"Las ideas son menos interesantes que los seres humanos que las inventan" FranÇois Truffaut

viernes, febrero 10, 2006

Munich. Spielberg sobre la cuestión judía

Sigo procesando Munich, la última película de Spielberg, en mi opinión una obra maestra del cine político. Lo que sigue a continuación es un esbozo, un borrador, de las ideas que se me han ido ocurriendo en estas semanas.

Es difícil apreciar lo que se tiene más cercano. Hoy nos puede parecer increíble que Truffaut detestase Centauros del desierto, o que a Jean Paul Sartre atacase Ciudadano Kane cuando ambas se estrenaron. En ocasiones, también me ha sucedido: La edad de la inocencia, Sin perdón o Inteligencia Artificial no me parecieron la primera vez de la importancia decisiva que luego he sido capaz de apreciar.

I.A. es precisamente la película de Spielberg más importante de los últimos tiempos. Fue entonces cuando se produjo el encuentro entre de los dos talentos judeoamericanos más grandes del cine americano contemporáneo: Spielberg, el mago que transforma en oro todo lo que toca, con gran talento visual pero aún falto de una mirada incisiva y profunda, un tanto anestesiado de tanto éxito, y Kubrick, con un nervio cinematográfico indiscutible y una cosmovisión plena que usaba la cámara como un escalpelo de la realidad. Fue Kubrick el que buscó a Spielberg para lo que sería su proyecto-testamento. En esa relación, via fax, Kubrick dio su último aliento que, como en la leyenda judía, terminó por despertar al hasta entonces niño-golem Spielberg que a partir de entonces se convirtió en un director hecho y derecho.

Después de I.A. Spielberg ha consolidado un discurso cada vez más propio, en el que vuelve a temas recurrentes: la familia (sobre todo la ausencia del padre), la lealtad a los orígenes, la memoria como fuente de la identidad personal, la autonomía del individuo frente a la amenaza del poder (de cualquier poder)... Junto a Eastwood, Scorsese y Lynch forma parte del póker más lustroso del cine americano.

Y Munich es un nuevo clímax en su carrera.

La violencia

Son varios los problemas que trata Spielberg en Munich. En primer lugar, la realidad de la violencia. Y la cuestión de cómo tratar dicha realidad. Es legítimo responder a la violencia con la violencia? Esto es lo que se plantea la primera ministra Golda Meir desde las cloacas del Poder. Y responde que sí:

“otra vez masacrados... 11 judíos muertos en Alemania... y el mundo sigue con sus banderas y sus juegos... esas personas han jurado destruirnos. Olvídemos la paz por ahora, les demostraremos que somos fuerzas. Tenemos leyes, representamos la civilización... pero no sabemos quienes son esos maníacos... díganme que leyes amparan a individuos como esos... toda civilización ha tenido que llegar a un compromiso con sus propios valores. He tomado una decisión, la responsabilidad es sólo mía”

Esta película también se podría denominar Una Historia de La Violencia. La violencia va in crescendo desde el bellísimo -cinematográficamente- asesinato del traductor de Las mil y una noches, hasta el durísimo de la killer holandensa (gran detalle hitchcockiano del perfume en el pasillo)

La densidad moral y la complejidad política de la película a través del thriller se construye planteando preguntas difíciles a la vez que apunta ciertas respuestas, pero sin dogmatismos ni certezas, dejando la puerta abierta a otros acercamientos.

Individuo y destino en la universal.

Además del cuestionamiento de la violencia, sin ingenuidad, mirando cara a cara la necesidad de responder con violencia a la violencia, al mismo tiempo se introduce la cuestión de si el colectivo, en este caso la nación israelí, está por encima del individuo. De ahí las referencias a Eichman que fue sometido a un juicio, o la insistencia, tras una evolución dolorosa por parte del agente Avner, en la necesidad de encontrar pruebas acusatorias.

