"Las ideas son menos interesantes que los seres humanos que las inventan" FranÇois Truffaut

viernes, septiembre 30, 2005

Julio Camba: Haciendo de Estatut.

Un día, al final de cierta sesión nocturna, don José Ortega y Gasset apareció en el salón de sesiones del Congreso, donde, con voz débil y ademán vacilante, porque su salud se encontraba entonces bastante quebrantada, declaró que los conceptos de autonomía y federalismo no eran conceptos análogos, sino conceptos opuestos. Para decir una cosa tan sencilla, tuvimos que sacar de la cama con toda urgencia, hacia las cuatro o cinco de la madrugada, al filósofo máximo de la nación, llevándolo a la plaza de las Cortes poco menos que en unas parihuelas, y es que, sencilla y todo, esa cosa no la sabía nadie en el Congreso. Para aquellos energúmenos era lo mismo ensamblar las piezas de un puzzle, a fin de formar un cuadro, que coger un cuadro y hacerlo añicos, al objeto de crear un puzzle, y era igual buscar un aumento de poder en la unión con otros países que desmembrar el territorio nacional en regiones más o menos independientes.

No se hablaba entonces más que del Estatuto de Cataluña, compromiso de honor de la República, porque algunos catalanes, reunidos un día con otros señores en un café de San Sebastián, dijeron que ellos no contribuirían a la revolución si no se les prometía el Estatuto, y, aunque la revolución no la hizo nadie y la República vino sola, los señores del café de San Sebastián acordaron:

Primero. Que ellos tenían que encargarse de la gobernación del Estado, porque para eso habían resuelto traer la República por medio de la revolución; y

Segundo. Que, pasara lo que pasara, el Estatuto catalán estaba por encima de todo.

No hubo medio humano de hacer rectificar al Gobierno, por lejos que fue la indignación de las gentes. Don Manuel Azaña hacía grandes aspavientos ante lo que, a su juicio, constituía un caso manifiesto de incomprensión colectiva, y en un discurso memorable declaró que, después de todo, España no es, realmente, un país unitario, y que la unidad nacional carece de tradición entre nosotros. ¿Qué les parece a ustedes?

Desde luego, nuestra unidad nacional no es, ni en un minuto, anterior a nuestra unidad nacional, y si vamos a buscar su tradición a una época en la que todavía no se había logrado, es evidente que no la encontraremos. Esto no quita, sin embargo, para que no haya en toda Europa una unidad nacional más antigua. España fue el primer país europeo que sintió la idea de nación y la impuso en toda la haz de su territorio, lo que no impidió, naturalmente, que quedase aquí una barretina, por ejemplo; allí una gaita, allá un baile o una canción y acullá una manera peculiar de guisar el arroz o el bacalao. Estos residuos históricos son lo que algunos llaman hechos diferenciales, y los hay en todas partes. Los hay en Cataluña con respecto a España, y en Barcelona con respecto a Cataluña, y en la rambla de Canaletas con respecto a la rambla en general. En todas partes hay hechos diferenciales, pero la cuestión está en si debe uno cultivarlos o debe, por el contrario, dedicarse al cultivo de los hechos igualatorios.

El caso fue que los catalanistas consiguieron su Estatuto, emancipándose del vago centralismo madrileño para caer bajo el centralismo directo de Barcelona, y yo recuerdo una fotografía en la que doña Margarita Nelken, cogida de la mano con uno de estos boticarios que la República puso al frente del ministerio de Marina, y con mi amigo don Laureano Paratcha, aparecía bailando la sardana, en celebración del fausto acontecimiento. Hace veinte años, algunos naturales del Ampurdán solían reunirse los domingos en cierta calle de Barcelona para bailar la sardana, y los barceloneses se morían de risa contemplando el espectáculo de su futuro baile nacional; pero ahora no se trata de esto. Se trata de que doña Margarita Nelken estaba muy alegre, y ¿por qué no iba a estar alegre doña Margarita Nelken, digo yo?

En cambio, los otros danzantes tenían todos una verdadera risa de conejo...


Julio Camba, Haciendo de República, 1934

En Camba, como en Ortega y Gasset, Plá o Ramón Menéndez y Pidal se percibe lo que Berlin Smith denomina acertadamente el síndrome del republicano derrotado.



Por cierto, ¿sabe alguien quien manda en el Despacho Oval de La Moncloa?



Sábado, 16 de julio de 2005


REUNIÓN EN LA MONCLOA
Carod se compromete ante Zapatero a que el Estatuto entre en el marco constitucional

Rodríguez Zapatero reafirma su compromiso de respetar el Estatuto que acuerde el Parlamento catalán


PD. Me preguntaba, ingenuo, por el hombre que manda en España. Titular de portada de El País para el sábado

EL PARLAMENTO CATALÁN APRUEBA UN ESTATUTO QUE EL GOBIERNO REFORMARÁ EN LAS CORTES


La vicepresidenta lo que ha dicho es que el Gobierno asegura que el texto final será constitucional. Lo que no quiere decir que haya de ser reformado. El País confunde deseos con realidad, y da una creencia como un hecho.

Zapatero que garantizó, y regarantizó, que respaldaría el Estatuto que saliera del Parlamento catalán sigue desaparecido en combate. No se sabe si como el rey pasmado o como los cuates, con el pulgar hacia arriba.

1 comentario:

Ismael dijo...

Lo que hace el titular de El País es darle al deseo marchamo de hecho. Y que a nadie se le ocurra, pues, que el hecho no ocurra.

Para que luego digan que es el PSOE el que manda sobre PRISA.