"Las ideas son menos interesantes que los seres humanos que las inventan" FranÇois Truffaut

miércoles, junio 08, 2005

Torres Dulce, El fiscal cinéfilo

Hacer crítica cinematográfica es peligroso. Una vez tuve que sortear una lluva de hortalizas e improperios a la entrada de una película de Godard. A Eduardo Torres-Dulce le ha costado el cargo de Fiscal jefe de lo Penal.

ETD es ese señor impecablemente vestido que se siente a la izquierda de José Luis Garci en ¡Qué grande es el cine! Miguel Marías y él sonlos mejores comentaristas del programa, quizás porque sus respectivas profesiones, economista y fiscal, les favorece para hacer un tipo de análisis y expresión que se sale de la norma habitual en los medios cinéfilos.

Según diversas fuentes "las actividades del destituido en medios de comunicación como crítico de cine y en tertulias radiofónicas eran vistas con poco agrado en la cúpula de la carrera desde hace algún tiempo." La tertulia radiofónica es de la COPE, en la que junto a sus amigos Luis Herrero y José Luis Garci han realizado fuertes críticas al actual gobierno y, en particular, a "Sogecine" (como alguna vez ha llamado ETD a la empresa de Polanco). Y es crítico de cine en Expansión y Época.

ETD tiene un gran prestigio profesional. Pero el actual fiscal del Estado, Conde Pumpido, ha optado por la afinidad ideológica antes que por la democracia (la mayoría de la carrera fiscal ha mostrado su preferencia por la continuidad de ETD). De esta forma se desembaraza del que es considerado "jefe de la oposición conservadora" dentro de la carrera fiscal.

Un capítulo más en definitiva de la politización del sistema judicial español, sometido a estos vaivenes politicastros que no hacen sino empañar la confianza de uno de los pilares del Estado de Derecho, cuya legitimidad se basa precisamente en el respeto y la autoridad. Dos requisitos que han vuelto a recibir un golpe duro.

Con respecto a la crítica de cine efectivamente ETD pertenece al sector conservador, que acoge con escepticismo las innovaciones formales. No comparto muchas de sus apreciaciones, pero sí que estén hechas desde el rigor y la claridad.

Para muestra:

El culto a Matrix
Eduardo Torres-Dulce

La aparición de ‘Matrix’ fue uno de esos escasos terremotos que sacuden el mundo de las manifestaciones artísticas. ‘Matrix Reloaded’, segunda parte de la futurista serie ideada por los hermanos Wachowski, se ha convertido casi en una franquicia. ¿Por qué este fenómeno?

Matrix, Moulin Rouge y Bailando en la oscuridad tienen algo en común: gustan y son defendidas por una generación de cinéfilos y críticos cuyas edades oscilan entre los veintipocos y los treinta y tantos años. El resto no solemos salir de nuestra estupefacción ante tamaña admiración y encendido culto.

En todo caso, Matrix me parece una película más estimulante que Moulin Rouge –un videoclip con pretensiones–, y que Bailando en la oscuridad –un Bergman con poses de progre de fin de siglo XX–. Matrix es un producto de diseño, el mal endémico del cine actual, fabricado con talento técnico y astucia por los hermanos Wachowski, tras los que se esconde, muy probablemente, una infancia y adolescencia repleta de rock heavy, cómic con héroes oscuros y diseño estilizado, y cine, mucho cine.

Matrix se nutre de la ciencia ficción, singularmente Blade Runner, el ‘thriller’ y las películas de karate y kung fu. Añadan a este cóctel una filosofía de héroes perdedores y una violencia rampante, y tendrán una amalgama imbatible. Imbatible, además, porque los Wachowski no cuentan nada. Matrix es la antinarración en estado de inanidad. Aspira al impacto visual, a la seducción de la retina, objetivo que cumple sobradamente.

Matrix Reloaded, la segunda entrega –ya se ha rodado la tercera–, es como un desplegable, un sueño invertido de la anterior, donde ya nada es original, sino una reinversión de lo ya visto. Carreras y persecuciones, vuelos astrales o poco menos, ropa y gafas de diseño, violencia idem: el catálogo completo para los amantes de la franquicia Matrix.

El nuevo cine, el que fascina por su supuesta técnica, es sólo trabajo de efectos visuales y programación de ordenador, y sus personajes, muy clásicos, de Homero a las sagas escandinavas tan caras a Borges, tampoco aportan grandes novedades.

Entonces, ¿ dónde o en qué reside el frenético culto que ha provocado esta película, capaz de subyugar y fascinar a gente como Juan Manuel de Prada o Luis Alberto de Cuenca y no desagradar a Garci?

En Matrix subyacen elementos de referencia inevitables –comics, sagas de héroes muy fríos, nada morales, y el formato ciencia ficción–, que permiten enganchar con las nuevas generaciones de aficionados, poco cinéfilos, muy pegados al diseño visual presente en sus vidas desde que nacieron, devoradores de comics de superhéroes, poco apegados a la lectura y, por tanto, a la narración clásica, y cada vez más deudores de las estructuras de los videojuegos en los que se han criado, y a la que tanto debe Matrix.

El mayor problema que provoca la visión de esta película es su extremada deconstrucción a todos los niveles, seña de identidad de la última posmodernidad, que, por cierto, se parece cada vez más a los años 60. Esa deconstrucción que niega la narración y apuesta por el impacto visual con el reclamo de una supuesta exhibición técnica, la persecución de coches tan celebrada, es un item del cine desde Griffith a Bullitt, pasando por French Connection o cualquiera de los ‘thrillers’ de Seagal o Schwarzenegger: pura exhibición técnica que nada tiene que ver con la técnica de fabricación de una película, que no depende nunca de la elaboración de efectos visuales sofisticados en su digitalización o en trucos de especialistas, sino en la planificación, tamaño y duración de los planos, dirección de actores, en definitiva, la vieja teoría de la puesta en escena. Pero buena gana de teorizar. Los ‘matrixmaníacos’ se encogerán de hombros y nos mirarán como a especies de extintos neandertales. Así es la vida del arte del cine.


PD. Me acabo de acordar. Hubo un post en el que citaba a ETD, a cuenta de sus argumentos liberales. Un tipo peligroso. Y, por cierto, a mi también me gusta mucho Matrix Reloaded (un festín irreverente y desbocado). ¿Qué películas le gustarán al Fiscal General del Estado? ¿Cine de barrio?

9 comentarios:

Diego González dijo...

Lo cierto es que a mi me encantó la primera, disfruté con la segunda, y la tercera me decepcionó.

No hablo de mis experiencias en la cama sino de Matrix, claro :D:D

En cuanto a lo del fiscal... qué se puede esperar de una justicia que está dividida en rojos y azules. Aznar no le metió mano a esto y así nos va. No lo va a hacer un sociata...

Anónimo dijo...

'Qué grande es el cine' deja de emitirse a finales de año. Parece mentira que TVE se permita el lujo de eliminar uno de los pocos programas decentes que le quedan.

Anónimo dijo...

Originario de Cuenca

Anónimo dijo...

Código Penal comentado de Editorial Colex

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

El Padre de Cándido Conde- Pumpido era muy amigo del también Fiscal Gallego Emilio Vez Pazos.

Anónimo dijo...

Hijo del Magistrado Torres- Dulce y Ruíz.

Anónimo dijo...

Torres Dulce, crítico de cine profesional.....
Luis Herrero.....¿crítico "amateur"?

Anónimo dijo...

¿Próximo Fiscal General del Estado?