La tierra prometida

La secuencia en la que por un “error” los terroristas palestinos y los agentes del Mosad se encuentran en un piso franco se convierte en una metáfora de la tierra compartida y competida. La valentía de Spielberg le lleva a dejar hablar al terrorista palestino, en sus propios términos, dejándo al espectador la libertad de elegir por cual de las dos perspectivas opta. Que algunos amigos me hayan asegurado que ésta es una película antiisraelí y otros que es antipalestina es la señal de que Spielberg ha dado lo más cerca de la diana que seguramente se puede alcanzar en este 2005, dominado por la inestabilidad y la incertidumbre en el Oriente Medio. Recordemos al dirigente maoísta chino al que le preguntaron su opinión sobre la Revolución Francesa y respondió que aún estábamos demasiado cerca para emitir un juicio.

La cuestión judía

Otra de las claves de la película reside en la interrogación por parte de Spielberg de la identidad judía. El judaísmo de la diáspora, cosmopolita y esencialmente desarraigado, y que ha hecho de ese desarraigo su condición de pueblo, frente al judaísmo sionista, que ha planteado la vuelta a la tierra originaria de Israel un programa político (el sionismo es esencialmente laico y socialista) y también religioso.

Spielberg pone en imágenes la dualidad del alma judía desde la creación del Estado de Israel. Por ello, ese plano final de las Torres Gemelas que sirve, a la vez, de metáfora de otras violencias y otras respuestas a la violencia, es sobre todo un símbolo de la patria elegida por Spielberg y su alter ego Avner frente al judío sionista que no acepta su invitación a compartir el pan. Spielberg, es cierto, es un judío que cuestiona la santificación de Israel como patria de los judíos, a los que presenta Nueva York y los EE.UU. como una patria alternativa, de manera semejante a como lo están haciendo otros judío-americanos como Saul Bellow o Philip Roth. Y tampoco es de extrañar que esta alternativa del judaismo de la diáspora sea percibida como una amenaza para Israel y, en cuanto tal, criticable. Pero lo que es indiscutible, y sería una confusión categorial tremenda, es que el artificio cinematográfico a través del cual Spielberg muestra sus cartas es irreprochable. La esencia del judaísmo de la diáspora es haber sido un pueblo de la Palabra, desligado incluso de la presencia divina para entroncar directamente con el Logos griego. Nada más ajeno a esta concepción del judaismo que un nacionalismo territorial o étnico, por definición estrecho en su concepción y corto en sus miras.

En un foro en El País, a Vargas Llosa le planteaban:

¿Ha visto Munich, de Steven Spielberg?En caso afirmativo, ¿qué le parece?

R. ME parece una extraordinaria película que, al mismo tiempo que cuenta una hoistoria con una extraordinaria solvencia artística, plantea un dilema moral de extrema actualidad. Lo que ese filme desribe desborda el conflicto palestino israelí. Es terriblemente injusto que llamen a Munich una película anti semita; creo que es todo lo contrario, está en la tradición judía de plantear la política como un problema moral.

Aunque más que de antisemitismo o antisionismo cabría hablar de a-sionismo, en el sentido de no estar de acuerdo con el planteamiento que quiere situar como único destino de los judíos Israel, o que se deba tener una relación de lealtad y compromiso dogmático con dicho país. Lo que es perfectamente legítimo, y así Spielberg opta por una opción minoritaria pero presente en la discusión judaica sobre su propia identidad y respecto al laberinto de la historia y la política de Israel.


También se ha criticado el film por no contextualizar adecuadamente la reacción antiterrorista israelí. Es verdad que la orden de asesinar a los terroristas palestinos no fue tomada exclusivamente como respuesta a los atentados de Munich, si no que formaba parte de una situación de asfixia de Israel por parte de los Estados árabes vecinos y enemigos. Es fascinante sumergirse en aquel Israel heroico, socialista y laico, esencialmente utópico, de David Ben Gurion, Golda Meir, Moshen Dayan... Como un puñado de israelíes resistieron el ataque y el asalto de cuatro ejércitos árabes (con Sharon liderando a los míticos paracaidistas de la 101)... Hay que conocer la enorme presión que sufrían entonces los israelíes, a punto literalmente de ser echados al mar, para comprender el clima de extrema tensión en la que se tomaban las decisiones...

No me extraña que la película de Spielberg sea mejor acogida en Europa que en EE.UU. La comparación con Brockeback Mountain es simplemente imposible por incomparencencia del contrario. Y es que la conciencia multidimensional con la que Spielberg plantea los dilemas morales y políticos no casan bien con la simpleza maniquea con que en EE.UU. se suelen plantear los problemas.

