"Las ideas son menos interesantes que los seres humanos que las inventan" FranÇois Truffaut

miércoles, diciembre 07, 2005

La navaja liberal (la pena de muerte desde un punto de vista político y moral)

Si me refería ayer al absurdo epistemológico en el que se incurre con la pena de muerte (allí donde se utiliza la pena de muerte es imposible corregir injusticias si después salen a la luz pruebas de que un individuo fue condenado por error) hoy haré mención de su barbarie desde el punto de vista político y moral liberal.

Políticamente el liberalismo considera que el poder del Estado no debe multiplicarse más allá de lo estrictamente necesario (una aplicación de la navaja de Ockham en el contexto político.) La necesidad de la limitación del poder, que en el terreno económico se articula a través del concepto de la competencia, en el caso del Estado lleva aparejado, por un lado, la necesidad de compartimentarlo y, por otro, de crear esferas individuales inviolables. En caso contrario, la voracidad paternalista del Estado haría que, amparándose en el monopolio legítimo de la violencia que ejerce, deviniese tiranía. El Estado es un peligro constante, y la pena de muerte es la espada de Damocles más peligrosa que pendería sobre nuestras cabezas. No es sólo la muerte sino, como se comprueba en los EE.UU., la humillación que una pandilla de funcionarios prepotentes, desde los Gobernadores hasta el verdugo, aplican sistemáticamente sobre los reos (curiosamente la pena de muerte por "actos no naturales" fue abolida en los Estados Unidos después de la independencia, mientras que en Europa no lo fue hasta finales del siglo XVIII y principios del siguiente.)

Cuando Orson Welles realizó la adaptación de El proceso captó el sadismo de la maquinaria estatal puesta al servicio de una buena causa. En los EE.UU. son las fuerzas conservadoras las que apoyan la extrema medida, con una concepción epistemológica más propia de la Edad Media, que les lleva a estar absoluta y dogmáticamente convencidos de su verdad que identifican ingenua y dogmáticamente con la Verdad.



Desde el punto de vista liberal la pena de muerte es inmoral. La libertad de pensamiento y la libre discusión son los valores liberales por antonomasia. Los socialistas ponen por encima de ellas la igualdad, lo que les ha llevado en ocasiones a la justificación del asesinato estatal en aras de sus conceptos mágicos favoritos (como el de lucha de clases). Los conservadores sacrifican igualmente la libertad en el altar de las tradiciones (sin importarles su irracionalidad) y de entidades metafísicamente mefíticas (como la de ley natural). Por el contrario, la defensa de la libertad de pensamiento y de libre discusión lleva implícita la defensa de la vida humana, por mucho que los instintos asesinos de los grupos de presión que controlan al Estado (en el caso norteamericano las fuerzas reaccionarias de corte platónico y/o religioso) disfruten de forma enfermiza con el espectáculo de la muerte. El pensamiento y la discusión libre presuponen la posibilidad del reconocimiento de los propios errores, la capacidad de cambiar y la imaginación para llegar a ser otro. Un ser humano es lo que es, lo que ha sido y lo que podría llegar a ser.

Es igualmente absurda, en sentido contrario, la regla del sistema penal español que prohíbe la cadena perpetua, porque del mismo modo que es humano la posibilidad de la rectificación también lo es la posibilidad de sostenerla y no enmendarla. Los que están en contra de la cadena perpetua están también contra la pena de muerte pero aquí hay un a priori antropológico especialmente ridículo: la consideración roussouniana de la bondad natural del hombre y la culpabilización de la sociedad como la fuente de todos los males. Desde esta perspectiva, que es la que se debate en Europa junto a la liberal, los culpables son, a la vez y paradójicamente, víctimas. En consecuencia, la sociedad no sólo no está legitimada para castigarlos sino que poco menos que les debe pedir perdón. La monstruosidad de este progresismo buenista tiene en España una de sus manifestaciones más perversas en el desprecio con el que son tratadas las víctimas y su entorno, desde el terrorismo etarra (empáticamente asumido por la mayor parte de la vanguardia intelectual de la izquierda) hasta los crímenes cometidos por menores (“angelitos” corrompidos por una sociedad consumista que les ofrece todo pero no les da oportunidades para satisfacer todas las necesidades artificialmente creadas.)

