"Las ideas son menos interesantes que los seres humanos que las inventan" FranÇois Truffaut

jueves, enero 12, 2006

Delenda est Hispania? Ortega: un liberal frente a los socialnacionalistas

Ortega y Gasset advirtió, recién proclamada la República, que los principales peligros que la acechaban eran una reacción monárquica a la derecha, un proceso revolucionario a la izquierda y la disgregación separatista que propugnaban los partidos nacionalistas. Setenta años después, seguimos empantanados en el charco del narcisismo de la diferencia.



El asalto a la legalidad liberal y democrática que emprendieron los catalanistas, culminada en un golpe de Estado antirrepublicano a fuer de republicano, encuentra su continuación en la actual centrifugación de España que lídera el lider socialcatalanista Pascual Maragall. El ombliguismo esencialista de lo que Ortega llamaba “apartismo” es un movimiento reaccionario, aunque hábilmente promocionado como lo más in de lo progre. En el momento en que debieramos estar concentrados en la construcción de una supranación europea, el enanismo político de los líderes políticos españoles, de Zapatero a Carod, está reduciendo el sistema estatal a un reino de taifas. Y Europa, a un patio de vecinos, catetos y mal avenidos.

Ahora, como en tiempos de la República, lo que está en cuestión es la unidad de la soberanía, y que la relación entre los españoles sea de concordia o de enfrentamiento. La gran alianza, el gran abrazo entre todos, que comportaba la Transición ha sido puesta en cuestión desde el nacionalismo vasco, armas incluidas, y el nacionalismo catalán, de forma menos violenta pero no menos insidiosa, que han ido envenenando la cotidianidad social hasta extremos que lindan con el racismo y la xenofobia. La última modalidad de este conspiración del odio contra la propuesta de convivencia cívica inspirada en la Transición vendrá con el ajuste de cuestas vengativo de lo que se denomina “Memoria Histórica”

Zamora Bonilla lo explica con claridad en su brillante biografía de Ortega (Plaza & Janés):

Ortega estableció que la soberanía no es una competencia sino el poder mismo. Es el origen de todo poder, de todo Estado, y de toda ley. La soberanía es preestatal y prejurídica, en cuanto que es el fundamento del poder, de la ley, del derecho y del orden. La soberanía es la voluntad de una vivencia histórica de una colectividad.


En este sentido, interpretar la historia de España como encaminada a la desmembración y la desconvivencia, al estilo de Zapatero y Maragall, es absurdo y falso. España, para Ortega, es una voluntad común de convivencia que arranca, al menos, de la España multicultural de los judíos, los moros y los cristianos, como defendió Américo Castro y, hoy en día, Jesus Huerta de Soto.



La inclusión del término "nación catalana" es un paso más hacia la soberanía de índole catalanista que es incompatible y contradictoria con la soberanía española. Y romper con la soberanía española, como proponen los socialnacionalistas, significa acabar con la democracia liberal que tiene su origen en la Constitución del 78.

La postura de Ortega, autonomista (no federalista:España parte de la unidad, no de la separación), liberal (El Debate criticaba el concepto de soberanía de Ortega porque llevaba a una democracia liberal), racional y democrática fue muy criticada, tanto por los defensores de la España una-grande-libre-centralista-uniformazadora-represora, como por los de una Cataluña una-grande-libre-centralista-uniformazadora-represora... Y así hasta octubre del 34 y julio del 36.



Ahora el gobierno socialnacionalista de ZP arresta a los de un bando mientras se humilla, sonriente eso sí, ante los otros sectarios. Tiempos aquellos en los que Indalecio Prieto se burlaba de los “Gibraltares vaticanistas” en referencia a los derechos históricos que reclamaban los nacionalistas (entonces se llamaban “leyes viejas”)

Seguimos en el erial. Pero no olvidamos al Maestro.





Como entonces defendía Ortega, hay que pensar a lo grande, hasta el infinito y más allá. Lo que quiere decir que hace falta plantear un gran pacto de Estado entre el PP y el PSOE para resolver la cuestión nacional en la dirección liberal y autonómica orteguiana. Para lo que habría que empezar con un cambio consensuado del sistema electoral, en el que el peso de los socialnacionalistas tuviese un peso democrático real, y no inflado como en la actualidad. A continuación, definir de una vez por todas las competencias de cada Administración desde una perspectiva racional, de eficiencia y equidad, y no como ahora puramente sentimental, desde el mito de la lengua o el mito de los bailes folclóricos (habría que explicarle a Maragall que las sevillanas quizás no, pero el cante jondo tiene mucha mayor densidad y especificidad cultural que cualquier lengua. Y hay grandes cantaores catalanes. Así que, en todo caso, pida perdón él a los españoles, de Barcelona a Cádiz, por su ignorancia y desprecio hacia manifestaciones culturales que no entiende)

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Dos apuntes, y un añadido:

Uno: - No veo, y bien que lo lamento, que se esté insistiendo lo bastante en algo tan evidente como lo es el que si se le reconoce a Cataluña el estatus de ‘Nación’ sin que eso lleve aparejado su inmediata y completa separación del resto de España, justamente a eso que ahora llamamos España se le niega su propia condición de Nación y pasa a ser una absurda pepitoria de naciones y nacionalidades y autonomías y Dios sabe qué más entes territoriales diferenciados (se trata únicamente de ver en qué quedan las actuales comunidades autónomas tras la modificación de sus respectivos Estatutos).

