"Las ideas son menos interesantes que los seres humanos que las inventan" FranÇois Truffaut

sábado, abril 16, 2016

"Julieta" Almodóvar. El director que no gustaba a los curas tampoco agrada ahora a las feministas (de género)

"Julieta", el último personaje protagonista de Almodóvar, es una constante del cine del manchego: una mujer al borde de un ataque de nervios sobre unos tacones lejanos que no acaba de encontrarse a sí misma en sus múltiples roles de amante, esposa, madre, profesional, hija y mujer que va enfrentándose a la mutación de la vida y a los misterios que la rodean.




Su puesta en escena cinematográfica también sigue fácilmente reconocible, colorido ostentoso, humor vitriólico, y un melodrama suntuoso en el que la hipérbole ha sido matizada, eso sí, por una contención arrebatada por brillantes fulgores surrealistas.  Como si en lugar de Douglas Sirk y Fassbinder sus referentes fuesen ahora, más bien, Michalengelo Antonioni y Leo McCarey.  Ha ganado en elegancia sin perder en gracia, en profundidad sin ligereza.

En 2011 Pedro Almodóvar mereció ganar la Palma de Oro en el Festival de Cannes con "La piel que habito". Tras la "frivolité" de "Los amantes pasajeros", Almodóvar ha vuelto a ser seleccionado para la sección oficial del certamen francés con "Julieta", tan turbadora y compleja como aquella, llena de eso que decía Juan Benet que le faltaba a la literatura española: estilo. Almodóvar ha sido mucho más apreciado en Francia que en España, sobre todo a medida que ha ido abandonado el "cutrismo", esa dejadez y falta de imaginación que algunos consideran la marca made in Spain. El cartel de esta edición de Cannes es de una de las películas más "estilosas" de la historia del cine: "El desprecio", de Jean Luc Godard. Rodada en Casa Malaparte, una obra maestra de la arquitectura situada en la isla de Capri, pocos como Godard y Almodóvar han sabido filmar la belleza interior y exterior de las mujeres, dueñas de una sexualidad libre y salvaje, contradictoria y estimulante.  No es de extrañar que las feministas de género y los curas decimonónicos, tan lejanos pero tan cercanos en su conservadurismo moral y su resentimiento moral, lo detesten igualmente.




Como en la película de Godard o en Desierto rojo, la atmósfera es de contención ético y estética sobre un fondo mitológico, más elegante que nunca en sus referencias a la moda international style de Vogue.  Como en las películas existencialistas de Woody Allen, los protagonistas de Almodóvar leen libros y decoran sus casas con reproducciones de Freud y esculturas de Miquel Navarro.  En lugar de Dostoievski y Sartre en el caso del norteamericano, Almódovar prefiere a los más chejovianos 'El amor' de Marguerite Duras y 'La tragedia griega' de Albin Lesky (la secuencia clave de la película desde el punto de vista hermenútico es la explicación a sus alumnos por parte de Julieta como profesora de Griego del significado de "pontos" en el contexto de la "Ilíada" de Homero), teniendo en cuenta, además, que el guión es una adaptación de su "relatista" favorita, la canadiense Alice Munro (cuyo libro tenía una de las protagonistas de "La piel que habito").

De hecho, al haberse basado en una novela Almodóvar ha podido concentrarse más en la estructura formal de la película, tan compleja como en el caso de "La piel que habito", también basada en una novela.  Si allí la acción transcurría siguiendo una estructura en hélice, enredándose sobre sí misma, en "Julieta" va enhebrando misterios dentro de enigmas escondidos en acertijos, que se van resolviendo de una forma tan elíptica que pueden pasar desapercibidos en una primera visión.

Usualmente el cine se ha puesto en relación con el teatro, la novela, la pintura o la ópera.  Sin embargo, Almodóvar consigue en "Julieta" un milagro al alcance de muy pocos.  Del mismo modo que Manoel de Oliveira en "Una película hablada", y en gran parte de su filmografía, el cineasta español recuerda en el torrente de diálogos y monólogos que sostienen las imágenes los folletines de la radio que se escuchaban hasta finales de los años 80, con dramas intensos interpretados por actores dotados de voces tan sugerentes como hermosas y matizadas.  Podría verse "Julieta" con las orejas.

El título original era "Silencio", en el sentido de la obra 4`33" de John Cage, en el que el ruido de fondo de nuestras vidas constituyen un muro de sonido invisible que nos afecta sin que nos demos cuenta.  Son muchas las películas que ocurren en "Julieta", la visible y las invisibles.  La maestría de Almodóvar reside en haber rodado varias películas implícitas en la explícita.  Y en haber utilizado tanto el bisturí para la disección de las emociones amorosas como el hacha para un guión en el que predominan los sobreentendidos y se echan en falta las explicaciones. Afortunadamente.  Al Bergman de "Persona" le gustaría.








2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tras ver el comentario estoy casi seguro de que la peli es un rollo. Basta leer a Boyero para saber que este bloguero opinará lo contrario, le tiene muchas ganas desde hace bastante. Y para justificar pues tira de cháchara y nominalismo as usual. Y cuando algo necesita tantas muletas pues ya se sabe. Los prejuicios

Anónimo dijo...

Suerte que ha tenido disfrutando el engendro,por mi parte y sintiendolo poco,antes soy capaz de ir a cualquier subproducto de los mas cutre de Bollywood antes de encontrarme con algun bodrio de esta secta,cuyo odio a la historia,la inteligencia,la libertad y su posible público me tiene alejado y limpio de contaminación desde hace 18 años.
Chas gracias,que decia el otro.