La utopía familiar

Los detalles magníficos de guión van puntuando la película. Golda Meir es presentada al lado de una foto en la que se ve a Nixon, el padre de la política del realismo pragmático junto a Henry Kissinger, riendose a mandibula batiente. O el encuentro con la familia francesa, ácratas emboscados en un reino patriarcal fuera del mundo, proporciona igualmente el marco de la utopía personal spielbergiana, el de la familia unida y feliz, al margen de la política, dominada por un padre bonachón pero terrible. Sin embargo, la familia de Avner está dominada por tres mujeres: su esposa (¡Spielberg incluso filma ahora escenas sexuales!), su madre y, su supermadre, como le indica su mujer: Israel. La traición a esta supermadre por un superpadre, los Estados Unidos, marca la necesidad de Spielberg por encontrar una figura paternal que siempre ha faltado en su cine y que ha actuado a modo de foco atractor para sus personajes.

Afinidades electivas

Del mismo modo que a partir de una imagen de Hooper entendí mejor a Tsai Ming-liang, Munich me ha servido en bandeja una comprensión más cabal de Señales y El bosque de Night Shyamalan, que no por casualidad fue bautizado por Time como el nuevo Spielberg.

PD. Otras lecturas de provecho: La ya mencionada en Libertad Digital. La de Frodon en Cahier du Cinema (gracias Álvaro). La desde dentro de Eli Cohen. Y la contextual de Dershowitz en GEES.

15 comentarios:

Nomotheta dijo...

Una valoración muy sopesada y equilibrada, la tuya.

Estoy de acuerdo contigo en que no cabe calificar la película, fácilmente, de proisraelí o propalestina. Al ser una película rica en matices y sugerencias no resulta sencillo emitir un juicio concluyente sobre lo que defiende, si es que defiende algo.

Quizá Spielberg pretende hacer lo que Stendhal decía que hacía una buena novela: pasear un espejo por un determinado lugar a una determinada hora y reflejar lo que acontece.

Es claro que Spielberg se aproxima a esa visión "reflexiva" mucho más que cualquier que se hubiera puesto a la labor, que quizá hubiera sido derrotado de inmediato por sus filias y sus fobias.

Pero es inevitable que despierte ciertas suspicacias y tenga detractores entre los más directamente implicados en el conflicto, como por ejemplo los agentes del Mossad que hicieron la verdadera operación post-Munich, que encuentran la película poco rigurosa.

Ciertamente Spielberg se toma licencias, pero hay que preguntarse si estas son excesivas, esto es, si se las toma a la hora de enfocar y tratar las cuestiones clave.

Por ejemplo, creo irrelevante, o no excesivamente importante, que en la película muriesen agentes del Mossad, en lo que se refiere a la cuestión moral de fondo. Así pues que Spielberg haga morir a algún agente para dar dramatismo al film no me parece que afecte a la veracidad del mismo desde un punto de vista político amplio.

Estoy muy de acuerdo contigo y con Vargas Llosa en que "está en la tradición judía de plantear la política como un problema moral". Esto se aprecia en la película, en la cual los agentes del Mossad aparecen como personas muy morales.

Pero los agentes del Mossad que llevaron a cabo la operación parecen tener muy asentadas sus ideas al respecto de lo que hicieron, y no haber experimentado graves dilemas morales como los que torturan al Hamlet Avner. Ello no implica amoralidad por su parte, desde luego, sino en todo caso todo lo contrario.

Spielberg quizá se ha puesto en exceso dentro de la piel del ejecutor israelí, reemplazándole, para juzgar sus actos.

rojobilbao dijo...

En ningún momento de tu análisis dices que la pelicula se basa en mentiras. Esto ya está denunciado y tu o lo callas por desconocimiento, o por mala fe. Si fuese una obra de ficción basada en guión de Spielberg tendría otro analisis más favorable, pero escudarse en un "inspirado en hechos reales" para contar trolas es indigno de Spielberg y de ti que lo calles.

http://blogs.periodistadigital.com/tizas.php/2006/02/02/la_furia_de_los_espias

rojobilbao dijo...

