"Las ideas son menos interesantes que los seres humanos que las inventan" FranÇois Truffaut

sábado, junio 07, 2008

Incentivos y/o dignidad

A mis adversarios ideológicos sobre la Ley de Calidad les regaló, en el artículo semanal del Diario Córdoba, una cita de Tyler Cowen. El economista norteamericano subraya en su libro que una de las diferencias significativas entre el sistema capitalista y el comunista es la gestión de los incentivos. Obviamente no sólo hay incentivos económicos, sino también morales y sociales, y de lo que se trata es diseñar en cada momento el mejor mix de todos ellos teniendo en cuento la actividad, el objetivo y el contexto cultural.



Desde que los socialistas mandaran a Marx al cesto de la ropa sucia se han aplicado en el aprendizaje de los mecanismos de gestión del capitalismo, y aunque metan la meta en abundancia, dado que sus reflejos instintivos no van en esa dirección, el esfuerzo por asumir los límites de la racionalidad contra sus impulsos primarios es loable.

En este marco se entiende mejor la ofensiva de los sindicatos de extrema izquierda y extrema derecha contra el Plan de Calidad en el sistema educativo, que ya se está implementando en otros ámbitos. El Plan estará peor o mejor diseñado, pero la disputa es de fondo: si los profesores han de seguir manteniendo sus aulas como unas cajas negras, inmumes a cualquier control de eficiencia e impunes contra cualquier desatino pedagógico, o no.

Es revelador que los profesores a los que he escuchado criticar el Plan con más entusiasmo, en nombre de la DIGNIDAD mancillada, con retórica chavista y actitud de cristiano viejo (gallos emocionales includios), sean de los que más incentivos en especie y palmaditas en la espalda reciben, de esos que hinchan el EGO hasta hacerlo estallar.



PD. Cowen, por sistema, se planifica una cita ineludible en mitad de la película a la que va a ir. De este modo se obliga a quedarse sólo en el caso de que la película merezca más la pena que alguna otra actividad de más valor. Naturalmente, con dicha zanahoria no termina de ver casi ninguna película (me sistema automático: le doy una hora)

PD. Zapatero ha puesto en el Ministerio de Innovación a una persona con instintos capitalistas (viene de la derechona nacionalista). Hoy en El País, Cristina Garmendía, en el tinte se ve la procedencia, habla de incentivos a los profesores universitarios:

P. ¿La universidad debe estar vinculada al negocio?

R. Tiene que estar vinculada a la industria en la medida que tiene que estarlo: tiene que ser parte de su financiación. Habrá facultades y grupos interesados en vincularse, y habrá disciplinas que no tengan que estarlo, por ejemplo, habrá que preservar un espacio donde el investigador pueda generar también conocimiento por el puro conocimiento, sin un sesgo a la aplicación. Pero el sistema tiene que ser sostenible también desde el punto de vista financiero.

P. Muchos temen que esto suponga una visión muy mercantilista de la universidad.

R. No es eso. Uno de los retos a los que se enfrenta la universidad es la financiación. Parte, gran parte, es pública, pero necesariamente tiene que haber financiación privada, lo cual no quiere decir que ésta marque las reglas del juego; las marca la universidad.

P. ¿Y las humanidades? También muchos temen que con el proceso de Bolonia -la adaptación de los estudios a un sistema común europeo- y esta concepción más funcional de la ciencia, se vayan apagando.

R. El Estado tiene que preservar en la universidad pública, sin ninguna duda, todas las áreas del conocimiento, y las humanidades tienen que jugar un papel muy importante. Pero las humanidades tienen que implicarse mucho más de lo que están en el campo científico y tecnológico. Y esto implica un cambio de actitud: en este ministerio encontrarán la puerta abierta para analizar aquellos proyectos que nos presenten.



Otra paletada de tierra, ¡más tierra!, sobre Carlos Marx (en Alemania y Carodlandia, Karl)

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Hay qué ver qué bonito se ve todo desde las alturas: desde la visión de un profesor que por definición, por ser de Filosofía, sólo puede dar clases en centros de Bachillerato. Si tuvieras que vértelas con los primeritos y –sobre todo- con los segunditos, ibas a ver qué poco te adherías a esta filosofía mientras los centros no tengan libertad absoluta para aceptar o rechazar alumnos. Porque, vamos a ver, yo en los éxitos o fracasos del Rana y compañía, que son ya delincuentes (según la definición de la Guardia Civil) ¿quieres decirme qué puedo tener o no tener que ver? Yo con defender a los otros, tengo bastante.

