"Las ideas son menos interesantes que los seres humanos que las inventan" FranÇois Truffaut

miércoles, enero 01, 2014

Mejores películas del 2013 (y algunas sobrevaloradas)

Para la encuesta de Miradas de Cine he elaborado la lista de mi top ten cinematográfico del año que se ha ido. En 2012 mi lista de las mejores películas incluía


Outrage (Kitano), Red State (Smith), L’Apollonide (Bonnello), Looper (Johnson), El dictador (Baron Cohen), Los nombres del amor (Leclerc), Project X (Nourizadeh), Las malas hierbas (Resnais), Declaración de guerra (Donzelli), J Edgar (Eastwood)


y pronosticaba que 2013 sería el año de Spielberg, Tarantino, Thomas Anderson…  No me equivoqué.  Porque la película más indiscutible del año, menos para los genios de la Academia de Hollywood, ha sido el Lincoln de Spielberg y Day Lewis, un tratado de política disimulado en un biopic tan detallista como áspero, tan pulcro como insobornable.  ¿Fue Lincoln un santo laico o un tirano demoníaco?  Las cosas no son tan sencillas ni tan maniqueas y Spielberg no es ni lo uno ni lo otro.  Quizás por ello le ganó la normalita, humilde y apocada Argo…


Un Lincoln furioso es el Coriolano interpretado y dirigido con brío por Ralph Fiennes.  Coriolano, una de las últimas tragedias de Shakespeare y la favorita de Thomas S. Eliot.  Aristócrata y desmesurado, Coriolano es un ejemplar de superhombre nietzscheano como no se ha visto nunca.  Su fuerza y su rabia, su incapacidad leonina para la negociación y la pacificación, supone un descanso conceptual ante la tibieza y la mediocridad del actual status quo democrático de las almas bellas y los espíritus cansados.


En la senda del análisis del racismo como pecado original de la sociedad norteamericana, y a la espera del 12 años de esclavitud de Steve McQueen, Quentin Tarantino ofrece su particular versión entre la comedia bufa y la denuncia social, en Django desencadenado, un fascinante viaje al fin de los prejucios raciales y la violencia como forma de vida en el nacimiento de los Estados Unidos.  


Esa misma violencia que ha marcado la historia norteamericana y también su cine es la que se pone de manifiesto, en todo su esplendor y belleza, en Spring Breakers, la gamberrada cinematográfica del año, donde la alegría de vivir y de matar, de pecar y santificarse, se encarna en unas díscolas adolescentes que en lugar de hacer la Primera Comunión como ritual de paso de la adolescencia a la edad adulta se meten todo lo que pueden en sus apolíneos y dionisiácos cuerpos, acabando la película en plan El precio del poder de Brian de Palma.  Pero sin moraleja.


Esa violencia que causa placer pero también dolor.  El que sufre el soldado protagonista en The Master, la incursión de Paul Thomas Anderson en la dimensión religiosa de los Estados Unidos, de su verdad esquizofrénica, de su poesía mística, a través de la disección de las diversas sectas que por allí se crean, en la tradición de El fuego y la palabra de Richard Brooks o Sangre sabia de John Huston.


La cuota de cine espectacular propio de la industria hollywoodense viene cubierto por dos películas extraordinarias: Gravity y Star Trek 2.  Si la película de Cuarón es un drama existencialista que parte del hastío vital de la protagonista, Sandra Bullock, hasta desembocar en un nacimiento a la esperanza, el segundo es una apología de la fuerza y la alegría de vivir a través de la violencia y la determinación.  Unos espléndidos efectos especiales se conjugan con una reflexión implícita acerca de los límites de la naturaleza humana en la que ángeles y demonios luchan por conquistar el alma.


