"Las ideas son menos interesantes que los seres humanos que las inventan" FranÇois Truffaut

jueves, abril 27, 2006

Monkey Business

Una de las fotos más impresionantes que realizó Cartier Bresson fue la de un mono "torturado" en un laboratorio de Berkeley. La vi por primera vez cuando realizaba una recensión del libro de Linden. Entonces supe de Washoe y otros monos a los que les estaban intentando enseñar los rudimentos de la lengua de signos. Existe un documental sobre su enseñanza cuya visión es muy recomendable para formarse una opinión sobre las capacidades cognitivas de los simios. Es realmente terrorífico como la separan de su "familia" humana y la introducen en unas jaulas con otros de su especie.





Henri Cartier-Bresson 1967
NORTH AMERICA. 1967.
USA. California. Berkeley University. Research laboratory.

Sin embargo, tanto en el libro de Linden como en el documental existía una clara voluntad de antropomorfizar en demasía a Washoe. Ya lo advertía Juan Benet (ver infra)

Como ha dicho Araujo, uno de los defensores del Proyecto Gran Simio, el ser humano es un gran simio. De lo que no se sigue que todos los grandes simios deban ser considerados humanos. De lo que no se sigue que los grandes simios no deban tener una protección especial, en cuanto que tienen una capacidad cultural y sentimental considerable. Pero de aquí a que se les reconozcan derechos hay un salto lógico-moral no argumentado.




Pero los animales, salvo los protagonistas de El Planeta de los Simios,



no deben tener la misma consideración humana que los humanos porque no existe un correlato epistemológico, fisiólogico o moral entre ellos y nosotros. No son capaces de ser libres en el sentido humano, y por lo tanto tampoco sujetos de deberes ni derechos. Si un simio mata a un ser humano sería absurdo considerarlo un asesino. Del mismo modo supone una extrapolación semántica excesiva decir que están esclavizados en un zoo o un circo. Sólo puede ser esclavo quien podría decidir por sí mismo su destino.

Especialmente capcioso me parece el pseudoargumento de la similitud genética. Al fin y al cabo tenemos una igualdad al 100% de partículas elementales que nos igualan con todos los seres, vivos y no vivos, naturales y no naturales, y nadie, salvo algún panteísta suicida, se le ha ocurrido deducir derechos de dicho hecho. La falacia de la argumentación respecto a la similitud genética, olvida que lo importante en todo caso no es el número de genes sino su estructura, es que deja fuera a los grandes cetáceos, como las ballenas o los delfines. Ellos también deberían de ser protegidos (que conste que el Proyecto Gran Cetáceo surge aquí y ahora)

Que no deben ser susceptibles de derechos al mismo nivel que los seres humanos se entiende al plantear un experimento mental: supongamos que para investigar el funcionamiento del cerebro debieramos realizar experimentos con los grandes simios debido precisamente a nuestro especial parentesco. Sólo desde el fanatismo ecologista se pretendería que dicha experimentación sería ilegitima e inmoral. Del mismo modo que sí es legítimo investigar con embriones para desarrollar terapias génicas sería igualmente legítimo la investigación con los grandes primates no humanos si ello repercutiese en una mejora científica, teórica y práctica, de la especie humana.

Sólo los talibanes religiosos -de índole sagrada o laica- se oponen a dichas investigaciones con embriones y/o simios. Lo que no quita que intentemos establecer investigaciones con otros objetos si es posible. Pero la diferencia entre sujeto y objeto debe ser mantenida aunque sea en defensa propia. Es sintomático que el movimiento ecologista mayoritario esté derivando en una antropofobia que ha llevado incluso a proponer el genocidio de la especie humana para salvar a Gaia. En este sentido gritar ¡Vivan los animales! parece querer decir ¡Mueran los humanos!

Decía Juan Benet que Walt Disney ha sido uno de los grandes corruptores filosóficos de la humanidad. Quizás yo sea un perverso antropocéntrico pero los que promueven el Proyecto Gran Simio, al menos en su actual presentación, forman parte del proceso de waltdisneyzación que nos hace más ingenuos. Y es mejor ser perverso que estar pervertido.






El problema interesante no es, será, los derechos de los animales, sino los derechos de las máquinas inteligentes.

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