"Las ideas son menos interesantes que los seres humanos que las inventan" FranÇois Truffaut

viernes, enero 18, 2013

Oscar 2013 III: Django desencadenado, de Tarantino

Prometeo encadenado, Rubens

Quentin Tarantino pasará a la historia del cine como el director en cuyas películas más se han usado las palabras "negro" y "negrata".  También por otras cosas, pero con Django desencadenado se ha puesto a una distancia sideral del segundo "nigger" (quizás las cinco temporadas juntas de The Wire).

También pasará a la historia del cine como el mejor sampler humano cinematográfico.  Con permiso de Jean Luc Godard.  Pero a diferencia del franco-suizo, Tarantino no se cree un mesías cinematográfico ni un profeta maoísta así que no hay peligro de hacer películas-más-grandes-que-el-propio-cine sino, en el peor de los casos, entretenidas, en el mejor, arriesgadas, complejas y comprometidas con un tierno humanismo camuflado tras una sanguinolienta traca de fusiles de asalto.

Además, es mucho mejor guionista narrativo y, sobre todo, dialoguista que Godard.  Su construcción de personajes es sintomática, ayudado por una mano maestra para sacar lo mejor de sí a los intérpretes.  El tipo tiene un oído para la lengua yanqui, y en esta pelicula confederada, en la mejor tradición de Mark Twain y Faulkner.  Una forma de ver Django desencadenado es cerrar los ojos y dejarse arrastrar por los diálogos y la banda sonora.  Ningún otro cineasta tiene tal don para el oído absoluto cinematográfico.

Django desencadenado es el complemento perfecto para Lincoln.  Allá donde Spielberg es grave, Tarantino es bromista; cuando Spielberg es solemne, Tarantino es vitriólico; si Spielberg se pone lírico pues Tarantino, épico.  Espectácular reinterpretación el spaghetti-western en clave sarcástica, si Lincoln es la Cuaresma, Django desencadenado es el Carnaval. La cara y la cruz, ambas necesarias, de dos de los discípulos contemporáneos más aventajados del gran David Wark Griffith, que ahora le devuelven la moneda racista al maestro respecto de su sublime y repugnante El nacimiento de una nación, KKK ridiculizado incluido.

Pero, Achtung!, que no es menos serio, profundo y comprometido Tarantino que Spielberg.  Porque tras unos fuegos artificiales que explotan en una orgía de ruido y furia, de chistes malos e ironías magníficas, de una mescolanza heteróclita ("rara de cojones" en un ideolecto más perezrevertiano que cahierista) entre Bud Spencer y Terence Hill, Dos hombres y un destino, Duelo en Alta Sierrael gangnam style de Sergio Leone y, por supuesto, el Django de Sergio Corbucci, se filtra una preocupación sincera, aunque oculta por un ramalazo de timidez, por elaborar un discurso simbólico sobre la esclavitud y la miseria moral de los que participaron en aquella conspiración contra la dignidad.

Esa simbología está encarnada en este caso en la interpretación apolínea de Christoph Waltz, un caza recompensas alemán tan inteligente como implacable, elegante y contenido pero que, sin embargo, en un arranque dionisiaco, "no he podido evitarlo", pondrá en peligro la herculea tarea que llevaba a cabo junto al liberto interpretado por Jamie Foxx.

Aunque sólo fuese por la posibilidad de ver de nuevo un paisaje del lejano oeste en una gran pantalla ya valdría la pena gastarse el dinero de la entrada.  Y es que si como decía Godard, siempre tan perdonavidas, que "la diferencia entre Tarantino y yo es que el cine vive en mí, mientras que él vive en el cine", al menos Tarantino nos hace vivir junto a él en la ciudadela cinematográfica, por una cinecittá hollywoodense, paseándonos de su brazo de película en pelicula sin salirnos de la suya propia, como un parque de atracciones priápicamente cinéfilo. Godard, tan ensimismado como el autista Dios de Aristóteles, ni siquiera sabe, porque no le interesa, si sus espectadores existimos.  Tarantino, sin embargo, como el más grande, podrá decir a partir de ahora

"My name is Quentin Tarantino and I make Westerns"






2 comentarios:

Santiago dijo...

Ciertamente, Tarantino tiene, por un lado, el talento privilegiado de rescatar del olvido imágenes y melodías, recomponiéndolas con maestría para darles vida nueva... y, por el otro, la honestidad de no esconderlo nunca.

Bienvenidas sean sus remezclas.

Igor Zarranz dijo...

¡¡Menudo peliculón!!
Y Samuel L. Jackson lo borda. Está genial