La santa, que con su poesía llevó al español a una de sus cumbres, tuvo mala suerte en vida y, sobre todo, en muerte. Fue morirse y cambió el calendario, del juliano al gregoriano, con lo que se murió el día 4 de octubre de 1582 y fue enterrada al día siguiente, es decir, el 15 de octubre. Cuando la desenterraron, ya entonces eran partidarios de no dejar descansar a los muertos, la descubrieron incorrupta y ante el milagro decidieron hacer de ella reliquias varias (el pie derecho y la mandíbula están en Roma, la mano izquierda la tienen los lisboetas, el ojo izquierda y la mano derecha fueron a Ronda, etc.)
Más tarde Francisco Paulino Hermenegildo Teoula Franco y Bahamonde, ese gran cinéfilo y guionista en las horas libres que le dejaba el fusilamiento de rojos, liberales y demás ralea, se llevó la mano a su dormitorio, no quiero ni imaginar para qué.Y Joaquín Sabina lo situó sin mucha elegancia en el entierro del dictador. No habían acabado aquí los sufrimientos postmortem de la santa. Cuando las carmelitas llevaron el brazo a los Estados Unidos se toparon con la figura mítica del inspector de aduanas americano que no dudó un momento a la hora de clasificar el objeto: "Conservas y salazones"
Parecía que el sinfín de humillaciones había llegado a su tope cuando los cineastas españoles, satánicos todos, la tomaron con ella como oscuro objeto del deseo. Concha Velasco, en una adaptación televisiva tardoconservadora a cargo de Josefina Molina, y Paz Vega, en una versión eróticoprogre que llevó a cabo Ray Loriga, han sido los últimos en atentar contra la buena imagen de Teresa de Ávila, que cuando escribió aquello de Muero porque no muero no imaginaba lo proféticoperverso del verso.
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