Esta estupidez progresista es el equivalente (in)moral del asesinato institucionalizado en los EE.UU. Estúpida medida y peligrosa, porque ante la ausencia de castigo proporcionado a criminales no reinsertados, como sucede con terroristas excarcelados, se está animando por parte del Estado, en su pasividad ante el crimen, a la venganza personal.

Los dos pilares sobre los que se asienta la civilización occidental son dos asesinatos estatales. En primer lugar, el asesinato que cometió la democracia totalitaria de Atenas al condenar a Sócrates. En segundo lugar, el ajusticiamiento de Jesús en el Gólgota. Más de dos mil años después sólo EE.UU., entre los países deudores culturalmente de esos crímenes, sigue repitiéndolos. Y con la chulería que caracteriza a los fanáticos se presume además de poder dormir por las noches. Cosa que ni Meleto ni Pilatos seguramente pudieron hacer.


PD. Me he encontrado con un récord de aportaciones a la anotación primera sobre la pena de muerte. Agradezco los comentarios de todos, que me han hecho reflexionar sobre la cuestión.

PD.Según algunas encuestas en determinados países europeos la mayor parte de la población está a favor de la pena de muerte. Para el liberalismo este resultado es inaceptable de aplicar, en cuanto que los principios liberales están por encima de los puramente democráticos, y la única democracia legítima es la que se articula según los parámetros liberales. Una democracia no liberal, como es aquella que automáticamente impone los criterios mayoritarios sin respetar los derechos inalienables de las minorías, se constituye en una tiranía de las masas. En una democracia liberal, el principio de la libertad individual restringe el principio del Gobierno de la mayoría.

PD. Schwarzenegger se plantea el dilema de ofrecer un perdón a un condenado que evidentemente se ha rehabilitado. Arnold se debate entre su liberalismo ideológico y el conservadurismo de muchos que le apoyan.

12 comentarios:

Zelig dijo...

Totalmente de acuerdo: en contra de la pena de muerte y a favor de la cadena perpetua con la posibilidad de la libertad condicional si el preso demuestra su completa rehabilitación.

Es decir, libertad condicional como premio a un proceso personal de rehabilitación (y tras haber cumplido los suficientes años de castigo), no como una concesión del estado.

¿? dijo...

Menos mal que aún existen personas racionales, porque tras leer muchos de los comentarios a favor de la pena de muerte, me sentí como si fuera un "marciano". Con respecto a la cadena perpetua, no estoy del todo de acuerdo, lo digo por lo de Ziguatanejo, ¿sabes lo qué es?, espero que un cinéfilo como tú lo adivine!!!!!!jejejee!!!!!!

Libertariano dijo...

Cierto, Albert, que debemos especificar que el liberalismo desde el que hago la crítica a la pena de muerte es el que podríamos calificar de minarquista (o hayekiano, a su vez un compendio de la política económica de von Mises, de la epistemología racionalista crítica de Popper y la burocrática de Max Weber)

Tu posición liberal, para los que no te hayan leido de por aquí (lo que recomiendo muy vivamente), sería aquella que Hayek denominaba, no sé si irónicamente, de "ala extrema del liberalismo": para entendernos un liberalismo extremo que en la práctica coincide con el conservadurismo (aunque las razones de fondo puedan ser muy diferentes)

En ese sentido el artículo de Kinsella que citas me parece que incurre en los vicios característicos de dicho liberalismo: escolástico en la argumentación, con excesiva casuística en la discusión particularista de casos concretos, con graves errores conceptuales de fondo (es curioso como cae en el mismo error de los hegelianos de izquierdas, confundiendo contradicciones con lo que son simples oposiciones de contrarios. Y aún en el caso de que fuesen "contradicciones", no tendrían la misma fuerza contradicciones en el nivel del discurso que las que se dan entre el discurso y la acción, las contradicciones performativas, a las que se refiere Kinsella. Éstas últimas, como las oposiciones de contrarios, no están sometidas a la lógica binaria sino que se rigen por la "fuzzy logic", la lógica difusa, que admite más valores de verdad que los habituales de "verdadero" o "falso". O gradaciones entre ellas, si lo prefieres)

Por cierto, pocas veces he visto peor empleada la cita de Wittgenstein.

