"Las ideas son menos interesantes que los seres humanos que las inventan" FranÇois Truffaut

lunes, enero 29, 2007

Zp no es María Antonieta

Nos descargábamos los últimos discursos de Sarkozy y la sexta temporada de 24 cuando le comenté las últimas películas que había visto en el cine: la trepidante Apocalypto (seguramente la próxima crítica en Libertad Digital), la paradójicamente intimista Rocky Balboa y María Antonieta de Sofia Coppola. Eloy se zambulló sin mediar palabra en el Almendrón y me imprimió la Carta semanal del cinepolitiquero Pedro J. Ramírez en la que hacía una crítica de la película

“empalagoso peñazo manierista que nos acaba de atizar la última hija de papá venida a hacer las Europas”

y la figura de la reina rococó

“sólo una persona tan frívola e inmadura como la que se describe en su primera etapa como Reina podía incurrir luego en la insensatez de fingir estar con la Revolución mientras dejaba un rastro chapucero de su conspiraciones contra ella. Y sobre todo una mala aprendiza de bruja novata…”

Pedro J. carga un tanto las tintas contra María Antonieta para hacer más evidente el paralelismo que quiere trazar con Zapatero (y de paso a La Fayette con Rajoy, y a la turbia turba revolucionaria con nuestros sans culottes de extrema nacionalizquierda).

Lo que me interesa destacar aquí es que estoy de acuerdo con Pedro J. y su sensación de película interrupta, al dejar a la pareja regia justo al comenzar la revolución cuando dejan Versalles el 6 de octubre de 1789. Pero hay que reconocer que es coherente con el interés de Coppola por aportar una visión sobre las mujeres en cuanto que seres pequeños, insignificantes desde el punto de vista de la Historia (así con mayúscula), emocionales y, en consecuencia, aplastados por una maquinaria social abstracta, competitiva y devoradora. Ya fueran Las vírgenes suicidas, la inverosímil estudiante de filosofía de Yale perdida en Tokio o ahora la mosquita muerta atrapada en la red de la Corte versallesca, Sofia Coppola no trata de representar la macrohistoria del poder sino la microhistoria sentimental de una pobre-niña-rica.

Le falla la psicología a Pedro J., porque María Antonieta es frívola y despreocupada, pero se sabe noble, real e imperial. No se puede interpretar su carácter desde el punto de vista burgués, de frío cálculo táctico de tendero. Como diría Nietzsche, lo que distingue la grandeza de María Antonieta, como antes a Carlos I en Inglaterra (interesante Matar a un rey), es precisamente su incapacidad para la negociación, la ceguera ante lo que le conviene desde el punto de la supervivencia física, porque viven en el símbolo. No es de extrañar su íntimo desprecio por el traidor a su clase La Fayette. María Antonieta hubiera podido cantar una versión indie de Muerta antes que sencilla.

Mientras que el carácter de la reina la lleva al desastre por su altiva nobleza, en el caso del presidente Zapatero es por plebeya sumisión, envuelta en cánticos espirituales a la paz y al diálogo.


No, el problema de la película de Coppola es que la “borrachera visual” de la que habla Pedro J. es apta para menores de edad cinematográficos, no siendo suficientemente radical, específicamente europea, salvajemente popmoderna.

Los que hayan visto la película y hayan visto la fantástica recreación que la bella Dunst hace la "diosa de la gracia" no podrán sino fruncir el ceño de incredulidad al leer como describe Zweig el dolor y la muerte de quien parecía estar destinada a las risas olímpicas:



“Los verdugos la cogen por las espaldas; la arrojan, con un rápido impulso, sobre el tablero, con la nuca bajo el filo; un tirón de la cuerda, un relámpago de la cuchilla que cae zumbando, un golpe sordo, y Sansón coge ya por los cabellos una cabeza que se desangra, alzándola bien visible a los cuatro lados de la plaza. De repente, el horror que cortaba el aliento de las diez mil personas, resuélvese ahora en un salvaje grito de: “¡Viva la República!”, que retumba al salir de unas gargantas liberadas ahora de una furiosa congoja… Es más de mediodía. La muchedumbre se ha dispersado. En un carretoncillo, llévanse el ejecutor de la justicia el cadáver, con la sangrienta cabeza entre las piernas… Precisamente al otro día de la ejecución, todavía aullaba Hébert (que la había acusado, para horror incluso de Robespierre, de incesto): “He visto caer en el saco la cabeza del veto hembra. Querría, foutre, poder expresaros la satisfacción de los sans-culottes cuando la architigresa atravesó París con el coche de treinta y seis estacas… Su maldita cabeza estaba por fin separada de su cuerpo de golfa y en el aire vibraban gritos de: ¡Viva la República!”


