Obituarios cinéfilos

Dado que en sólo El País trae a Bergman en la portada compro El País (Le Monde se ilustra con Michel Serrault, el verano le sienta mal a los clásicos). Extraño el tacto del periódico en papel, tan antiguo, tan de ayer. En la muerte de Bergman algún artículo me ha iluminado, como el de Marcos Ordóñez sobre su faceta teatral. Aunque no puede evitar deslices de cultureta viejo, tan reaccionario como aquellos cristianos, al hablar de sus tres últimas películas: “rodadas para televisión, son puro cine y puro teatro” Porque ser “pura televisión”, para alguien que quizás se vanaglorie de no ver la tele, tan impura, es casi una contradicción en los términos.

Otros artículos me han llenado de sombras. Muñoz Molina nos sumerge en su memoria histórica, la del paisano llegado a la gran ciudad: “Por mucho empeño que pusiéramos, nuestro paisaje erótico y moral estaba más cerca de No desearás al vecino del quinto que de las tortuosas sutilezas emocionales de Escenas de un matrimonio” (¿Reir, luego llorar?) Continúa hablando de la recepción de Bergman entre su generación, la que se ponía galardones con Kafka, Hernández, Llach, Paco Ibáñez… Al parecer llegó el momento en que se quitaron la careta y reconocieron que se divertían mucho más con Leone y Eastwood, presuntos fascistas de repente reciclados en críticos contraculturales. Y se puso de moda entre los enteraos, que dicen por Jaén, “ironizar sobre la pesada solemnidad de nuestro antiguo héroe sueco”. Esto me recuerda a cuando Marujita Torres desveló en un artículo que iban a ver El acorazado Potemkin por devoción a la Virgen de las Revoluciones Socialistas, y que cuando se les pasó la devoción estuvieron encantados de volver a ver, esta vez sin remordimiento de clase ni amenaza de excomunión progresista, los musicales de Astaire y los westerns de Wayne de toda la vida de Nuestro Señor del Cine Americano.

Termina AMM: “No ir a las películas de Bergman se convirtió en una forma de pedantería muy parecida a la de no perderse una. Quizás ahora va siendo tiempo de volver a verlas, sin los prejuicios del pasado, sin los malentendidos de la edad y de la época. Quizás ahora nos parecemos más a los personajes de Bergman” Va a ser que no. Y esta es la generación que manda en España.

PD. Además de Serrault, querría ser el señor Arnaud cuando fuese mayor, también se ha muerto Antonioni, el contrapunto estático al rítmico devenir de Godard. Algo así como las dos caras de la moneda que hoy representan Tarantino y Van Sant o Tsai Ming Liang y Johnny To. Teniendo en cuenta la conversión de monedas, claro.