A Nomotheta le parece irrelevante la mentira de Spielberg (si miente en lo más, imagínate el resto) ¡pero si la pelicula, las dudas de Avner y la psicosis final se basa en unas muertes nunca acaecidas!
Claro que son importantes, son fundamentales.

Eli Cohen dijo...

Spielberg para hacer Munich se basa en el libro de George Jonas, "Venganza". El lo cree real, ya que ha afirmado que si no fuera así no se habría basado en él.

El libro, basado en las confesiones de un espía del Mossad, Yuval Aviv, ha sido desmentido infinidad de ocasiones. Pero, a mi modo de ver, es indiferente que la novela sea o no verídica. Si se hubiera contado lo que ocurrió en realidad, Spierlberg hubiera planteado las mismas preguntas. Exactamente las mismas. Ese era su objetivo.

Si la historia hubiera sido diferente el habría acoplado el mismo mensaje.

Libertariano dijo...

Es metafísicamente imposible "mentir" en una obra de ficción. Si no se entiende la distinción fundamental entre "fiction" y "faction" se instala uno en el dogmatismo totalitario de los fanáticos en una Verdad, así todos los herederos desde Platón hasta los nazis y los comunistas, o bien se pasa uno por el forro como los postmodernos las condiciones que establecen el discurso referencial y hacen de todo una ficción.

El cartelito que dice "inspirado en hechos reales" significa que ha hecho una selección de los hechos que le parecen pertinentes respecto a su intencionalidad artística y política. Por supuesto, que se puede estar en desacuerdo con la selección realizada, pero entonces se trata de analizar si la selección ,y omisión, tiene coherencia con respecto a sus objetivos estéticos y políticos.

Discutir cuestiones sobre la diferencia entre documental y ficción es un poco básico.

Por otro lado, por si no te has dado cuenta rojobilbao, hago enlaces a otros criterios, con otras formas de interpretar y valorar la película.

En este sentido lo que dice nomotheta, no en vano es la "reencarnación" de Pericles, sobre Spielberg como medida de "sus cosas" es la acertada.

La cuestión de que los agentes del Mossan no se reconocen en la película... Ya. Y los militares cuando ven las películas de John Ford dicen: "Justo, lo ha clavado el tío" Y los taxistas, las enfermeras, los profesores de Filosofía, los periodistas y los balleneros protestan cuando se hace una serie sobre ellos porque "mienten" La ficción, por definición, no es que sea una falsificación de la realidad, es, permítaseme gritar: OTRA REALIDAD, que complementa, ilustra, ilumina y amplifica esta realidad en la que nos movemos.

Criticar Munich porque Spielberg "miente" significa criticar y rechazar el 99% de las obras literarias, musicales y, por supuesto, cinematográficas que son, han sido y serán.

Terminemos de nuevo con Ford que explicto esto despacio y claro en "El hombre que mató a Liberty Valance": el arte es el reino de la leyenda. Y a quien no le guste, que se compre un libro de Historia o se apunte a un curso de Física Cuántica

Saludos

Libertariano dijo...

Creo, rojobilbao, que Eli, que escribió una inteligente y emocionante crítica de la película, da con la clave de la grandeza de Spielberg: aunque se puede estar en desacuerdo con sus respuestas, esbozadas con criterio y elegancia, lo importante son las preguntas que plantea.

Por ejemplo, con la referencia a la guerra de Irak en relación a las Torres Gemelas. Esa es una alusión legítima y pertinente desde su punto de vista, que yo respeto aunque, de nuevo voy a gritar, lo siento, para dejarlo claro: NO COMPARTO.

Yo estoy con la posición de Golda Meir y creo que la respuesta israelí fue la adecuada. Pero no considero mi posición dogmática y le reconozco a Spielberg a manifestar una posición contraria.

Os agradezco a todos los comentarios porque me sirve para aclararme a mi mismo sobre dichas cuestiones.

Quisiera comentar que han sido criticados, ya desde el punto de vista cinematográfico, los insertos del asalto a la villa olímpica. Yo hubiera preferido que hubiese mostrado el asalto al principio y que hubiera quedado de la memoria del espectador. Pero también entiendo la opción estilística de Spielberg, porque quiere que el espectador viva la intensidad del recuerdo de Avner que necesariamente tendrá los atentados vívidos en su memoria-imaginada.

rojobilbao dijo...

