"Las ideas son menos interesantes que los seres humanos que las inventan" FranÇois Truffaut

domingo, julio 22, 2012

España, año cero. Falacias de la crisis: funcionarios y autonomías

La crisis tiene dos cosas malas: la propia crisis y una posible salida en falso de la misma.  Cualquier análisis de la crisis que no lo ponga en un contexto social-cultural amplio, limitándose a las orejeras economicistas, será inválido por insuficiente.  Cualquier diagnóstico sobre la salida de la crisis que no se base en la evidencia disponible y sí en a prioris ideológicos y en mitos que no se corresponden con la realidad será aún peor.

El sistema socio-cultural español se basa en unos cuántos principios estructurales que poco a poco se han fosilizado en dogmas:

1. El consenso entre fuerzas sociales, es decir, entre los poderes fácticos, de los partidos políticos finalmente consagrados a grupos de presión como los sindicatos de trabajadores y de empresarios, amén de unos cuántos "intelectuales orgánico-mediáticos".  

De esta forma la transición de la dictadura a la democracia fue un éxito de crítica y público salvo por el nacionalismo irredento y la extrema izquierda más radicalizada (ETA, GRAPO).  Pero no hay solución que no acarree problemas.  Pero el consenso finalmente se ha desvirtuado hasta convertirse en una excusa para el mantenimiento de un status-quo de intereses creados.  Este consenso devino rápidamente en triturador de disensos ajenos a los principios estructurales en los que se basaba dicho consenso, a saber:

2. Estatismo como mentalidad propia de la derecha (demócrata-cristianos) y de la izquierda triunfantes.  Es decir, que no es cosa de los "políticos" sino del pueblo que los vota.  Un pueblo que plantea la siguiente paradoja a sus políticos: quiere impuestos yanquis (bajos) con servicios sociales alemanes (altos).  Por ejemplo, IVA reducido para todo al tiempo que la sanidad y la educación (y la cultura, y las autovías...) han de ser públicas y gratuitas para todos.  Este estatismo hace que la sociedad civil como concepto haya desaparecido de España porque, de los empresarios a los poetas pasando por los fontaneros o los clubes de fútbol, todo el mundo mira al Estado como los judíos miraban a Jehová en el Sinaí: guía y proveedor.  Y del mismo modo que Jehová, el Estado es un Dios celoso y terrible para el que ose apartarse de Él (lo pondré en mayúscula no se me vayan a enfadar tanto Jehová como el Estado.  Que le pregunten a Moisés (que no entró en la tierra prometida) o a Mario Conde (que no salió del infierno prometido vía indulto).

3. Autonomismo como estructura pseudofederal, en el que la asimetría entre las distintas "federaciones" y el "centipetrismo" (la tendencia hacia la independencia) son los dos rasgos fundamentales de unos gobiernos autonómicos irresponsables desde el punto de vista fiscal y electoral.

Todo esto aderezado con una moral laxa individual que se transforma en una ética corrupta colectiva que es incapaz de asumir los errores ajenos echando siempre la culpa al Otro (la casta política, el euro, la Merkel, etc.) en un momento en que se está naciendo una estructura institucional nueva, Europa, con los desajustes propio de un proceso de creación social, cultural y económico que ha de destruir las viejas instituciones a las que viene a sustituir (lo que ya sucedió con la creación de España de mano de los Trastámara cuando se cargaron los reinos existentes en la península o la creación de los Estados Unidos, revolución y guerra civil mediante).

Pero como es habitual ante una crisis se suele responder con un movimiento pendular que lleva las cosas al extremo contrario.  Así, ahora estamos contemplando una cruzada contra las autonomías y contra el Estado en sí mismos, representados en sus trabajadores, los funcionarios y sus dirigentes, los políticos.  De esta forma se propagan mitos como el de los 445.000 políticos (que deben de estar con esas 300.000 prostitutas que hacen un millón de servicios diarios y el millón (¡o dos!) de manifestantes que siempre acuden a todas las manifas, sean de lo que sean)