La cuestión de mi oposición a la pena de muerte no se basa en que está administrada por el Estado. Una gestión privada sería igualmente falible y por tanto rechazable por principio. A menos que se considere que el Mercado es un sustituto laico de Dios y su omnisciencia, y no soy un teólogo del Mercado, éste, como cualquier máquina (en este caso de procesamiento de información) también tiene límites.

En el caso de los EE.UU., y no me he querido extender en el asunto, es su componente religiosa bíblica (del Antiguo Testamento) la que se encuentra en la base de su fascinación por la violencia.

En todo caso siempre será instructivo una defensa de la pena de muerte desde el punto de vista liberal, como la que hiciste contra la interrupción del embarazo en cualquier momento (en esta cuestión no he querido entrar porque entonces además de epistemología, política y moral me debería extender en ontología, y la íbamos a liar)

Un discrepante y afectuoso saludo liberal

Alberto Neira dijo...

Intersante debate que trae de cabeza a muchos, liberales o no.

En mi opinion la pena de muerte estatal choca con que el Estado no puede disponer de la vida humana, ni siquiera por delegacion de la sociedad, seria una formulacion contractualista con los problemas que siempre tienen estas. De hecho tengo dudas de que el ser humano pueda disponer "legalmente" (ley natural") de la vida de otro, pues el concepto de legitima defensa no invlaida el hecho criminal de la muerte (se comete un asesinato) solo exime de responsabilidad por razones de coherencia logica. Como el Estado no puede recurrir a la legitima defensa frente al criminal (hay una desproporcion, el criminal nunca es un peligro para la sociedad, solo para bienes individuales) posee otros medios para evitar la criminalidad (carcel, destierro, servidumbre,...).

Como bien dices, la pena de muerte es ademas falsable, no puede darse vuelta atras. La excusa de que el proceso se alarga muchos años hasta estar muy seguros (apelaciones, etc,...) no solo sigue fallando, sino que puede constituir tortura.

Dos apuntes, en el liberalismo no solo rige la proporcionalidad, tambien la culpabilidad y la posibilidad de reinsercion.

Sobre la cadena perpetua, no esta tan claro que estuviera prohibida en España, solo implicitamente a traves de la prohibicion de penas degradantes. Como la pena de muerte para en el ambito militar se abolieron por la firma de tratados internacionales, España podria ponerlas en vigor denunciando o estableciendo reserva. Yo soy partidario de que tiene encaje constitucional la cadena perpetua con posibilidad de remision.

Zelig dijo...

Vigi, eso de Ziguatanejo... ¿tiene que ver con Rita Hayworth? ;-)

¿? dijo...

Frio, Frio, Zelig tiene mucho que ver con lols temas que se están debatiendo, cualquier cinéfilo lo debe de saber!!!!!!!!:)

Zelig dijo...

Ziguatanejo es el pueblecito mejicano en el que Andy Dufresne
y Red son felices y comen perdices.

El de Rita Hayworth es el primer poster que Andy tiene en su celda. El poster se lo consigue Red después de que Andy se lo pida durante una proyección de Gilda.

Es más, el título del relato de Stephen King en el que se basa "The Shawshank Redemption" (Cadena Perpétua) es "Rita Hayworth and the Shawshank Redemption".

¿Pero cómo que frío, frío? :-P

¿? dijo...

Buenísimo Zelig, me rindo a tus pies!!!!!!!!!!!

Libertariano dijo...

Vigi, te tenía que haber puesto en antecedentes. Zelig, como su nombre indica, es un peligrosísimo cinefago, curtido en mil foros.

Zelig dijo...

Vigi, los elogios de libertariano son un tanto exagerados.

Donde dice "mil foros" debería decir dos, aunque eso sí, los dos mejores foros de la cinefagia hispana.

Y en vez de "peligrosísimo cinefago" bastaba con cinefago aficionado, modesto discípulo del temible y único cinefago original.

Anónimo dijo...

¿que tiene de mágico el concepto de lucha de clases? no me parece menos real que el de libertad de mercado, por citar alguno...

Anónimo dijo...

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