"Las ideas son menos interesantes que los seres humanos que las inventan" FranÇois Truffaut

lunes, agosto 22, 2005

Coñazos sublimes

La paciencia no suele ser una de las características más comunes en el espectador de cine accidental. Al contrario del ritual de una sala de conciertos, o del vagabundeo de cuadro en cuadro por un museo, el espectador cinematográfico está casi pavlovianamente empujado a esperar dosis de adrenalina.

Por ello hay un grupo de cineastas que al perseguir suscitar la reflexión o la intuición de lo "inexpresable" (mejor dicho, lo aún no pensado o expresado) no son plato fácil de consumir para el común de los mortales. Este cine suele ser hermético, a menudo críptico, y para quien consiga desarrollar un poco de paciencia no sólo extraordinariamente estético sino de una alta densidad semántica y emocional.

Bergman, Buñuel, Tarkovski, Rohmer, Antonioni, Dreyer... Los comulgantes, El fantasma de la libertad, Andrei Rublev, La rodilla de Clara, El eclipse, Gertrud... Pero no sólo entre los clásicos se ve crecer la hierba. En el cine contemporáneo disfrutamos de esos artistas del parar y el templar (hay que dirigir como se torea, muy quieto y en su sitio) que son Víctor Erice “el utópico”, Kiarostami “el persa”, Lucrecia Martel “la húmeda” y el americano Gus van Sant, a partir de ahora "el Gerry".



El caso del yanqui es peculiar. Comenzó con unas películas que apuntaban estilo y ciertas maneras de rebelde resabiado (My private Idaho), pero se fue despeñando él solito por la pendiente de un cine vacuo y presuntuoso que lo llevó a resucitar Psicosis de Hitchcock, convertida para la ocasión en un zombie maloliente. Pero cuando le creíamos muerto y enterrado, resucitó con un par de películas asombrosas, Elephant y Gerry.

Gerry está pasando como una lágrima de San Lorenzo (felicidades LMB) por las pantallas españolas un par de años después de su estreno. Aunque había tenido ocasión de verla en DVD (gracias AA) ha sido ahora en pantalla grande, aunque en sala pequeña, cuando he podido apreciar toda la profundidad de campo y existencial de una de las cumbres del realismo del cine contemporáneo. Y es que aunque podría aparecer en un primer momento una película abstracta, una absurda película esteticista sobre el absurdo Gerry, como Elephant, es una de esas películas que traspasan la pantalla y llegan a tocar lo real. Esta película muestra como el cine es un arte muy especial porque consigue realizar lo que André Bazin denominaba “el mito del arte total”, la plasmación de un ilusionismo perfecto que hace reverberar sobre un plano bidimensional la multiplicidad de las dimensiones de la experiencia real.

A partir de una anécdota mínima, dos amigos que se llaman mutuamente “Gerry” se pierden en un desierto, y como hiciera Beckett enn Esperando a Godot, el sinsentido va introduciendose paulatinamente por las brechas de unas situaciones inverosímiles pero que precisamente por ello aparecen con un grado superlativo de realismo (el arte no aguanta tan bien como la misma realidad determinados grados de inverosimilitud, por lo que era tan arriesgado el proyecto de van Sant, Damon y Affleck, éstos dos co-autores del guión).

Como en los paseos de Waine y Hunter, el diálogo (parco, a medio camino de lo íntimo y lo inexpresable) entre dos hombres colocados en una inmensidad austera y adversa encuentra su máxima expresión en el silencio. Panorámicas larguísimas e intensísimas.







Decía Tarkovski que la técnica para conseguir que un plano aburrido se convirtiese en místico consistía en alargarlo más y más, hasta la exasperación. En el límite de una plasticidad vulgar, de "lo bonito", los desiertos en los que ha filmado adquieren la categoría de protagonistas. Y la música de Arvö Part consigue articular lo plástico con la narratividad, en una lidia al borde de los afilados cuernos del ridiculo. Pero como Buñuel, van Sant ha sabido transitar desde el formalismo vanguardista hasta un realismo extremo, un hiperrealismo lírico.

De lo que se trata para conseguir que la cámara consigua tocar la realidad a través de la pantalla es no quebrar la continuidad de la visión. Por el contrario, en los films postmodernos, estructuralmente formalistas, rompen y rasgan continuamente a través del montaje (hijos de Eisenstein) para crear una sensación caleidoscópica en la que la realidad queda fragmentada en mil porciones, para que a partir de ellas la mente haya de reconstruirla como un puzzle y haya así ocasión de defender el momento reconstructivo, re-creadror de la experiencia estética originaria.