Contra los funcionarios también hay un clamor.  Primero, porque son "unos vagos".  En segundo lugar, porque hay "demasiados". El funcionariado parte de un axioma: el puesto de trabajo fijo.  Esto es así porque si no, dependerían los puestos de trabajo de la clase política y en lugar de vitalicios serían cesantes cada dos por tres.  El problema es cuando dicho trabajo fijo se hace "invaluable" con lo que al no depender de la productividad real la eficiencia deja mucho que desear porque todo se condiciona entonces a la "vocación" y la "profesionalidad" de dichos funcionarios.  He escuchado a funcionarios oponerse a cualquier tipo de evaluación porque ello atentaría a su "dignidad"... (una manera orwelliana de referirse a su incompetencia)  Otra crítica a los procesos de evaluación en la administración pública es cuando se alega que pueden ser una forma de introducir sesgos políticos de preferencia entre los funcionarios, lo que en un país con la catadura moral de los españoles -y el desprecio generalizado a izquierda y derecha hacia valores como los de "verdad", "objetividad", "neutralidad", "imparcialidad"...- no me extrañaría.  Cualquier evaluación del funcionario es fundamental pero ha de realizarse de una forma independiente al propio Estado porque si no sería dejada en manos de los comisarios políticos de turno (en Nueva York se plantea para, por ejemplo, los profesores).

Pero, ¿es cierto que hay demasiados funcionarios en España?  Joaquín Leguina daba unos datos esclarecedores en un artículo en La Gaceta, basándose en Eurostat: si relacionamos los gastos en personal de las Administraciones Públicas con el PIB, España gasta menos del 12%, como Italia y UK, mucho menos que los que gastan entre el 12 y el 20%: Dinamarca, Suecia, Francia y Bélgica.  Me temo que lo que no dice Leguina es que la tendencia es hacia ese 20 % en lugar de al magro menos del 10% de Alemania y Austria.  Pero sí que lo complementa con el siguiente dato (de OIT) según el cual España tiene un trabajador público por cada 15,1 habitantes mientras que Alemania, nuestro Führer (guía), tiene 13,7.  Es decir, homologable y nada disparatado en contra de lo que suele creer en la mitología socio-económica reinante (esa según la cual los chinos no pagan impuestos y por eso les va tan bien, en lugar de porque trabajan mucho, duro y gastan poco)

De la combinación de dichos datos está claro que se puede y debe reducir el peso del funcionariado en España pero sin dramatismos ni histerias.  Porque sobre todo lo que hace falta es una revolución en la productividad del funcionario y en el control de los costes de los servicios ofrecidos por el Estado para lo cual el principal obstáculo es, repitámoslo, el españolito medio que pretende una cesta de la compra como la actual en la que apenas al 42% de los productos se le aplica el régimen general del IVA mientras que en Alemania esta proporción del IVA aumenta al 82% (ya que el IVA reducido sólo se debe aplicar a los artículos de primera necesidad).

La otra falacia es la que hace referencia al sistema autonómico.  Como si con un Estado centralizado no hubiéramos tenido despilfarro privado y público.  Dadas las características históricas de España y la relevancia de los nacionalismos periféricos que ha contagiado ideológicamente al resto del país (tras las victorias de la selección española se suelen ver tantas o más banderas autonómicas que la nacional) el sistema federal es el más apropiado.  Que sea centralizado o federal es algo que, en principio y de forma abstracta, particularmente no me importa.  Y los nacionalistas no me impresionan ni siquiera un poco así que una guerra cultural y política contra ellos no me importaría pero no es algo a lo que la mayor parte de los españoles estén dispuestos, así que asumamos un Estado federal como salida al Estado autonómico en lugar de la propuesta de la derecha más dura de un Estado centralizado por motivos ideológicos.  Sea federal o centralizado ha de ser eficiente y transparente, flexible y reducido, de manera que ayude a quienes realmente lo necesita, los más desfavorecidos, y no la clase media y los poderes fácticos, de la Iglesia Católica al Banco Santander (véase indulto) pasando por El País y Pedro Almodóvar (que confunde sus intereses espurios con la cultura).  Y el nuestro, tal y como está diseñado, no lo es ya que faltan mecanismos automáticos de coordinación y duplicidades varias, además de injusticias flagrantes como son los regímenes económicos especiales de algunas comunidades.  

