"Las ideas son menos interesantes que los seres humanos que las inventan" FranÇois Truffaut

domingo, octubre 02, 2005

Shylock, el Tsunami de Venecia

Esta noche he soñado que un tsunami arrasaba Venecia. Desde una colina contemplaba la Plaza de San Marcos cuando una ola gigantesca, luminosa y fresca, irrumpía en la plaza bajo el cielo azul y un calor primaveral, llevándose por delante a las manadas de turistas japonesas y españoles. Cuando el agua estaba a punto de alcanzarme, desperté.

Mi tsunami onírico tenía nombre: Shylock, el usurero de Venecia. Llevo toda la semana dándole vueltas a la versión cinematográfica que ha hecho el judío Michael Bradford de la obra furiosamente antisemita El mercader de Venecia. La bardolatría de otro judío Harold Bloom, la máxima autoridad actual en Shakespeare (por mucho que le pese a Federico Trillo), no le impide sufrir por la existencia de esta obra (se pregunta "¿sufrirán los gentiles comos sufrimos nosotros al contemplar la obra?") Pues este gentil, quizás no tanto, pero bastante sí. La tragedia íntima del bardólatra judío es que desea que Shakespeare no hubiese escrito una obra que no tiene más remedio que amar.

Bradford, un director mediocre, alcanza dos méritos. Primero, sobreponerse a la censura de los fanáticos judíos (como Barenboim respecto a Wagner) que intentan imponer a los demás su sentimiento herido. Segundo, aún más dificil, asumir su mediocridad para ponerse al servicio del mayor genio literario. Shylock no es el bufón esperpéntico que diseñó Shakespeare para jolgorio de sus contemporáneos antisemitas, pero tampoco el patricio romano que tuve ocasión de ver en el Teatro de la Abadía hace unos años.



Al Pacino, soberbio, sobre todo cuando exige la más injusta de las Justicias.

Como cebo para los peces (así usará la carne que le arranque a su moroso, Antonio, el mercader de Venecia). Alimentará mi venganza, aunque no alimente ninguna otra cosa. Él es causa de mi oprobio, y me ha hecho perder medio millón, se ha burlado de mis ganancias, se ha reído de mis pérdidas y se ha mofado de mi raza, ha obstaculizado mis negocios, ha dado ínfulas a mis enemigos y ha enfriado a mis amigos, y todo, ¿por qué? Porque soy judío. ¿No tiene ojos un judío? ¿No tiene manos un judío, ni órganos, proporciones, sentidos, pasiones, emociones? ¿No toma el mismo alimento, le hieren las mismas armas, le atacan las mismas enfermedades, se cura por los mismos métodos? ¿No le calienta el mismo estío que a un cristiano? ¿No le enfría el mismo invierno? ¿Es que no sangramos si nos espolean? ¿No nos reímos si nos hacen cosquillas? ¿No nos morimos si nos envenenan? ¿No habremos de vengarnos, por fin, si nos ofenden? Si en todo los demás somos iguales también en eso habremos de parecer nos. Si un judío ofende a un cristiano, ¿qué benevolencia ha de esperar? La venganza.

Si un cristiano ofende a un judío, ¿con qué cristiana resignación la aceptará? ¡Con la de la venganza! Pondré en práctica toda la vileza que he aprendido, y malo será que no supere a mis maestros...

3 comentarios:

Libertariano dijo...

Gracias por el enlace mislata, pero me temo que lo de Perednik es un caso flagrante de Wishful thinking (pensamiento desiderativo podríamos traducir?)

El revisionismo actualizador de las obras del pasado es algo legítimo, pero semejante pasteurización de los clásicos (para quitarle los microbios) no va conmigo, que prefiero enfrentarme cara a cara con los problemas, sin ocultarlos o maquillarlos.

Es decir, que prefiero escuchar a Bach con un clave que con un piano (salvo con Glen Gould, claro)

Incluso mejor que Bloom el que mejor ha puesto de manifiesto la naturaleza brutalmente antisemtita de la obra (no digo que de Shakespeare (el gran emboscado de la literatura, porque ni siquiera su catolicismo cultural creo yo que se manifiesta nunca) ha sido Philip Roth, del que ya hablé a propósito de su última novela, en su mejor obra titulada precisamente "Operación Shylock". En su última parte, a partir de la página 300 casi seguro, dedica un par de páginas magistrales al análisis de la obra.

Lo que dice Perednik es que se puede "salvar" la obra para un público contemporánea forzando la interpretación mediante la dirección. Pues claro. Más o menos lo que intenta el Tripartito con la Constitución. Pero a mi no me gustan esos subterfugios. Por otro lado, una puesta en escena puramente shakespereana daría con toda la compañía en la cárcel.

Me alegra que coincidamos TopGun (¡qué película más disparatada, por cierto!) ;-)

Sergio Barrejón dijo...

¿Es antisemita "El Mercader de Venecia"?

¿No lo son, más bien, sus personajes?

¿Retratar a un antisemita te convierte en antisemita?

¿Se consideraba antisemita antes del Holocausto?

Libertariano dijo...

Por el final. La Shoa, utilizando el término que se suele emplear ahora, es la culminación de al menos dos mil años de antisemitismo. En España, sin ir más lejos, está la expulsión del siglo XVI. En Inglaterra fue en el siglo XIII. Todavía hoy en España se usa la expresión "perro judío" o "marrano", una denominación de los judíos, para referirse a los cerdos.

Que El mercader de V. es antisemita, sobre todo refiriéndonos al original, es evidente, obvio. Otra cosa es que se pueda interpretar, y representar, torciendo la original intención de la obra. Pero para eso hay que hacer una labor de poda y de puesta en escena muy laboriosa. En el Teatro de la Abadía en Madrid vi un intento de limar el antisemitismo de la obra, pero ni aún así.

En otra representación, más fiel al original, ¡con Ana Belén en el papel de Porcia!, me quedé impresionado por el antisemtismo brutal de la obra.

¿Era Shakespeare antisemita? No pondría la mano en el fuego. Porque como decía Borges, Shakespeare es todos y nadie al mismo tiempo. Aunque se condena a Shylock, nada menos que a hacerse cristiano (lo cual como nota Bloom es una puntilla sádica que Shakespeare no tendría que hacer necesariamente, y sin embargo hace), también es cierto que sutilmente pone en su mano alguna de las mejores cartas de la discusión.

En fin, mientras que Macbeth es Macbeth (y no se prentende por ningún lado que sea representativo de los escoceses), Shylock es la mayor parte de las veces "el judío", y no solo es que lo digan los personajes, es que lo dice el propio Shakespeare, que se refiere a él de esa forma.