Esta gentuza de la Junta se ve que ha oído campanas pero no saben de qué va. Lo mismo va a ser que leyeron cierto comentario de quien suscribe en el blog de Caraba. En cualquier caso, se ve que no se enteraron de lo fundamental. Porque, vamos, si tú vas a hacerles percibir a los profesores en sus carnes cobratorias los resultados de sus enseñanzas (que me parece muy bien) lo primero que tienes que dejarles es libertad para decidir, según su leal saber y entender y sometidos al libre veredicto de los padres –es decir, mediante el cheque escolar, o similares-, cuáles son los métodos disciplinarios o pedagógicos más adecuados.

Conozco gente en institutos donde ha prosperado el sí a este engendro y me cuentan que la cosa consiste básicamente en multiplicar las reuniones de asunto burocrático: inacabables claustros que consumen el tiempo que debieras poder invertir en la preparación de tus clases (en aprender más y, sobre todo, en idear cómo enseñarlo a tu público concreto) en una inmensa faramalla de estupideces burocrático-logsianas, que hacen que si se te ha ocurrido dar un poco de nivel en tus clases y catear más de la cuenta inmediatamente te conviertas en un resentido, un reaccionario contrario al progreso que significa que el Rana esté convenientemente titulado. Y luego en dejar en manos del director el poder suficiente para perseguir hasta la proscripción a aquellos profesores que no se plieguen a la ortodoxia sociata, en cualquiera de sus manifestaciones.

En fin, que la supuesta Orden de Calidad ni es de calidad ni de incentivos ni de nada. Es un simple soborno para que aprobemos por la cara, con el fin de maquillar las vergonzantes estadísticas de la Junta. Y a eso hay que decirle, por el bien de nuestros pocos alumnos que sí que aprueban (los que te llegan a ti, Santiago) que tararí que te ví: que queremos seguir cribando, por muchas amenazas que nos cueste, el grano de la paja, para que al final a el que consiga titularse en lo que sea dicho título le sirva de algo.

No a la definitiva conversión de los directores en comisarios políticos.

Mónica

Peter dijo...

Valorar la calidad en un profesor de filosofía. Je je, a ti te ponía yo las pilas rápido. El de las libertades iba a mandar cerca la calidad en cuanto te empezaran con las encuestas y programaciones a rellenar.

Anónimo dijo...

O, dicho con el gracejo de un compañero que, pese a sus indudables conocimientos históricos, estos logsianos no dejan que pase de ser un simple profesor de “sosiale”: “No me mandes papeles que no sé leer, que no sé leer, po-rom-po-rom-pom-pom-pom-pom”.(Léase como lo que es: la letra de una sevillana).

Oiga, que ni que me hubiera presentado a oposiciones de rellenadora de instancias. Que no hago otra cosa más que venga papeleo. ¿Y todavía quienen más? Qué colección.

Mónica

Libertariano dijo...

Gracias Mónica por tus comentarios. Puede ser que tengáis razón los opositores al Plan pero voy a seguir exponiendo mis matizaciones a vuestra postura basándome en lo que dices.

En primer lugar, los objetivos del Plan los marca el propio centro y deben estar relacionados con la propia situación originaria del Centro. No es lo mismo, y el Plan lo tiene en cuenta, un instituto en el centro de la ciudad que en un extrarradio conflictivo. En el primero el objetivo sería pasar de un seis de media a un siete en la Selectividad mientras que en el segundo sería pasar de un treinta a un cuarenta por ciento en graduados en Secundaria.

En segundo lugar, completamente de acuerdo en la metodología del cheque escolar y en la libertad de elección que deben tener los alumnos y los centros. Aunque ahora mismo me temo que es una medida alejada tanto de los programas socialistas del PSOE como conservadores del PP.