Por último, el asunto moral.  La "casta política" es la que es porque millones de españoles la han votado y aplaudido, de Valencia a Andalucía pasando por Cataluña.  Si no da más de sí, y es triste ver el espectáculo de la indigencia intelectual de los abogados de Estado y otras luminarias de los ministros de Zapatero y Rajoy, así como de los principales medios de comunicación periodísticos y televisivos, es porque la sociedad española es la que es.  Afrontemos nuestros errores, apretemos los dientes y pongámonos a trabajar, en nuestra actividad privada y afiliándonos al partido político que menos repugnancia nos transmite para intentar cambiarlo y así llegar al poder.  Y, sobre todo, intentemos que la próxima generación no cometa nuestros errores intelectuales, económicos y morales enseñándoles a no ser sectarios, al trabajo duro y gratificante, la austeridad epicúrea y el gusto por la belleza. El resto es bullshit.

PD.  A los que le echan la culpa a Alemania y a Angela Merkel les recomiendo Alemania, año cero de Rossellini.  En estos momentos de Spanien, año cero no vendría mal un poco de ilustración cinematográfica sobre cómo salieron los alemanes de su annus horribilis. 










8 comentarios:

pepeblai dijo...

La crisis es financiera, ¿no? Pues eso es lo primero que tiene que arreglarse. Blame it to the bricks.

En lo de evaluar funcionarios no sé si sentirme aludido... Me parece muy bien siempre que se pueda hacer de forma objetiva. En nuestro caso (universidad) tenemos una evaluación bastante objetiva (productividad científica), pero no es tan fácil evaluar correctamente la calidad de la actividad docente.

Pero bueno, que si se trata de tener evaluaciones independientes del Estado siempre podemos dejar en manos de los alumnos decidir qué profesores valen y qué profesores no. Así nos aseguramos que los profesores sean simpaticones y enrollaos.

Por otra parte, buscar evaluaciones externas al Estado es una idea que cuesta dinero. Y eso me lleva al inicio de mi comentario.

Libertariano dijo...

Como estás en la Universidad conocerás la evaluación a que se someten los profesores norteamericanos que son completas y objetivas, también por que respecta a las evaluaciones al profesorado realizadas mediante encuestas anónimas en las que los alumnos saben distinguir, en su mayoría, al profesor que es simplemente "enrrollao" del buen profesor. Otra cosa son los que ocultan tras una pretendida "malafollá" vital y dureza evaluadora una incompetencia crónica a la hora de enseñar.

La evaluación cuesta dinero, cierto, pero es una inversión (en buenos profesores) no un gasto.

Por otro lado, la crisis no es solo financiera sino también política y moral. El grupo "teutónico" no tiene problemas... El reduccionismo economicista de la crisis es cómo pretender hacer un análisis exclusivamente en clave física de los fenómenos vitales.

EQ dijo...

Santiago, lamento decir que no tienes ni idea del fracaso que ha supuesto la “accountability” en el sistema educativo de los EEUU. Te dejo algunas entradas que he publicado sobre el tema:

Cómo la evaluación destruye la educación. Un libro de Diane Ravitch (2010)

Evaluar, mata

La impostura de la evaluación

Alabanza de Denis Rancourt

Aunque ahora están muy parados, recomiendo todo el trabajo que hace el grupo "La impostura de la evaluación" de la Universidad de Granada.

Anónimo dijo...

Que atrevido decir, sin más, que evaluar es perjudicial. Si no evaluamos no podemos saber donde estamos ni si mejoramos. Otra cosa es que puedan usarse indicadores incorrectos que introduzcan incentivos perversos.

Libertariano dijo...

Lo cierto es que conozco esos estudios EQ porque sigo tu blog hace tiempo. Y es cierto que la evaluación de los profesores es "peliaguda" y que ha de ser hecha de una manera muy cuidadosa y objetiva para no introducir sesgos indeseados.

