresas.
Si la primera mitad del siglo perteneció a la Física, a partir del descubrimiento del americano y el británico, cada vez más la biología va a ser la ciencia dominante, hasta llegar al Proyecto Genoma, el equivalente del Proyecto Manhattan. La competencia entre la investigación privada y la pública, va a ser también un signo de la época.
En una entrevista en El País señala Watson que el próximo desarrollo de la investigación genética, relacionada con el uso de óvulos, embriones y células madre- va a ser fundamental. En Corea del Sur y China dichas investigaciones están permitidas y han conseguido avances asombrosos.
P. ¿Qué pasará en su país, Estados Unidos, si el Gobierno sigue sin aprobar fondos federales para la investigación con embriones y células madre?
R. Bueno, la partida presupuestaria aprobada en California [3.000 millones de dólares para los próximos diez años] es probablemente suficiente para hacer los experimentos necesarios. El Reino Unido, por su lado, va un par de años por detrás de los coreanos, en parte porque, de momento, no tienen a casi nadie trabajando en ello, y en parte porque no quieren ofender a ciertos sectores. Es una línea de investigación polémica, y debemos proceder lentamente, pero sería una estupidez renunciar a ello. Tengo la impresión de que los chinos también están en ello. Podría ser un campo científico dominado por el lejano Oriente.
P. ¿Podría ocurrir?
R. Sí. Es muy duro renunciar a algo que puede hacer un bien con el argumento de que podría usarse mal. Lo que la Iglesia católica piensa sobre la clonación puede ser un completo error, y lo único que pueden conseguir es retrasar la medicina en Europa y los Estados Unidos. No sabemos si funcionará, pero nuestra obligación es intentarlo.
No, no vamos a desarrollar monstruos. La fiebre sentimental y supersticiosa no creo que vaya a parar la voluntad de saber, esa fiebre prometeica a la que tanto temían los piadosos (en el fondo) poetas románticos.
1 comentario:
estoy de acuerdo en que frenar los avances de la ciencia es uno de los grandes errores que se han cometido y se seguiran cometiendo, otra cuestión sería el valorar si los resultados de las investigaciones se utilizan de una forma ética o adecuada. Me encantaría que la ciencia algún día logre alcanzar la inmortalidad para el ser humano, y como relata Borges poder desecharla.
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