"Las ideas son menos interesantes que los seres humanos que las inventan" FranÇois Truffaut

jueves, enero 24, 2013

Oscar 2013 IV: Amor, de Haneke y Dark Zero Thirty, de Kathryn Bigelow

La muerte como categoría filosófica, política y moral sobrevuela dos películas tan aparentemente diferentes como el drama existencialista Amor, dirigida por el austriaco Michael Haneke, y el docu-ficción La noche más oscura, dirigida por Kathryn Bigelow, sobre la captura y asesinato de Bin Laden. Si Lincoln y Django desencadenado forman un extraordinario díptico sobre la libertad y la dignidad, en el extremo opuesto, Amor y La noche más oscura se unen en una discutible dupla sobre el daño físico y la degradación moral (o al revés).

Las dos características que definen la situación del ser humano hoy en el mundo es la sobrepoblación y la rapidez.  Somos muchos y vivimos velozmente, todo ello bajo el paraguas protector de la tecnología que nos lleva de un lugar a otro del planeta ipso facto y prolonga la vida más allá de lo natural, todo ello como si fuese lo más normal del mundo.

En este contexto, cualquier incomodidad o roce con respecto a nuestras bien engrasadas vidas, en las que todo suele ocurrir sin sobresaltos como es propio de cualquier mundo feliz huxleyano, se interpreta como desasosiego.  Una angustia light que se trata de evaporar a base de alcohol o trankimaxin.

O películas.  Tanto Haneke como Bigelow han sabido captar esta angustia light contemporánea y han volcado este sentimiento difuso en sendas apologías de la eutanasia y la tortura.  Ante el problema de unos ancianos que no se mueren ni a tiros mientras consumen los recursos del “Estado de Bienestar” (Tore Aso, el bocazas ministro japonés de economía, ha sido el único que ha verbalizado lo que se piensa únicamente como chiste o a la manera de Swift, tan serio que parece de broma. O al revés. Los niños, los borrachos y los bocazas ministros japoneses son los únicos que verbalizan sus deseos más escondidos) y un idealista del terror que ha llevado la guerra al corazón del capitalismo simbolizado en las Torres Gemelas, la reacción catártica de dos películas que justifican en el plano de la fantasía lo que se realiza todos los días de manera encubierta (otra versión de la tecnología puesta al servicio de la muerte bajo cuerda es el terrorismo de drones llevada a cabo por Obama con el aplauso implícito y fervoroso de la derecha y la izquierda, de norteamericanos y europeos, Nobel de la Paz incluido).

Haneke y Bigelow han cubierto con una pátina de respetabilidad artística el sentimiento de cansancio y hartazgo que unos viejos incómodos y un Robespierre islamista provocan en el inconsciente colectivo occidental.  Bajo el chantaje emocional de un título equívoco, “Amor” (¡cuántos crímenes en tu nombre!), y un género equívoco, “docu-ficción” (ese oxímoron), Haneke y Bigelow han realizado dos telefilmes con pretensiones tanto cinematográficas como éticas y políticas, que se siguen con moderado interés ante sus previsibles desenlaces y los rocambolescos aires de neutralidad que encuentran su más pasmosa plasmación cinematográfica en una estúpida metáfora visual con palomas en Haneke (las palomas como elemento decorativo en el cine sólo se perdonan en Blade Runner y The hunger por ser una firma de los Scott) y una no menos idiota exculpación de responsabilidad por el asesinato de Bin Laden.

Tanto el doctor Montes como el doctor Dershowitz (todo lo que quisiste saber sobre la tortura y nunca te atreviste a preguntar) podrían emplearán ambas películas en foros ético-cinematográficos.  Las actrices, Emmanuelle Riva y Jessica Chain, estupendas.

1 comentario:

Abogados en Colombia dijo...

que buen blog, el cine nos nutre nos identifica es un arte maravilloso, saludos.