"Las ideas son menos interesantes que los seres humanos que las inventan" FranÇois Truffaut

jueves, abril 03, 2008

Sobre principios liberales: la libertad, la justicia, el amor

Si todavía existiera La Clave, programa desmesurado desde los parámetros de los jibarizados 59 segundos actuales, y Carlos Pumares aún fuese su director de programación cinematográfica, seguramente eligiría El manantial de la doncella como documento de reflexión sobre la tragedia humana en la que ha desembocado la incompetencia burocrática de un Estado que falla clamorosamente en su función fundamental: el establecimiento de la Justicia.

Precisamente lo que planteaba Bergman en su thriller místico es la implementación de la Justicia en una situación de salvajismo y guerra de todos contra todos, en la que no existe un monopolio legítimo de la violencia y el castigo a los crímenes corre a cuenta de las manos de los individuos. Cuando Max von Sydow mata con sus propias manos a los tres hermanos que han violado y asesinado a su angelical hija se las mira entre extrañado y horrorizado, como si se le hubieran convertido en garras.




Y es que por encima del consenso democrático y de la misma voluntad de Dios, ya sea el Odín al que reza la criada Frida o el Cristo al que le lleva unas velas la virginal víctima sacrificial Karin, se encuentra un innato sentido de la justicia, que complementa necesariamente para que una sociedad sea auténticamente libre a los dos clásicos principios liberales según los establecía Constant: la autonomía del colectivo y la autonomía del individuo (ésta última sacrificada en el altar de los conservadores, los socialistas, los nacionalistas y las religiones, y que no debe confundirse con lo arbitrario o el reino del mero interés personal)



Sin olvidar, y esta es la guinda del pastel democrático, que como decía Levinas "El amor debe vigilar a la justicia" O, como propuso Adam Smith, que la condición de posibilidad de la riqueza de las naciones es un sano y equilibrado conjunto de sentimientos morales.De ahí ese final tan hermoso y esperanzador con el que Bergman da título a su película.



PD. La secuencia que hará vomitar a un ecologista. Después y antes de un crimen. Como dice Max en un momento dado: "Sólo Dios sabe conoce al culpable"

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