"Las ideas son menos interesantes que los seres humanos que las inventan" FranÇois Truffaut

lunes, junio 16, 2008

El día del judío irlandés

Está claro, sin embargo, que en su aspecto sexual. Bloom, si no está en el límite mismo de la demencia, es al menos un buen ejemplo clínico de obsesión y perversidad sexuales, con toda clase de complicaciones extrañas. Su caso es, por supuesto, rigurosamente heterosexual... pero dentro de los amplios límites del amor por el sexo opuesto, Bloom se entrega a actos y sueños que son decididamente subnormales en el sentido zoológico y evolutivo… Bien sabe Dios que yo no pongo objeción de ningún género a la llamada franqueza en las novelas. Al contrario, a mi juicio hay muy poca; y la que hay se ha vuelto a su vez convencional y trillada en manos de los escritores llamados fuertes, que son los preferidos de los clubes de lectores y los mimados de los círculos de mujeres. Pero sí tengo que hacer una objeción: Bloom es considerado un ciudadano normal y corriente. Ahora bien, no es cierto que la imaginación del ciudadano normal se esté recreando constantemente en detalles fisiológicos. Me opongo a lo constante, no a lo repugnante. Todo este material especial y patológico parece artificioso e innecesario en su contexto particular. Advierto a los remilgados que tengan presente la especial preocupación de Joyce por mantener un completo distanciamiento.

Ulises es una estructura sólida y espléndida, pero un poco sobreestimada por esa clase de críticos más interesados por las ideas, las generalidades y los aspectos humanos que por la obra de arte en sí… ¿Cuál es, entonces, el tema principal del libro? Muy sencillo: el pasado irremediable… el presente ridículo y trágico… el futuro patético… Éste es, pues, el tema principal: Bloom y el Destino.
… Os gustarán esas páginas artísticas, uno de los pasajes más maravillosos de toda la literatura, en las que Bloom le lleva a Molly el desayuno. ¡Cómo escribe este hombre!







-¿De quién era la carta? preguntó.
Trazo firme. Manon.
-Pues de Boylan, dijo. Va a traer el programa.
-¿Qué vas a cantar?
-Lá ci darem con J. C. Doyle, dijo y Vieja y dulce canción de amor.
Sus labios carnosos, al beber, sonrieron. Más bien a rancio el tufillo que deja ese incienso al día siguiente. Como agua de flores inmunda.
-¿Quieres la ventana abierta un poco?
Dobló una rebanada de pan y se la metió en la boca, pre¬guntando:
-¿A qué hora es el entierro?
-A las once, creo, contestó. No he visto el periódico.
Siguiendo la señal de su dedo, recogió de la cama por una pemera sus bragas sucias. ¿No? Luego, una liga gris retorcida y enrollada alrededor de una media: arrugada, talón brillante.
-No: ese libro.
Otra media. Sus enaguas.
-Me se habrá caído, dijo.
Palpó aquí y allá. Voglio e non vorrei. A saber si lo pronun¬cia bien: voglio. No está en la cama. Debe de haberse resbala¬do al suelo. Se agachó y levantó los faldones. El libro, caído, abierto contra el alabeo del orinal con greca.
-Trae aquí, dijo. Puse una señal. Hay una palabra que quería preguntarte.
Sorbió un trago de té de la taza que sujetaba por el cuen¬co y, tras limpiarse esmeradamente las puntas de los dedos en la manta, empezó a rastrear por el texto con la horquilla hasta que dio con la palabra.
-¿Meten qué? preguntó él.
-Aquí, dijo ella. ¿Qué quiere decir eso?
Se inclinó hacia delante y leyó junto a la uña lacada de su pulgar.
-¿Metempsicosis?
-Sí. No lo conocen ni en su casa a la hora de comer.
-Metempsicosis, dijo él, frunciendo el ceño. Es griego: del griego. Quiere decir la transmigración de las almas.
-¡Bah! ¡Chorradas! dijo. Dilo en cristiano.
Sonrió, mirando de soslayo a sus ojos burlones. Los mismos ojos juveniles. La primera noche después de las charadas. En Dolphm's Bam. Pasó las páginas pringosas. Rubí: el orgullo de la pista. Caramba. Una ilustración. Italiano feroz con zurria¬go. Debe ser Rubí el orgullo de la en el suelo desnuda. Una sábana amablemente prestada. El monstruoso Maffei desistió y arrojó a su víctima lejos de sí con un juramento. Crueldad de¬trás de todo ello. Animales drogados. En el trapecio de los Henglers. Tuve que mirar para otro lado. La muchedumbre boquiabierta. Trónchate el cuello que nosotros nos troncha¬remos de risa. Familias enteras. Los enseñan desde pequeños para que se metampsicoseen. Que vivimos después de muer¬tos. Nuestras almas. Que el alma de uno cuando muere, el alma de Dignam....
-¿Lo has terminado? preguntó.
-Sí, dijo ella. No es nada cachondo. ¿Está ella todo el tiempo enamorada del primer tipo?
-No lo he leído. ¿Quieres otro?
-Sí. Tráeme otro de Paul de Verga. Gracioso nombre tiene.
Echó más té en la taza, observando cómo fluía de lado.
Tengo que renovar ese libro de la biblioteca de Capel Street o le escribirán a Kearney, mi garante. Reencarnación: ésa es la palabra.
-Algunos creen, dijo, que seguimos viviendo dentro de otro cuerpo después de la muerte, que hemos vivido con an¬terioridad. Lo llaman reencarnación. Que todos hemos vivi¬do antes en la tierra hace miles de años o en otro planeta. Di¬cen que lo hemos olvidado. Algunos dicen que recuerdan sus vidas pasadas.
La pesada leche cremada formaba cuajadas espirales en su té. Mejor que le recuerde la palabra: metempsicosis. Un ejemplo sería mejor. ¿Un ejemplo?
El baño de la ninfa sobre la cama. Lo daban junto con el nú¬mero de Pascua de Resurrección de Photo Bits: espléndida obra maestra en láminas a todo color. El té antes de poner la leche. No muy distinta a ella con el pelo suelto: más delga¬da. Tres con seis di por el marco. Ella dijo que estaría bien encima de la cama. Ninfas al desnudo: Grecia: y pongamos por caso toda aquella gente que vivía en aquel entonces.
Pasó las páginas para atrás.
-Metempsicosis, dijo, es como los antiguos griegos lo llamaban. Ellos creían que te podías convertir en animal o en árbol, pongo por caso. Lo que llamaban ninfas, por ejemplo.
La cucharilla dejó de remover el azúcar. Miró fijamente al frente, inhalando por las ventanas de la nariz arqueada.
-Huele a quemado, dijo. ¿Te has dejado algo en el fue¬go?
-¡El riñón! exclamó él repentinamente.