1º interesante análisis de Birjamer
http://findesemana.libertaddigital.com/articulo.php/1276231323

2º Una obra de ficción basada en hechos reales no puede contar sucesos RELEVANTES inventados. Porque el cartelito inicial pretende que el espectador abra sin miedo su mente a la información que va a recibir, como información REAL, no como ficción. Si el nucleo de la pelicula es lo pertinente, si lo son sus preguntas ¿por qué el dichoso aviso? Para que todos tragemos como cierto lo que él nos pretende contar. Al principio de la pelicula Harry el sucio, no ponen aviso ninguno. Ni falta que hace. Para contar una historia no hacen falta muletas mentirosas.

3º Cuando dices (...)Discutir cuestiones sobre la diferencia entre documental y ficción es un poco básico.(...) siento que me estás llamando tonto, infantil o gilipollas, lo cual me parece de pésimo gusto, pero tu sabrás. Es tu blog, yo un visitante.

4º A lo que dice Cohen, sobre que las preguntas hubieran sido gual de pertinentes si los hechos hubiesen estado en sintonía con lo realmente ocurrido, he de decir que dudo que hubiesen cabido bien en un guión tan flojito, le costaría mucho enlazaras sin el recurso de los compañeros fallecidos. Pero lo que está claro es que la paranoia del protagonista y su deseo de vivir fuera de Israel viene dado por las muertes de sus compañeros. Lo cual es FALSO.

Anónimo dijo...

Si hay que escribir un libro para explicar una película que se acaba de ver, mal asunto. Ciertos matices que comenta el señor Navajas pueden ser interesantes, pero eso no invalida la sensación que le queda a una persona que ame la libertad al ver la película.

La sensación que uno tiene al ver la película es que si la viese Ben Laden, le gustaría. Mal asunto.

Y los hechos que narra la película, la respuesta del comando israelí, no fue así, ni le pasó al comando lo que se cuenta. Mal asunto.

Y sobretodo, lo que me parece Spielberg es un cobarde. En La lista de Schindler, con los nacionalsocialistas derrotados hace 70 años, fue valiente. Con el fanatismo islamista no se ha atrevido a retratar al monstruo, no sea que vayan a por él tal vez. Mal asunto.

Y por lo que desde luego no paso es por esa toma final de las Torres Gemelas en plan metáfora infantiloide y cursi de que la violencia lleva a mas violencia. Spielberg debe desconocer que en el año 622 un perturbado llamado Mahoma conquistó Arabia a sangre y fuego cortando cabezas.

No debemos olvidar que Spielberg es un sujeto que dijo que 8 horas que pasó con Fidel Castro habían sido "las 8 horas más importantes en su vida". Parece ser que más que el nacimiento de sus hijos o su matrimonio. Mal asunto. Muy mal asunto.

Spielberg tiene querencia por los monstruos. Pues que se dedique a los tiburones y a los dinosaurios, que son los que hace bien, y no intenta hacérmelos "comprehender".

Anónimo dijo...

ojala spielberg mantenga este nivel en sus siguientes cintas. munich me parecio perfecta en todo sentido, de esas peliculas de la que puedes hablar y hablar..
claro que no podemos tomar todos los hechos como contados como "reales" pero de eso se trata, es una ficcion historica que spielberg toma para hacer una reflexion de nuestro tiempo..

Francisco Ortiz dijo...

Excelente comentario, con el que se puede o no estar de acuerdo, todo es subjetivo, pero sin duda magníficamente meditado.

Libertariano dijo...

Muchas gracias, Francisco. Veo por tus gustos literarios que compartimos bastante afinidad electiva.

Un saludo

o s a k a dijo...

aaah! qué gustazo leer una lluvia de ideas como ésta. Sin estar a la altura del debate que se abre con cada párrafo, sí puedo decir aque he disfrutado con la lectura y que comparto muchas de las reflexiones que 'Munich' le suscita

ésta es la pequeña crítica que escribí en su día: http://0saka.blogspot.com/2006/04/munich_24.html

saludos cinéfilos,

n a c o
saulbelowForever

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

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