Ceuta y Melilla, reserva espiritual de la españolidad

Sospecho que Zapatero ha cambiado de filósofo de cabecera: César Millán, más pragmático que el teorético Philip Petit. Actualmente el programa más asombroso de la tele es El encantador de perros, protagonizado por la encarnación latina del american dream. Millán era un espalda mojada que tenía la aspiración de triunfar en Hollywood. Como en cualquier película de Capra comenzó por lo más bajo: sacando a pasear a los perritos y perrazos mimados de los yanquis de pura cepa.




Trabajando con estadounidenses y sus perros se planteó algunas cosas, chico listo

"me sorprendió y me confundió un poco todo lo que vi... en mi tierra el perro camina siempre detrás. Aquí el perro camina delante. Pensé que ustedes lo hacían bien y que yo estaba equivocado. Pensé que ustedes sabían más y que nosotros estábamos equivocados... Pero los americanos trabajan contra la Madre Naturaleza, y es por eso que los perros son desobedientes en Estados Unidos... ¿Por qué son los perros criados en una granja más felices que los que viven en la ciudad? Porque en una granja hay que ser perro. Y en la ciudad ellos se convierten en niños, en maridos, en compañeros del alma. Se transforman en algo que quieren los humanos antes de hacer lo que es mejor para ellos".

Las reglas de educación para una ciudadanía perruna son, según Millán,

ejercicio-disciplina-cariño

En ese orden, ojo. Por eso creo que Zapatero, tras la lectura atenta de la izquierda darwiniana de Peter Singer y el capítulo de South Park en el que César Millán convierte en un probo ciudadano al mísmisimo hijoputa Eric Cartman (min. 3.45), ha aplicado sus técnicas de entrenamiento para animales en manada territoriales al vecino amigo: lo primero, hacerle ver al contricante quién manda aquí, adueñándose del territorio.



PD. Que no le pasa nada al Rottweiller man.

PD. Zarkozy, haciendo lo mismo con el vecino amigo.