Silencioso resulta un final amargo que culmina una obra áspera como la arena y la sal sobre las que se arrastran como almas en pena los Gerrys. Van Sant consigue filmar la belleza de espacios infinitamente vacíos, un fondo contra el cual la fragilidad de la existencia humana destaca con mayor intensidad.

¿Cómo distinguir, por último, entre el auténtico coñazo-sublime y el falsario coñazo-bodrio? Es muy díficil, y hay que sufrir mucho hasta conseguir adquirir el sentido para el timing del que hablaba Tarkovski. Claude Chabrol, por ejemplo, ha conseguido metérsela hasta la empuñadura a gran parte de la crítica española con su última e insufrible chorrada. Peter Greenaway es el rey de los coñazos-coñazos (si al menos apartara sus sucias manos de Shakespeare...). Julio Medem es el paradigma del coñazo-cursi, y Lucía y el sexo su obra maestra. En EEUU, Michael Bay es único para los coñazos-espectaculares; como insuperables son los coña-zen de Kim Ki Duk, los carpetovetónicos de Garci o los narcisistas de Michael Moore. Y esta semana me toca Tim Burton, últimamente especializado en coñazentimentales. Veremos.

4 comentarios:

¿? dijo...

Si realmente para ver este tipos de filmes el espectador debe ir adiestrándose, ya que son fórmulas de hacer cine a las que no está acostumbrado, aunque a uno lo que le gustaría es que este tipo de cine fuera el que dominara pero no me imagino a mi hermano viendo este tipo de películas, más bien no.
Aunque actualmente no hay tantos autores verdaderamente dotados para realizar este tipo de cine, ¿no crees?, bueno yo agregaría a tu lista a Win Wenders con "París, Texas" o "Cielo sobre Berlín".
De todas formas, entre tú y yo, y que no salga de ahí, jajaja!, el más profundo y sublime es Antonioni.
Por cierto, Medem no es tan malo, tiene su..., no sé tiene algo ¿no?

¿? dijo...

Bueno en referencia a Medem, haciéndome cargo de lo que comenta Libertariano y Simon Fisherman, creo que su obra fílmica se basa en una concreta función espacio-temporal fundamentada en la imagen del cículo, es decir, en la estructura circular que adquieren sus filmes, que sin duda alguna tiene como referencia a algunas teorías físicas como las de Einstein.
Como decía el círculo fundamenta sus películas en determinados aspectos:
- Como figura geométrica recurrente; ejemplos de ello lo apreciamos en sus obras como en "Vacas", "Tierra",etc.
- Como figura narrativa; la narración de sus filmes no es del todo lineal, sino que se fundamenta en una narración que popdríamos denominar circular, pero sería muy amplia la explicación de este tema por lo que te remito (Simon) al siguiente artículo: THIBAUDEAU, Pascale: "Le cercle: lieu commun de l´espace et du temps" publicado en la revista Pandora en 2001, donde comenta ampliamente estos temas.
Con todo esto no pretendo hacer que Medem guste más o menos,o que sea mejor o peor director por utilizar este tipo de estructuras, ya que las cuestiones de gusto son difícilmente revocables, pero he intentado hacer ver que Medem usa recursos que otros cineastas no usan, y que cuando uno ve uno de sus filmes sabe que es de Medem, cosa que no se puede decir de otros directores, que son muy alabados pero que no terminan por tener un estilo determinado fiel a su personalidad, caso del chavalín ese (Amenábar) que se estrenó con "Tesis" y que hace poco le han dado una estatuilla de esas.

Anónimo dijo...

Interesantísima la distinción entre coñazos sublimes y coñazos a secas. Yo no soy un espectador entrenado, y cada vez más me limito, cuando voy al cine, a las películas waka (Carlos Herrera pixit).

Pero a lo que iba: ¿creen que de verdad se puede establecer la raya (este, timador; este otro, genio) a base de acumulación de sabiduría? A mí me parece más bien que, como dice el artículo, son propuestas que caminan al borde del ridículo, y a uno simplemente le caen en gracia o no.

A mí por ejemplo los silencios de "París, Texas" me encogieron el alma como pocas veces me ha ocurrido, y el milagro de "Breaking the waves" me lo creí tal cual; en cambio Tarkovski, Antonioni... no puedo, se me atragantan.

Con Medem y Greenaway no hay duda, sin embargo: coñazos pretenciosos y anticinematográficos; esas teorías superpuestas no están en el celuloide, no valen para nada.

cesarortegamartin dijo...

Visita nuestra página:

http://estheticaoriginaria.org