PD. Un tertuliano mañanero, de los de lanza en ristre y whiskey en el gaznate, ha llamado a los irlandenses poco menos que muertos de hambre desagradecidos, borrachos crónicos además de vendidos a la CIA y a Bush (ya se sabe, la Irish Connection). A poco ha estado de exigir, como el gobierno marxiano-brechtiano, la disolución inmediata del pueblo irlandés. Bloody referéndum!

PD. Cuando comenzaba sus clases sobre literatura Nabokov pedía a sus alumnos que se sentarán siempre en el mismo lugar. Y luego les decía:

"Los asientos están numerados. ¿Estáis todos a gusto con el que habéis elegido? Bien, pues no habléis; no fuméis; no hagáis punto; no leáis el periodico; y, por el amor de Dios, tomad apuntes".


PD. Me olvidaba: Bloody Bloomsday!

5 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Qué portuna la celebración!
Más de uno está denostando a los irlandeses. Y más de dos (políticos) están planeando la estrategia de acoso y derribo para saltarse a la torera la decisión de Irlanda.
Lo ñultimo: los que votaron no son unos ultras ignorantes (de lo que se deduce que los que votaron sí son los pata negra de la intelectualidad más ilustrada). Como si algún votante realmente supiera qué vota de verdad...
Nunca conseguí hincarle el diente al Ulises de Joyce. Lo intentaré de nuevo cuando me lea El Cisne Negro.

Anónimo dijo...

(siento los errores, no me he puesto las gafas y no veo tres en un burro)

Revertiano dijo...

Los portugueses han demostrado ser a fuer de atlánticos pero sin brumas, mucho más puñeteros que los ir(venir)landeses.
El ínclito Durão Barroso ha dicho que da lo mismo lo que hayan dicho esos bastardos bebedores de whisky y cerveza negra con espuma cremosa. Que el euronegocio va a seguir pa'lante aunque franceses, holandeses, irlandeses y demás escoria pidan un poco más de libertad y liberalismo en contra de un proyecto infumable de constitución llena de garantismos y ataduras (¿los franceses liberales y contrarios a los garantismos y estatalismos varios, quién lo diría?) Pozí.

Libertariano dijo...

Es cierto Revertiano, Europa se está convirtiendo en una fortaleza militarizada y autocrática. Carlos Herrera ha rajado de la decisión irlandesa (y Pedro J. titulando 856.412 irlandeses bloquean a 500 millones de europeos ¡con un par!) pero cuando el Parlamento europeo legisle la prohibición de las corridas pedirá la insumisión europea.

Mary, tengo El cisne negro en mi mesa y a punto de caer. Pasa del Ulises y lee el capítulo que le dedica Nabokov en su Curso de Literatura Europea, una gozada. De Joyce siempre preferí el Retrato y Los muertos (pedazo de adaptación de John Huston, Dios)

Un saludo

Anónimo dijo...

Pues te hago caso sin dudarlo un momento.
La reacción del resto de Europa es la repera, oiga. Da lo mismo el referendum, a ver cuánto hay que retorcerles el brazo a los irlandeses para que traguen... ¡¡qué vergüenza!!