"Las ideas son menos interesantes que los seres humanos que las inventan" FranÇois Truffaut

viernes, septiembre 23, 2005

Ian Gibson, Ministro de Miniver

Martin Amis lo denomina la "asimetría de la indulgencia". Jorge Semprún "la buena conciencia lírica de la izquierda". Lo que más me fascina en gran parte de la derecha reaccionaria y de la izquierda totalitaria es lo fácilmente que se envuelven en la bandera de la moralidad. Las grandes expresiones rimbombantes: "España es un país más decente", "Los principios y no el oportunismo político es lo que ha de guiar nuestra acción". Consignas que toman como si realmente fueran ideas.

Tengo amigos de izquierdas que comprenden a Lenin, a Che Guevara, ¿qué podían hacer esos santos laicos ante tanta injusticia, tanta opresión? lloriquean. Tengo amigos de derechas que comprenden a Franco, a Pinochet, ¿ante tanto desdorden, ante la amenaza del caos qué iban a hacer los Padres Putativos de la Patria? mientra ponen los ojos en blanco.

Esta mañana mientras leía El país de ayer (un solo día, y lo obsoleto se acumula pero brilla con intensidad lo extraordinario) lo que me ha erizado el cabello no ha sido la tierna justificación (también llamada "comprensión") que hace Ian Gibson de un asesinato. Tampoco la empatía babosa con la que proclama implícitamente que él hubiera hecho lo mismo. Ni siquiera la asimetría lírica con la que trata a los asesinos de Paracuellos a diferencia de los asesinos de Lorca. Al fin y al cabo, respecto a los asesinados de Paracuellos, y parafraseando para la ocasión la cita que rescata Gibson inconscientemente contra sí mismo, "a todos ellos se les ha comprobado su participación más o menos directa en el movimiento criminal que pretendía hundir a España en la más feroz barbarie" Conclusión: ¿Paracuellos? Defensa propia y pelillos a la mar (en la presentación del libro realizada en la Casa de América, Gibson ha pedido a la derecha que

antes de juzgar comprenda que el ser humano puede ser angélico o diabólico en una situación determinada ... y que tenga la decencia de admitir que había razones de sobra para tal odio'


Todo ello sin ruborizarse. Como tampoco se ha sonrojado, recordemos con Semprún que no hay buena conciencia sin lirismo, cuando ha rememorado sus años de investigación (sic):

Allí, junto al Convento de las Carboneras, viví los momentos más felices escuchando a los gorriones mientras buscaba entre papeles y cuando era muy difícil conseguir una simple fotocopia


Como no es elitista, a lo Juan Ramón, tiene el detalle de no mencionar a los ruiseñores, esos estirados reaccionarios, sino a los más humildes y prosaicos, y seguro que republicanos, gorriones.

Decía que lo que me ha dejado al borde del KO técnico es el subtitulo que como una guinda ha puesto Ian Gibson a su libro: La verdad objetiva sobre la matanza de presos en Madrid en 1936

El Ministerio de la Verdad (Miniver en neolengua) era asombrosamente diferente de cualquier otro objeto que estuviera a la vista. Era una enorme estructura piramidal de reluciente hormigón blanco que se proyectaba, terraza tras terraza, hasta una altura de trescientos metros. Desde la posición que Winston ocupaba, se alcanzaban a leer las tres consignas del Partido, destacadas con elegante caligrafía sobre la blanca fachada:

LA GUERRA ES PAZ
LA LIBERTAD ES ESCLAVITUD
LA IGNORANCIA ES FUERZA

Se decía que el Ministerio de la Verdad albergaba tres mil salas sobre el nivel del suelo y sus correspondientes ramificaciones en los sótanos. Diseminados por Londres había otros tres edificios de aspecto y tamaño similares. La arquitectura circundante quedaba tan empequeñecida que, desde el tejado de las Casas de la Victoria, podían verse los cuatro edificios al mismo tiempo. Eran las sedes de los cuatro ministerios que formaban el aparato de Gobierno: el Ministerio de la Verdad, que se encargaba de las noticias, de los festejos, la educación y el arte; el Ministerio de la Paz, que se ocupaba de la guerra; el Ministerio del Amor, que mantenía la ley y el orden; y el Ministerio de la Opulencia, responsable de los asuntos económicos.


George Orwell, 1984


4 comentarios:

El Salmantino dijo...

También uno se puede envolver en expresiones de signo contrario, tal que: "No es oportuno hacer reformas ahora, que todo está en calma; los principios democráticos nos pueden complicar la vida. No hay demanda social para ello."

La firmaría culquier franquista en su momento, ¿verdad?

Digo esto porque tu frase-consigna del ejemplo me ha recordado a Esperanza Aguirre y su teoría del oportunismo.

. dijo...

Brillante, brillante...

Ismael dijo...

Salvaguada de la epísteme: "Justificación" y "comprensión" no son sinónimos. Según el bando en el que se milita, duele Lorca y avergüenza Paracuellos, o bien viceversa.

Los historiadores empiezan a tener claro que Paracuellos no fue ordenado por Carrillo ni autorizado por Largo Caballero. Como si importase.

Libertariano dijo...

Comprender, justificar... en el orden de las acciones humanas asumir las razones de los protagonistas como legítimas equivale a justificarlas.

Es lo que hace Gibson. "El asesinato de Lorca fue una barbarie PERO lo comprendo" No: "Comprendo las razones que llevaron a su asesinato PERO fue injustificable (no eran razones suficientes)" El orden de los factores sí altera el producto.

En el contexto de su expresión la comprensión funciona desde un punto de vista pragmático como una justificación.

Respecto a Carrillo, ese mismo viernes tuvo ocasión de escucharlo en Radio Nacional. Dijo que los encargados del convoy se encontraton con una multitud enardecida que los linchó. ¿Por qué no lo impidieron los del convoy? Hizo la siguiente comparación: del mismo modo que los polícias del Congreso no impidieron su asalto durante el golpe de Estado de Tejero, PORQUE pertenecían al mismo bando, así no hicieron nada los del convoy (asumiendo que su pasividad fue igualmente criminal)

Por otro lado, comprendo (justifico) que a tipos como a Fraga o Carrillo hubiese que taparles sus miserias antidemocráticas, por el bien del consenso, la transición, etc.

Pero de ahí a reirles las gracietas y participar sonrientes en homenajes hay un trecho.

Y no quiero pensar cuando se mueran. Especiales presentados por Victoria Prego, declarados héroes nacionales y sus nombres en las calles y plazas.

ASí se hace la Historia: los que resisten son los que ganan.