Una tarde ferpecta en el Centro Comercial. Unos chavales en la cola, en chándal y con cupones de descuento de QDQ, charlan de grasas saturadas, la última Krusty-hamburguesa cambiada por un Ferrari, y el último anuncio guapo: “Be burguer, my friend”. 1000 calorías después, XXL menú gigante, me siento un tanto somnoliento en un butacón que sería la envidia de Luis XIV. Como siempre, Tony Scott, el rey del cine palomitero, mal que le pese a Michael Bay, con su cámara nerviosa, helicopteros por todas partes y el siempre digno Denzel Washington, duro con las espuelas y blando con las espigas, nos sumerge en un par de horas de acción trepidante, enrevesadas tramas (esta vez con un toque Philip K. Dick, de paranoia conspiratoria y viajes en el tiempo) y romanticismo cursilón. Si te gustó Minority Report (Spielberg), Femme Fatale (de Palma) y Paycheck (Woo), disfrutarás con las transparencias digitales en pantallas líquidas y las suaves caricias de Scott a Paula Patton.
Tony Scott devuelve el cine a los espectáculos circenses y los relatos decimonónicos, mezcla de Méliès y el azucar rosa de la feria. Como la XXL, una al año no hace daño.
2 comentarios:
No, no, no, no.
Està bé aixó de prohibir els greixos! Si son coses dolentes, doncs ja va bé!"
Conversación de esta mañana.
Así que ni Tony Scott ni gaitas. Ficciò, Salvador y cenita en un lounge de la Diagonal o el Gótico -que creo que se necesitan 10 cenas para conseguir las mismas calorías-
Ehhhh pero solo una!!!!!!!!!jajaja!!!!!A mí me gustaría comer salmorejo mientras veo el cine!!!!!eso si con jamón de pata negra y huevo bien cocido!!!!!!jajaja
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