"Las ideas son menos interesantes que los seres humanos que las inventan" FranÇois Truffaut

viernes, julio 24, 2015

Hacia un liberalismo virtuoso (a pesar de burócratas y capitalistas viciosos)

En Twitter, Rodríguez Braun suele dar los buenos días #apesardelGobierno. A veces, lo retuiteo añadiendo #yapesardelasempresas.  El propio Rodríguez Braun retuiteo un artículo de Antonio Jesús Chinchetru en el Instituto Juan de Mariana cuyo título era significativo "Los empresarios no son héroes".  Y es porque también hay empresarios villanos contra los que advirtió no sólo Karl Marx sino también Adam Smith.  De hecho, a más empresarios virtuosos, cumplidores de lo que denomina Chinchetru la "ética de la libertad", el capitalismo tendría menos problemas.

Un problema del liberalismo es que se ha visto como sus críticas hacia el poder ilegítimo del Estado y el peligro que representa su tendencia al poder omnímodo no se combina con la misma pasión en la crítica hacia las empresas cuando estas hacen lo mismo: atentar contra la autonomía de la gente y su libertad de elección.



En el documental Inside Job se ponía el dedo en la llaga acerca de los sobornos que muchos académicos liberales recibían por parte de empresas a las que asesoraban en forma de financiación espuria.  Espuria porque hacían coincidir la verdad científica con el interés de quienes les patrocinaban.



En su libro Medicamentos que matan y crimen organizado, Peter C. Gotzsche denuncia cómo las grandes farmacéuticas han corrompido el sistema de salud.  Está generalizado en España y el resto del mundo que los médicos acepten invitaciones de las empresas sanitarias para asistir a comidas o congresos que con la excusa de la formación científica son modos encubiertos de conseguir un sobrepago en especie.  Hace falta un compromiso ético también por parte de economistas y médicos para no recibir ninguna financiación de aquellas empresas que tienen que ver con su actividad científica.



En la película Dallas Buyers Club se refleja la lucha de un enfermo de SIDA tanto contra la FDA como contra las empresas farmacéuticas.  El tejano cateto y homófobo pero lúcido y valiente interpretado brillantemente por Matthew McConaughey se enfrenta tanto al Estado, que pretende no solo asegurar la salud de los ciudadanos sino impedir cualquier tipo de experimentación que se salga de los márgenes de su control, como a las empresas que pretenden monopolizar la investigación en su beneficio privado.



El liberalismo no está ni a favor del Estado ni de las empresas porque está a favor del mercado.  El liberal está a favor de los ciudadanos por lo que reclama al Estado y a las empresas que sean virtuosas.  Por supuesto, no cabe esperar que nadie sea ético por propia voluntad por lo que diseña un mercado como una institución lo más neutral y objetiva posible.  La economía liberal se debe reconducir dentro de un marco político liberal.  Por lo que es necesario que las agencias de control de la sociedad, el Estado por una parte y las empresas por otro, están equilibrándose constantemente en el alcance de sus respectivos poderes, de manera tal que finalmente se consiga que ni los burócratas ni los empresarios pongan sus intereses privados respecto al poder y al dinero de manera que subyuguen los intereses ciudadanos para realizar una vida feliz de la manera más autónoma posible.


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