Una primera fase podría ser meramente consultiva para que cada profesor fuese evaluado por sus alumnos mediante cuestionarios y que sólo él supiese los resultados de dicha evaluación. Por mi propia experiencia, porque yo sí me someto a dicha experiencia de evaluación por parte de los alumnos cada año, los resultados son muy interesantes y de gran utilidad para detectar, desde la distancia del alumno, los puntos fuertes y débiles de nuestra actividad docente.

http://elprofesordefilosofia.blogspot.com.es/2012/04/sobre-la-labor-docente-del-profesor.html


Conozco casos de profesores que todos los años dan clase en 2º de bachillerato aunque los resultados de sus alumnos en selectividad son patéticos. Y le echan, claro, la culpa a los alumnos... No vaya a ser que la realidad (la evaluación) estropee su teoría (sobre lo buen profesor que cree ser)


Como suele suceder, al final dicha evaluación nos vendrá impuesta y no podremos participar en su correcto diseño...

Antonio dijo...

Alejo Vidal-Quadras responde a FAES
http://radikaleslibres.blogspot.com.es/2012/07/alejo-vidal-quadras-responde-faes.html

pepeblai dijo...

Dices que en las encuestas que se hacen en los USA los alumnos "saben distinguir, en su mayoría, al profesor que es simplemente "enrollao" del buen profesor".

¿Cómo sabes que esto es así?

De todas formas, esas evaluaciones YA EXISTEN en todas o casi todas las universidades españolas. Y por eso mismo, tengo experiencia sobre lo que suelen valorar más los alumnos.

Tengo más que comprobado que cuando me evalúa un grupo de alumnos aplicados (a juzgar por las calificaciones posteriores) lo normal es recibir buenas encuestas y que si el grupo es malo ocurre al revés. Eso sí, la cosa mejora mucho si, por ejemplo, les prometes (con hechos) que va a estar chupado aprobar; esto lo hice una vez y aunque el resultado de las encuestas fuera espectacular, no me siento precisamente orgulloso.

Por esas archicomprobadas correlaciones tengo clarísimo que, al menos para ciertas asignaturas científico-técnicas, las encuestas miden en mayor grado la competencia de los alumnos que la del profesor.

Por otra parte, no hay que olvidar que la Universidad no es (o no debería ser) una simple prolongación del bachillerato. Se trata de formar a gente para que, por ejemplo, construyan puentes que no se caigan. Y para asegurarse de que eso es así, muchas veces no hay más remedio, que, como decías, tener una cierta "malafollá" vital y dureza evaluadora, al menos en ciertas asignaturas, y se pongan como se pongan los alumnos. Y eso, desde luego, no da puntos en las encuestas.

¿Será mejor ser menos exigente y dejar que se hundan los puentes? I don't think so.

Si algún día las encuestas de los alumnos sirven para algo más que informar al profesor, conseguiremos acabar por fin con la universidad. Dejará de ser mala para ser infecta.

Mis argumentos son subjetivos como no puede ser de otra manera ya que formo parte del sistema, como también forman parte los alumnos (que tampoco son objetivos).

Lo que si es más fácil de evaluar (y también se hace) es la actividad investigadora. Aunque en el fondo eso es irrelevante porque la investigación no es más que un hobbie no remunerado (o casi).

Jon Alonso dijo...

Buen post, Santiago. Un análisis clarividente de la realidad social made in Spain. Habría que añadirle, por ende, el factor lectura y trashumancia. Es decir, el español viaja a Varadero, lee el Marca, y el fin de semana come gambas a la plancha en el chiringuito. En Alemania casi todo el mundo es 7—notable—, no soy nada germanófilo (las deudas morales están ahí). Aquí somos un 4—insuficiente— y el 8% de la población es matrícula de honor. Es así, se pasa de Aida a Ortega y Gasset en una décima de segundo. La cuestión es, ¿alguien sabe lo que es levantarse por la mañana ir al hoyo y limpiarse las posaderas con el Granma? Hasta el escroto se escuece. Bien, pues, vayan preparando “los flotarescates” de las tiendas de los currantes—ojos oblicuos— del mundo todo a 1 euro, porque España está escocida y la gente sólo conoce el Mitosil. Feliz santo y un abrazo