En tercer lugar, lo que planteas sobre la discrecionalidad de los directores y sus prejuicios ideológicos es algo que también me preocupa, y que sólo se solucionaría mediante la profesionalización de la función directiva. Recientemente he estado en Andorra, en el que funcionan tres sistemas educativos entre los que pueden elegir los padres, y tanto en el sistema propiamente andorrano como en el francés la función directiva se realiza mediante oposición.

En cuarto lugar, hay un factor de evaluación objetivo del sistema educativo: el informe Pisa. Dado que Andalucía se analiza de forma separada sería un escándalo monumental que por un lado la Junta maquillase las estadísticas debido a esta medida de incentivación mientras que por otro lado Andalucía siguiese en el furgón de cola de los sistemas educativos.
Por último, hay una parte de tu argumentación que se basa en argumentaciones ad hominem, como que doy clases en bachillerato cuando es obvio que ignoras lo que hago, y descalificaciones gruesas, la “gentuza” de la Junta, que no puedo compartir.

Un saludo

PD. Gracias Peter por tu ofrecimiento para ponerme las pilas filosóficas, pero ya lo hago yo. En la biografía de Foucault publicada en Anagrama se cuenta el procedimiento de evaluación de la inspección francesa para los profesores, de Filosofía o de lo que fuese, un procedimiento que sirvió para mantener la calidad de esos profesores.

Y en EE.UU. los incentivos por objetivos están a la orden del día en colleges, high schools y Universidades. Allí la discusión es como hacer esas evaluaciones más objetivas, no en oponerse por sistema a cualquier sistema de evaluación.

Anónimo dijo...

Para empezar, aclararte que en ningún momento he querido formular ningún argumento ad hominem, aunque sí hacerte reparar en lo distinta que puede ser la visión que se tenga según donde se esté. No es lo mismo el ambiente en centros en los que existe un importante porcentaje de alumnos que no quieren estar allí ni atados (y que además no ven ni por asomo el horizonte del Bachillerato, por lo que van allí a fastidiar a los demás y a calentar el sillón a la espera de cumplir los dieciséis) a otro en el que te encuentras con un material humano que está allí voluntariamente y por tanto motivado. Y si me he equivocado en el juicio sobre tu ocupación (pasada o presente) y por tanto me he pasado de rosca, perdona.

Yendo ya al fondo del asunto, que esto lo estén vendiendo como la autonomía de los centros, la verdad, me parece la repera. Resulta que ahora te permiten jugar a arúspice sobre qué número de niños gamberros o con vocación de titularse se empadronarán en tu zona pero no te dejan decidir nada más. Ni a los padres tampoco. Puedes tratar de avizorar si la media subirá en un 2,34 por ciento en no sé qué pero, a cambio, te dejan con las manos atadas para experimentar por ti mismo cuál es la fórmula más adecuada para conseguir ese objetivo. Claro, porque para eso, ya están nuestros sapientísimos burócratas: tú, incentivado o no, por narices tienes que cargar con toda la matraca logsiana, la metodología comprehensiva, las competencias y todo lo demás. Porque si yo, por ejemplo, veo que para elevar el nivel de mis alumnos en Lengua lo primero que hay que hacer es, en vez de andar con parches como un refuerzo que al final lo da otro profesor que pasaba por allí, poder dar la asignatura con más sosiego y más actividades, teniendo seis horas en vez de cuatro; o si un Equipo Educativo, pongo por caso, estima que a sus alumnos les viene mejor incrementar las horas de matemáticas en vez de perder el tiempo en la EpC dichosa, o en este nuevo invento superferolítico del “Proyecto Integrado de Carácter Práctico” con que nos amenazan ahora; o si alguien, tras cogitar sobre su realidad circundante, llega a la sabia conclusión de que el absentismo de aquellos alumnos a los que no les da la gana ni ir a clase ni titularse ni nada, lejos de ser un problema, puede ser un primer paso hacia la solución, sucede que en todos esos casos aparecerá el mismo obstáculo: que el margen de maniobra de los centros, su sedicente autonomía, no alcanza para que puedan tomar esas decisiones. Y el de los profesores, esforzados guardeses de recreo, obligados bovis, confesores espirituales, aguantadores de amenazas y de insultos, mucho menos. Y así, mientras no exista ese margen de maniobra, ya me dirás tú a mí cuál es ese mágico incentivo a través del cual puedes elevar el nivel de un grupo en el que tienes que tener por bemoles a los de Diversificación (otro atentado contra cualquier cosa siquiera semejante a una educación meritocrática), o tantas cosas.

