"Las ideas son menos interesantes que los seres humanos que las inventan" FranÇois Truffaut

sábado, agosto 04, 2012

La puta política (¿hacemos el amor primero o comemos antes?)



 La películas más interesantes, por bien construidas cinematográficamente y profundas en su planteamiento moral y político, en este verano son comedias: Project X, El dictador, El irlandés y Los nombres del amor.  Por tanto, es fácil que pasen un tanto desapercibidas en su importancia dado que las risas se han considerado siempre un asunto menor al lado del señorial drama y no digamos la sublime tragedia.

Pongamos como ejemplo Los nombres del amor, que ha durado exactamente una semana en la pantalla del por otra parte bienintencionado "Multicines Centro" de Granada, sin duda el lugar donde he visto más y mejores películas en mi vida desde su anterior encarnación como Palacio del Cine.

Su nombre original es Les noms des gens, algo así como Los nombres de las personas, un título más apropiado a su carga política referente a la importancia de las raíces familiares como forma de identidad personal.  Pero se ve que para intentar atraer a la hordas pseudo románticas introdujeron ese foco sentimentaloide de "amor" además de poner a la protagonista vestida de novia camino del altar (cuando se tira casi toda la película medio desnuda. Y sin medio, el resto).  Pero ni así han picado las "jóvenas" adictas a los realities de la MTV.

Los nombres del amor es una fenomenal metáfora social de la Francia pluricultural enfrascada en un debate entre el multiculturalismo, la integración y la pura y dura xenofobia.  Un debate enfangado por el victimismo y la cultura de la queja que su director, Michel Leclerc, satiriza despiadamente gracias a un humor negro que jamás cae en la autocomplacencia del sarcasmo como pose (el defecto de "enteraos" del humor rabínico, sermoneador a fuer de petulante, del peor Lenny Bruce al "mejor" Larry David).

Un par de descendientes de minorías mal vistas por la población normal, un judío y una árabe, pero con una pinta de franceses que echa para atrás, asumen dos posiciones completamente diferentes respecto de sus orígenes.  Él, la ocultación y el emboscamiento, no quiere saber nada de su pasado judío.  Ella, combativa y concienciada, se entrega a la causa con un arma de destrucción masiva que ha encontrado: su cuerpo.  Un cuerpo que entrega, con prisa pero sin pausa, a todos los fachas con los que se encuentra, de niñatos dirigentes de partidos políticos de derechas hasta líderes del islam fanático.  Su misión: hacerlos de izquierdas mientras follan ya que se considera una "puta política".  Una terrorista que emplea el colchón en lugar de la parabellum. Bendita liberal de izquierdas sea...




Leclerc combina la ingenuidad de Amélie (que detesto) con la ironía de Rohmer (que amo) pasando por Woody Allen (esos bueyes de mar te harán recordar las langostas de Annie Hall) y consigue una comedia que entretiene y hace pensar a partes iguales, repartiendo estopa tanto contra los Le Pen como contra los Tariq Ramadan, tan lejos y tan cerca, sin jamás perder la elegancia (Jacques Gamblin) ni el gusto por la belleza (Sara Forestier)


2 comentarios:

Amor dijo...

Interesante reseña, sin dudas tendré que verla!

Anónimo dijo...

sabiendo tus gustos cinéfilos, veo tus apetencias e inclinaciones... y menos mal, porque tus críticas contra Prometheus son infundadas y hasta fanáticas.