Ni la cartera ni la bragueta

Ni de izquierdas ni de derechas, sino todo lo contrario. Así se define Sala i Martín en la entrevista en El País. No es derechas porque ésta suele entrometerse en la libertad individual en temas referentes a la moral (¡qué no me toquen la bragueta!) mientras que la izquierda es feliz quitándole el dinero a la gente para luego redistribuirlo ineficaz e injustamente con el común aunque efizcamente respecto a los suyos (¡qué no me toquen la cartera!)

En realidad, es aún peor porque la derecha conservadora también sufre elefantiasis estatista, y le encanta tirar de presupuesto público para proyectos faraónicos. Así Ruiz Gallardón o Camps, el dirigente popular valenciano, que le ha sacado de la cartera a los valencianos un nuevo Hollywood, una Ciudad de la Luz (sic, ni San Agustín) en Alicante: unos megaestudios cinematográficos. Siguiendo al inspirador de estas políticas culturales, Mussolini y Cinecittà, ahora podrán decretar la autarquía del cine español (o europeo) y prohibir la exhibición del cine norteamericano, esa basura.

Con respecto a la izquierda tampoco es cierto que sean más liberales respecto a la conducta moral y política individual. Ha sido congénito a la izquierda la persecución política y moral de lo considerado "decadente burgués", el equivalente totalitario de la izquierda respecto al concepto "antinatural" en la derecha.

Resulta interesante leer en un periódico socialdemócrata como El País (en el que habitualmente se muestran datos incorrectos y falaces sobre el sistema nortemericano de salud y educación, mientras que torticeramente se oculta el timo de la estampita en que consiste el denominado Estado de bienestar) la fiel caricatura con la que Sala i Martín destroza la mentira socialista europea:

Entonces, ¿mejor dejar a los Estados que decidan?

R. La respuesta es no. El Estado no es necesario ni es necesariamente bueno. Hablamos muy contentos de nuestro Estado de bienestar, pero si se lo cuentas a un americano se ríe de ti. "No, mire: gano 100, pago 20 en Seguridad Social, 30 en IRPF, 7 o 16 en IVA, 24 cuando compro gasolina; si lo ahorro o se lo dejo a mis hijos, otro 50%". "¿Y qué os dan a cambio?", pregunta él. "¿La hostia?". "No. Hospitales con listas de espera, escuelas que son barracones, carreteras que paran en cada pueblo... Así que me pago un seguro privado, un colegio privado, autopista de peaje". ¡Y estamos orgullosos de ese Estado!

P. Pero pagan más los ricos.

R. Mentira. Pagan los trabajadores de sueldo alto. Los ricos de verdad tienen el dinero en Jersey. Ese bienestar es una farsa. Queda muy bonito en los libros de texto socialdemócratas, pero la práctica es una farsa. Y tan cara que no se puede mantener.

Su liberalismo le lleva a criticar a las vacas europeas, que "cobran" siete euros al día de subvenciones y boicotean el desarrollo comercial de los países emergentes (¡qué vergüenza para Europa el bloqueo a las importaciones chinas!), y un sistema político como el español que impide la independencia catalana. Me apunto a ambas cosas. Por ejemplo, referendum ¡ya! en Cataluña y el País Vasco para ver si verdaderamente quieren la independencia, con la claúsula de que si los nacionalistas pierden la consulta no podrían reivindicar otro referendum en 100 años.

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