Hace mucho tiempo que vengo diciendo que el verdadero fracaso escolar no está en que el número de alumnos titulados en Educación Secundaria o en Bachillerato sea mayor o menor, sino en que los que se titulan cada día sepan menos, que es lo que viene pasando de unos años acá en España. ¿El PISA? Estos de la consejería se lo pasarán en el futuro por donde se lo pasan ahora: por el forro de sus caprichos. ¿Pues no andan diciendo ya que no es para tanto, que lo que pasa es que en Finlandia hace más frío que en Andalucía y que lo importante no es la calidad sino la equidad (traduzco: burros, pero todos igual de burros)?

Estos de la Junta lo que pretenden es que le pongamos un titulito (el mismo a todos, eso sí, aunque sea una etiqueta de anís El Mono, o los PIL estos que van a lanzar ahora) a cada niño sólo por el hecho de nacer; ahogarnos en papeleo inútil, enfrentarnos entre nosotros, encizañar los claustros, culpabilizarnos para, en suma, hacernos cargar con el mochuelo de un caos que sólo ellos, los mandrias de la pedagogía dizque progresista y sus pomposos inventos, han creado. Embarcados como están en un proceso de primarización de la Secundaria que les ayude a conseguir su verdadero objetivo –que no es otro que el de sustituir la instrucción por adoctrinamiento político-, ahora vienen a por los profesores. Pues yo por lo menos no pienso dejarme. No pienso aguantar que me estigmaticen por no estar en la “calidad” si no apruebo al suficiente número de niños, sepan o no. Ni, desde luego, admitiré que insinúen que mis suspensos o aprobados se venden en subasta. Porque encima todo esto, detrás de la sonrisita y de las buenas palabras, viene adobado –como no podía ser de otra forma- con su gotita de coacción. Oye, que si no dices que sí con las orejitas al cacique, te quedas sin recursos. Oye, que o me firmas esto, o a ver qué es lo que va a pasar con el concurso de traslados. Hombre, si es que huele mucho. No, a mí me parece que esto de incentivos tiene poco, y de calidad menos. Más bien me parece un trágala a la andaluza, es decir, pretendiendo comprar (y bien barato) nuestra complicidad.

¿Quieren que se funcione por objetivos? Pues muy bien. Los liberales ya sabemos más o menos cómo se puede hacer eso. Que ningún partido actualmente lo defienda en España es lo de menos. No permitamos que nos den gato burocrático-estupidizante por liebre liberal. Cheque escolar, liberalización total de los planes de estudio, sacar las manos de los políticos y los burócratas de la educación: eso sí que son incentivos, y no este remedo estúpido.

Por último, no sé yo si los EEUU son el mejor ejemplo de sistema educativo, por lo menos público. Todo esto de la cosa logsiana proviene precisamente de allí. Parece ser que el último invento que amenazan con mandarnos es la llamada matemática difusa: ya sabes, esto de que eso de dos más dos cuatro es una cosa facha y, por tanto, totalmente contraria al progreso que significa que el Rana esté convenientemente titulado. Como se entere la nueva consejera, ya verás lo que tarda en montar algún otro sesudo chiringuito burocrático, con vistas a estudiar la posible importación del engendro.

En cualquier caso, me han parecido muy interesantes tus puntos de vista, así como muy de agradecer que me hayas ofrecido una oportunidad para terciar sobre el asunto.

Mónica

Anónimo dijo...

Acabo de llegar de unas jornadas sobre Competencias Básicas. Muchas cosas teóricas, otras mejores, alguna absurdas. Pero lo mejor, una frase que se me ha quedado.
¿Por qué tienen que ser los profesores los que se responsabilicen de la mejora de la calidad de la enseñanza? ¿Se responsabilizaría a los médicos del aumento de la calidad sanitaria? ¿Qué es eso de calidad por objetivos?
Alguien decía hoy, con mucha razón, que a mayor documentación (papeles) menos acción, y viceversa. Y es que la vorágine de la mejora de las competencias básicas se ha convertido en una aplicación casi industrial de criterios de calidad ISO Q y todas esas cosas = mayor documentación que la cuantifique = menos acción.
Hoy no puedo firmar.
;-)

Libertariano dijo...