(María Antonieta al encuentro del doctor Guillotine, en la versión del miserable Jacques-Louis David)

Acierta Pedro J. en el calificativo al pintor de cámara del Terror pero yerra el tiro al comparar a María Antonieta con Zp. Pero creo que no nos equivocaremos si relacionamos el careto del sanguinario y brutal sociopáta disfrazado de héroe revolucionario Hébert con el macilento rostro de Iñaki de Juana Chaos (para el esbelto y virtuosamente luciferino, no menos cruento, Saint Just tengo otro candidato)

PD. Se ha hablado mucho del tema de la proporcionalidad de la pena respecto a la condena por unos asesinatos y una amenaza, nebulosamente precisa, de asesinato. No he visto apuntar que la única perversión social y jurídica respecto al asesino de sí mismo, una variante de su patología, consiste en que no exista en España la cadena perpetua para la amenazas objetivas e inmediatas contra los ciudadanos. Un corolario más de una sociedad, a la derecha y la izquierda, anestesiada en la fibra moral y la vocación política.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

la inverosímil estudiante de filosofía de Yale perdida en Tokio

Inverosímil... ¿por qué? A mi "Lost..." me encantó de sobremanera mientras que aborrecí el empacho manierista de Maria Antonieta. La fotografía y el uso de la cámara eran los mismos pero las situaciones tan diferentes...

Un saludo

Anónimo dijo...

Anoche empecé María Antonieta de Zweig, y la cosa promete ;)
Un placer leerle de nuevo Maestro
Saludos!

Anónimo dijo...

Como nuevo Saint-Just, aunque con cara de mono, se me ocurre el pérfido Rubalcaba. Igual de confabulador, enredador, radical (sectario), demagogo, etc.

Por cierto, reivindico un post sobre Charlotte Corday, la mano del pueblo asestando una puñalada (bien sea imaginaria) a la tiranía de Marat, vulgo a la nueva tiranía.

Libertariano dijo...

Andrés, me resulta inverosímil, por cierto a Eduardo Mendoza también, que una estudiante de Filosofía de Yale se vaya a Tokyo, se aburra porque su novio la deja, se encierre en la habitación y se dedique a pintarse las uñas. Eso es lo que haría una virgen suicida, pero ni siquiera Sofia Coppola, cuyo novio era muy parecido, haría semejante cosa. Si la hubiera presentado como cajera del Día o princesa en Versalles, vale.

Por otra parte, hay un planteamiento común , de fondo y forma, entre todas sus películas. Me sorprende que a los que gustaron de Lost..., una comedia dramática burguesita al fin y al cabo, no disfruten con el refinamiento aristocrático de la María Antonieta. Pero eso es otra discusión.

Los mejores libros de Zweig, Mar, son Carta a una desconocida, con inmortal versión cinematográfica de Ophuls. Y en cuanto a biografía, el enfrentamiento entre Calvino y Castellio. Confieso que lloré al leerlo.

Y gran idea lo de la Corday. No conozco ninguna película, salvo por el "Marat-Sade" en el que aparece por allí. Me pido a Penélope para Carlota.

Anónimo dijo...

Tras recomendar a un amigo que viese la película de "Babel", este tuvo la delicadeza de darme un link a tu "crítica". Crítica llena de cuatrisílabos y esdrújulas, grandilocuente donde las haya. Algo curioso ya que acusa de eso mismo a su objeto de crítica.
Tras salir a flote dificultosamente entre tanta retórica, encontré al fin un argumento verificable: el happy end. No sabía que era requisito fundamental de toda buena película acabar mal.

Libertariano dijo...

Saludos al amigo, Marta, que te recomendó mi """crítica""". Me parece entender que más que gustarte te entusiasma "Babel". Enhorabuena, la vamos a tener hasta en la sopa. Me permito recomendarte a mi vez las críticas de la revista méxicana "Letras libres", muy favorables a todo el universo de Iñárritu y Arriaga. A pesar de que no estoy de acuerdo con ellas, no por eso las descalifico.

Los finales felices no deberían estar prohibidos. Sí, en cambio, los tramposos.

Aunque reconozco que me vienen a la memoria más finales tristes, trágicos o al menos ambivalentes de grandes películas. Hay excepciones, claro, "El hombre tranquilo", "Ordet", "Qué bello es vivir" (aunque incluso en estos casos estaría dispuesto a discutir la presunta felicidad)

Los que prefiero en las películas que me gustan son los abiertos, los que te dejan la esperanza de que otra película, de lo mismo, es posible: "Casablanca", "Master and Commander", "Centauros del desierto"

En cualquier caso, un buen tema para un artículo, un libro, incluso una tesis doctoral.

Saludos

Anónimo dijo...

La impresión que dejó en mí la película fue mínima comparada con tu artículo. No soy entusiasta de Iñárritu, ni mucho menos, pero creo que te has perimitdo el lujo de exagerar. Respecto al supuesto final feliz, no me gustaría a mi estar en el pellejo de una víctima de arma de fuego operada en una chabola con una aguja de coser calzones, un niño deshidratado con un trauma con las bodas o una deportada.
No acabo de entender tu concepto de "final tramposo", y no, no me gustaría tener que vivir para ver "Casablanca II: siempre nos quedarán las precuelas".

Anónimo dijo...

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