Por lo mismo, quizás fuera ya hora de plantearnos todos seriamente la conveniencia de que 'Cataluña reme sola en su navío' limitándonos los demás a desearle un buen viaje... y definitivo. Con todas las consecuencias.

Quien sabe si adelantando lo que tiene ahora mismo visos de convertirse en realidad no tardando demasiado, no habríamos de salir ganando todos.

Otro: - Qué gran favor nos hubiera hecho la Iglesia católica absteniéndose de pedir perdón por el caso Galileo y otras memeces (en el año 2000 el papa Juan Pablo II pidió perdón por los errores que hubieran cometido los hombres de la Iglesia a lo largo de la historia) que tuvieron lugar en entornos históricos y sociales hoy casi inconcebibles. Pues fue dar el pistoletazo de salida a una carrera de reivindicaciones y solicitudes de perdones y rectificaciones que ya ha llegado a lo nauseabundo.

El añadido - Pido perdón por consignar aquí un sucedido personal: Por un nacionalista canario se me ‘exigió’ (en mi condición de peninsular afincado aquí, en Canarias) en determinado momento que reconociera los ‘crímenes de mis antepasados’ los españoles que masacraron a los primitivos habitantes, a los guanches y ‘pidiese perdón’ por ellos. Ni siquiera el hacerle ver que yo era el primero de mi linaje que había pisado estas Islas, y que eran sin duda los del suyo quienes habían participado en la tropelía, fue suficiente para que el acémila cambiase de parecer, por cuanto sé que sigue con la misma matraca. Y mucho me temo que alguno de mis descendientes, ya canarios, le plantee en su día con igual injusticia a otro inocente tamaña exigencia. Que son precisamente estos indígenas recientes los más 'reivindicativos', como es bien sabido.

apfner dijo...

Curioso, a mí y a otros godos también nos culpa periódicamente un amigo nacionalista canario (y orígenes étnicos similares que nada tienen que ver con los guanches) del "genocidio". Se ve que es consigna insular.

Libertariano dijo...

Estoy plenamente de acuerdo contigo belaborda en ambas cuestiones.

Pensar "a lo grande" quizás tenga que ir por lanzar un órdago a los catalanisas.

No conocía la anécdota de los canarios.

¿Y a mí quien me va a pedir perdón?

Fran Hervías dijo...

Año 150 A.C. Marco Catón; político, escritor y militar romano, se pasea preocupado por los salones del senado romano, en su cabeza una permanente obsesión, Cartago, y ante el constante auge económico y militar de este vecino pueblo del mediterráneo, es bien conocido, los ecos han llegado a nuestro días, al acabar sur locuciones; ya hablase de calzadas, tributos o política; de forma sistemática siempre sentenciaba- “CETERUM CENSEO CARTHAGINEM ESSE DELENDAM” que ni más ni menos viene a significar –Ciertamente pienso que Cartago debe de ser destruida-

Pues eso mismo deben pensar los nacionalistas periféricos que campean a sus anchas por nuestro estado, y su particular guerra púnica de acoso y derribo, al constante pulso que de forma sistemática es sometido nuestro estado.

Para llevar a cabo estos fines, tiene como cooperadores necesarios a millones de agnósticos ciudadanos, que de forma sistemática e impasible miran hacia otro lado, ante los abusos al que somos sometidos, esta sutil presión coactiva forma parte ya de una manera de vivir, de una cotidianeidad política y social, de un constante adoctrinamiento. Esta impostura ha sido sabiamente cultivada en Cataluña desde la era del poder pujolista, donde un ataque a su persona era considerado un ataque a Cataluña, estas dimensiones han alcanzado en ocasiones tintes extremadamente ridículos, es muy significativo el dossier que publico la revista “ the economist” y la posterior reacción del govern de la generalitat.

Es así que la administración pública en Cataluña, es una mero ejecutor de sus sueños, sus fantasías y los delirios de la opción política que gestiona controlando los medios que tiene a su alcance, cumplimentado de forma muy generosa con los que alimenta su particular “chiringuito”. Se basa en una abundante tribu de “naciopatas”de turno generosamente subvencionados, novelistas tertulianos, historiadores entre otros, que crea y actualiza mitos, rescribiendo el pasado reciente o lejano con resultados, debemos reconocer ciertamente notables. Este nacionalismo catalán contemporáneo, ya que no hay otro, no divide a los catalanes por su capacidad craneal o por su RH, como practica el nacionalismo vasco y otros modelos etnicistas y pseudo científicos , sino con una comunión con el pensamiento nacionalista, o la también llamada “ceba” con la cultura de la subvención, donde todo lo catalanista es moderno, progresista y plural y el españolismo, por sistema es, trasnochado, rancio y fascista, donde se pinta como un enemigo, que al igual que Carthago se ha de destruir.

Anónimo dijo...

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