Te he reconocido, N. :-)

Y Mónica, comparto de todas-todas tu liberalismo aplicado a la educación, en eso sí que estamos completamente de acuerdo.

Sobre esto, pero a la manera americana, es decir testando en unos cuantos institutos si funciona o no lo de pagar a los profesores dependiendo de determinados objetivos recomiendo este artículo del NYT

http://www.nytimes.com/2008/03/07/nyregion/07charter.html?ex=1362632400&en=c61f5ddd3e93fa42&ei=5124&partner=permalink&exprod=permalink

Anónimo dijo...

A los antiplan de la junta os pasa lo que a la conferencia episcopal, que os falla la comunicación. Yo también acabo de llegar de la jornada sobre competencias básicas donde ante 60 o 70 profesores se ha dicho que los profesores nos resistiamos al cambio, nos cagabamos de miedo y seguíamos en una escuela del siglo XIX. Y nadie ha dicho absolutamente nada, de lo que deduzco que estabamos de acuerdo todos. O no. Y si no estabamos de acuerdo ¿por qué nadie ha dicho ni pío?
Libertariano, como buen comunista, a mi lo que me gustaría es que en cada insti hubiera un comisario politico y a los que se resisten a cumplir las leyes, golpe y tentetieso, pero en fin como hemos perdido definitivamente, viva el libre mercado, fuera funcionariado vitalicio con licencia para matar ,y a trabajar, y a cobrar con criterios de productividad (naturalmente que fije el amo del negocio no un puto currito por muy profe que sea). Negrito.

Libertariano dijo...

Negrito, gran curso de "Competencias basicas", al que habre sido invitado porque yo ya ando por "Competencias avanzadas" (vease blog)

Anónimo dijo...

Yo estoy como Santiago: que no iría a esas jornadas ni harta de vino. A los incompetentes básicos que les eche el incienso su padre.

Para el curso que viene, eso sí, me he autoimpuesto como deberes lo del blog, que eso sí que es modernizarse y no los centros TIC o el Séneca (¿alguien puede decirme a qué cuñado de quién le han encargado semejante engendro, modelo de antiamigabilidad informática, capaz de hacer difícil lo fácil, fácil lo difícil e hosco e inverosímil lo difícil y lo fácil?).

Pero, vamos, que a ver si así, sin jornadas ni nada, entre la indudablemente brillante audiencia de Santiago (si no, no vendrían aquí) hay gente lo bastante inteligente para captar el meollo del asunto: que en la medida en que te hagan bailar al son del formulario -un formulario, no lo olvidemos, confeccionado por sus minervas socializantes, verbigracia Aído y sus miembras-, te estarán impidiendo usar tus propias e instransferibles meninges, que en el fondo es de lo que se trata. De echarnos las culpas de algo respecto a cuyas soluciones no se nos permite pensar. Pero, eso sí, hay que distraernos castigándonos a rellenar formularios, muchos formularios. No sea que nos de por opinar a cada uno, y sea peor.

A ver si os enteráis de que no hay jornada burocrático-centralizada en el mundo capaz de discurrir lo que podríamos discurrir mil y uno de nosotros enfrentados cada uno por nuestra cuenta a la competencia... desde la libertad.

Y yo, negrito, no soy “los antiplan”. Soy sencillamente y nada más y nada menos que yo, una individua, y mis circunstancias. Se me pidió mi firma y no la dí. ¿Tan difícil es ver que cada sujeto es simplemente un yo, alguien que no necesita estar encuadrado en ningún colectivo –es más, conviene no estarlo- para poder tener su propia opinión? Pues, ya ves, eso es lo primero que me gustaría saber transmitir a mis alumnos: el individualismo: que no hay que esperar a que nadie venga a decirnos lo que tenemos que hacer. Que podemos decidirlo por nuestra cuenta.

Gracias por el enlace, Santiago. Prometo estudiar el asunto cuando tenga más tiempo. Pero, viniendo de quienes viene, comprenderás que recele. De su estolidez más que nada.

Mónica