"Las ideas son menos interesantes que los seres humanos que las inventan" FranÇois Truffaut

miércoles, mayo 04, 2005

Los últimos hombres de la poshEuropa

En Francia, ya saben: la culture, acaba de empezar los Encuentros de la Cultura de la UE. Discursos plúmbeos. Frases ingeniosas. Dietas exuberantes. Giacomo Marramao llega de Italia para proclamar que “Europa es el futuro de América”, (risas). José Gil, portugués, que “la UE es una entidad huidiza”, insoportablemente huidiza que diría Kundera. De Kundera se acuerda precisamente Finkielkraut para calificarse de “europeo que tiene nostalgia de Europa”.

Pero el que gana el concurso a la cita ingeniosa, aunque banal, es Sloterdijk que caracteriza la UE como “postimperial, postheroica, postentusiasta, postmachista y postunilateral”.

Un momento. Vale lo de postimperial, me apunto al postmachismo y soy un fanático del multilateralismo. Pero nada de postheroico y postentusiasta. Finkielkraut rechaza la idea de Europa como aeropuerto, pero la que nos propone Sloterdijk es más bien Europa como balneario, o campo de golf, repleto de jubilados. Tanto “post” me ha hecho pensar en la “poshmodernidad”, el neologismo paródico que ha acuñado María Teresa Jiménez, combinado del término inglés posh (pijo) y el español “modernidad”.

Cuando Nietzsche (y Sloterdijk se considera nietzscheano) se imaginaba al “último hombre”, ni en sus peores pesadillas le aparecía la pijería intelectualidad europea, moralmente inane, políticamente intrascendente, intelectualmente débil.

Entre los intelectuales y artistas españoles (y españolas, que me he declarado poshmachista): Rosa Regás (abuelita ejemplar), Isabel Coixet (pijaprogre marseniana), Carmen Posadas (la Preysler de izquierdas), Juan Luis Cebrián (académico de la Lengua (se ignora de cual)), Luz Casal (¿Luz Casal?). Para compensar, imagino, la presencia de Lluis Pasqual, Jordi Savall o Ricardo Bofill (imagino que el padre, aunque ya puestos...)

En cualquier caso, todo muy políticamente correcto, edulcorado y afín al regimen cultural imperante. A Boadella no lo invitan, porque no iría; y si va, la arma.

Cuenta Nietzsche que cuando Zaratustra bajó de las montañas, hasta las narices de los árboles y las águilas, se encontró al fin con seres humanos y les sermoneó (fiel a su estilo dinamitero):

‘¿Qué es amor? ¿Qué es creación? ¿Qué es anhelo? ¿Qué es estrella?’ -así pregunta el último hombre, y parpadea.

La tierra se ha vuelto pequeña entonces, y sobre ella da saltos el último hombre, que todo lo empequeñece. Su estirpe es indestructible, como el pulgón; el último hombre es el que más tiempo vive.

‘Nosotros hemos inventado la felicidad’ -dicen los últimos hombres, y parpadean.

Han abandonado las comarcas donde era duro vivir: pues la gente necesita calor. La gente ama incluso al vecino, y se restriega contra él: pues necesita calor.

Enfermar y desconfiar considéranlo pecaminoso: la gente camina con cuidado. ¡Un tonto es quien sigue tropezando con piedras o con hombres!

Un poco de veneno de vez en cuando: eso produce sueños agradables. Y mucho veneno al final, para tener un morir agradable.

La gente continúa trabajando, pues el trabajo es un entretenimiento. Mas procura que el entretenimiento no canse.

La gente ya no se hace ni pobre ni rica: ambas cosas son demasiado molestas. ¿Quién quiere aún gobernar? ¿Quién aún obedecer? Ambas cosas son demasiado molestas.

¡Ningún pastor y un solo rebaño! Todos quieren lo mismo, todos son iguales: quien tiene sentimientos distintos marcha voluntariamente al manicomio.

‘En otro tiempo todo el mundo desvariaba’ -dicen los más sutiles, y parpadean.

Hoy la gente es inteligente y sabe todo lo que ha ocurrido: así no acaba nunca de burlarse. La gente continúa discutiendo, mas pronto se reconcilia -de lo contrario, ello estropea el estómago.

La gente tiene su pequeño placer para el día y su pequeño placer para la noche: pero honra la salud.

‘Nosotros hemos inventado la felicidad" -dicen los últimos hombres, y parpadean’.



Luego se rieron de Zaratustra, "una risa fría", ya que ellos querían ser "el último hombre". La pequeña, cálida y peluda Europa está a punto de conseguirlo. Un poco más de veneno, y la muerte será buena, bonita y barata.

1 comentario:

Anónimo dijo...

En http://www.excelsior.com.mx/index.php?ID=16257 se hacen también eco de la noticia, y se incluye a José Luis Cobos (o cómo hacer que Beethoven se revuelva sobre su tumba a ritmo de "chunda-chunda-chún"). Pero lo mejor para mí es lo de Rosa Regás, quien según la crónica:

"estimó también que sólo estaba representada allí la mitad de Europa, "pues no veía a mujeres" y "los hombres tienden a escucharse demasiado" y a "rizar el rizo", en lugar de hablar de cosas concretas.

Por menos (y dicho de modo más cauto) a Lawrence Summers le han hecho dimitir como rector de Harvard. Al menos, Derrida tenía su gracia y se inventaba palabros como "logofalocentrismo"

O Carlos Alberdi reconociendo que la finalidad del encuentro es el apoyo al "sí" en el referendum francés, , así como defender la "diversidad cultural" (o sea, la protección institucional de un ramillete de enchufados, de altos funcionarios y de burócratas). La élite de los exquisitos, vamos.

Otra cosa: no sé cómo respondería a eso de la diversidad cultural alguien como Finkielkraut,de cuya lectura he disrutado siempre y que lleva años fustigando los usos de la idea de diversidad cultural. Ahí estaba en uno de sus últimos libros. "La ingratitud", citando al Bellow políticamente más incorrecto: "cuando los zulúes produzcan un Tolstoi los leeremos". Por no hablar de esa golosina que es "La derrota del pensamiento", donde arremete contra la "culturalitis" de la UNESCO.

Por cierto, no sólo Boadella. A Gustavo Bueno tampoco lo invitan a estos circos (y dudo mucho que declinara el ofrecimiento). Mejor Luz, claro, que no haya problemas.

En fin, así está el patio europeo: pasamos de los Heidegger y los Sartre a Rosa Regás, a Vattimo y a toda esta caterva poshy que ven en la filosofía un ramillete de lugares comunes para adictos al exhibicionismo moral.

Entretanto, Carnap se marchó a EEUU a hacer posibles a los Quine, los Putnam, los Rorty o los Davidson o los Dennett. O Hannah Arendt, o Popper, que para el caso también se fue del continente. Desengañemonos: Auschwitz también acabó con la filosofía en Europa.