De Europa destacan dos películas que tratan, desde muy diversas perspectivas, el conflicto entre la moral individual y la presión colectiva.  Si en La caza Thomas Vinterberg relata un cuento gótico en la senda de los hermanos Grimm, en la que un hombre se verá acosado por el más grande monstruo que ha visto la Tierra, el chismorreo y la conciencia social, en Después de mayo Oliver Assayas hace un lúcido y valiente retrato de la psicosis colectiva que embargo a la juventud europea allá por mayo del 68.  Tanto en La caza como en Después de mayo se comprueba que si dos son compañía, tres no es que sean multitud, es que son marabunta y horda.


Por último, dos bellas películas sobre lo que significa estar enamorado, sus complejidades, aristas y grandezas, su miseria y su sublimidad.  Antes del anochecer y To the wonder están hechas por dos norteamericanos, Richard Linklater y Terrence Malick pero tienen un aire de familia inequívocamente europeo, el que va de Breve encuentro (Lean) a Te querré siempre (Rossellini) pasando por Robin y Marian o Las mejores intenciones.  


Menciones especiales para el inicio en el guión de Cormac McCarthy y su apabullante creación de una superhembra nietzscheana en The Counselor así como el inmortal Woody Allen que ha vuelto a escribir un personaje femenino inolvidable en Blue Jasmine: una mini historie (s) du cinéma, de Un tranvía llamado Deseo a Desayuno con diamantes pasando por Una mujer bajo la influencia. Cameron Díaz y Cate Blanchett se salen.


Otras películas que me han parecido soberbias este año:  Hannah Arendt, A puerta fría, Tomboy, Prisioneros, Tabú, La gran belleza.


Entre los documentales, dos han sido determinantes: El impostor, dirigida por Bart Layton, que podría ser una versión apócrifa del relato de Borges El impostor inverosímil Tom Castro que a su vez, como casi todos los relatos recogidos en la Historia Universal de la Infamia, está inspirado en hechos reales. De lo "factual" a la ficción y de vuelta a lo origen empírico y real. Y es que cuando los hechos se proyectan en la pantalla cinematográfica bajo el signo de la verdad y la veracidad se consigue una impresión de "tridimensionalidad existencial" que supera con mucho las virtualidades de la imaginación. En este sentido, incluso las mentes con tendencia a la barbarie y la desmesura de Herzog o Trier resultan planas y aburridas confrontadas al corazón de las tinieblas descrito en The act of Willing, cuando los "ahumanos" indonesios perpetraron el genocidio de más de un millón de personas por motivos ideológicos. También Searching for Sugar Man.


Para terminar, en esta edad de bronce de las series de televisión, abocadas a la escolástica del comentario y a la rutina de las fórmulas, sólo cabe destacar el final en plan Crimen y castigo de la hipermoralizante y sutilmente reaccionaria Breaking Bad; la cada vez más sólida, atractiva e inteligente The Good Wife, y el inicio de Peaky Blinders, un Downton Abbey de las clases bajas y mafiosas irlandesas, tan bien recreada como interpretada y relatada.

PD. También me piden de Miradas de Cine, la lista de las sobrevaloradas. En este caso, menciono a las que incluso habiéndome gustado algo me parecen de todas formas "sobrevaloradas". Así La vida de Adéle, 12 años de esclavitud o Amour o La mejor oferta.

En cuanto al "momentazo" del año, destaco una película española interesante con un cartel fascinante:

3 comentarios:

octopusmagnificens dijo...

Oblivion y Gravity las mejores; Lincoln inaguantable.

Anónimo dijo...

12 años de esclavitud de Steve McQueen

Anónimo dijo...

Me ha parecido leer que se comparaba "El fuego y la palabra" con la pedantería vacía e intelectualoide de no sé qué chachareo sobre la nada y el ojete. Lógicamente tenía que aparecer "To the wonder". Va de soi. A la gente le gustan los árboles y lo profundo. Como ese Lincoln correcto y banal que tanto escándalo ha causado por poca cosa sin ahondar en otras dudas, estas sí más graves, sobre su conducta.