Marey o Demeny en que eran inventores de profesión, inmersos en una competencia a nivel mundial.
La esencialidad industrial del cine no puede ser separada de su esencialidad artística, intrínsecamente cinematográfica. Dicho juego entre opuestos ha originado la potencia cinematográfica, en todas las dimensiones, más potente e importante del siglo y pico que tiene el séptimo arte. Los EE.UU. han combinado las dos facetas del nuevo arte de la manera más fértil, precisamente porque sus más grandes protagonistas han sabido jugar a las dos barajas, la artística y la comercial, creando una herramienta estética de alcance sin parangón en la historia por su impacto social, político y económico.
De Hitchcock a Lang hasta Verhoeven
o Peter Weir
gran parte de los no estadounidenses han comprendido que la fórmula cinematográfica yanqui, la simbiosis entre el celuloide y el dólar, es la más fértil, fléxible y dinámica de todas las que se han propuesto. Hay otros mundos cinematográficos pero acaban autofagocitándose rápidamente debido a su endogamia, su poca receptividad a la crítica y la presuntuosidad que les confiere estar subidos en una torre de marfil.
España y Europa, enfermas de elefantiasis estatista (como muestran esos proyectos faraónicos en su desmesura burocrática: el tocho presuntuosamente denominado “Constitución Europea” o la pirámide voladora de Airbus), está convirtiendo a sus cineastas en funcionarios,
plegados a los dogmas de lo políticamente correcto y a las simplezas del sentimentalismo de salón.
Dada la ignorancia enciclopédica de los políticos dedicados a la cosa artística el mercado se sataniza de forma inversamente proporcional al crecimiento de la colusión entre los intereses de los políticos y de los artistas, pagando el primero a cambio de los oportunos servicios ideológicos y artísticos del segundo. Este arte subvencionado evita la competencia entre los artistas, levanta barreras a la entrada de los que no están domesticados, acaba con las innovaciones formales y de contenidos, alza a los incompetentes, sojuzga a los rebeldes. En vez de pensamiento tenemos ocurrencias; en lugar de ideas, pancartas; en sustitución de auténtico arte, sermones.
Para muestra este artículo de Wenders, un cineasta sobrevalorado en su manierismo esteticista, en el que convoca una "merienda de negros", compuesta por sus amigos (reseñable el tono entre acosador y paternalista,además de machista, con el que acoge a una "joven" y anónima representante de la Europa que desconoce)
Un Consejo de Artistas
Wim Wenders es director de cine alemán
Hoy, 15 de mayo, el Festival Internacional de Cine de Cannes -con el esplendor que suele caracterizar a esta gran cita cinematográfica- celebra el Día de Europa, una jornada muy especial en la que, bajo el impulso de la Comisión Europea, se reunirán en la ciudad francesa los 25 ministros de Cultura de lo que en pocos meses será la Unión Europea ampliada. La jornada tiene un evidente carácter reivindicativo del cine que se realiza en el continente y la necesidad de consolidar un sistema de ayudas y protección frente al avasallador y proteccionista cine estadounidense, como así lo ponen de manifiesto los artículos de los directores polaco, alemán y belgas que, a instancias del diario Le Monde, se publican conjuntamente con EL PAÍS.
Imagínense por un momento que en Europa existe -bajo el modelo del Consejo de Ministros de Cultura- un Consejo Europeo de los Artistas, que dispondría de los mismos poderes que su equivalente político para dirigir el destino cultural de Europa. Partamos del principio de que, como ambos organismos se reúnen en paralelo, se abriría con la primera sesión de la Europa ampliada. En una de las salas de reunión estarían los 15 representantes de la política cultural de los 15 países de la "vieja Europa" y, en otra, 15 artistas originarios de estos mismos países. En ambas salas, en el mismo momento, las puertas se abrirían y veríamos aparecer, uno tras otro, a los enviados de los 10 países "entrantes" de la nueva Europa. ¿Cuál sería entonces la diferencia?
No me voy a permitir describir lo que ocurriría en la sala de reunión de los ministros de Cultura; después de todo, nunca he asistido a dicho encuentro. Pero creo saber qué ambiente podría haber en la sala de los artistas, ya que he participado en numerosas reuniones de este tipo. "...Ahhh", dirían en un murmullo los cineastas de la "vieja Europa" en el Consejo de los Artistas cuando la puerta se abriese y apareciese un anciano con una sonrisa amistosa y llena de sabiduría: "... ¡Los polacos han enviado a Andrzej Wajda!". Y todos se levantarían y se inclinarían aplaudiéndolo, mientras que en la puerta otro hombre esperaría con respeto a que la oleada de aplausos se calmase. "Szabó, István, de Budapest", se presentaría discreto. Pero todos se abalanzarían con las manos extendidas para darle la bienvenida y tendría que ir de uno a otro para saludarlos. Se encontraría con toda seguridad en un círculo de viejos amigos. Justo después entraría una mujer muy joven, pongamos que sea escritora, originaria de uno de los países bálticos. Y aunque casi ninguno de los presentes la haya visto jamás o siquiera haya oído su nombre, sería recibida con el mismo respeto, incluso con los mismos aplausos, saludada con el mismo calor y objeto de tantas preguntas y curiosidad como sus colegas más célebres. Y lo mismo ocurriría con cada uno de aquellos que entraran en esta sala.
Oh, no. Lo que cuento aquí no es una ficción, ocurriría realmente así. Lo he vivido bastantes veces como para poder decirlo. ¿Por qué cuento esto, en vez de subrayar la importancia de la historia de la civilización europea, defender la diversidad cultural o advertir de los peligros de la globalización? Pues porque no es necesario realizar estos llamamientos mientras mantengamos un respeto mutuo, mientras prestemos atención a todo el mundo y estimemos su trabajo, mientras sigamos sintiendo curiosidad por los demás en esta vecindad única en su género que ofrece este continente que es nuestra patria, Europa.
5 comentarios:
No se si los artistas son asi incluso antes de que existiera el Estado Moderno.Quiero decir que antes peloteaban al rey o mecenas de turno y ahora pelotean al que maneja el presupuesto.
Por supuesto que tambien habia juglares y otros artistas que hacian arte a cambio de unas monedas del publico.
No se que porcentaje era mas importante en el XII o en XVIII.
Otra cosa es pensar si esos iluminados realmente van a cambiar la Cultura de Europa.
¿Que tiene mas influencia hoy ,las peliculas subvencionadas de hace 30 años o las peliculas exito de taquilla hace 30 años?
Hace 30 años ,mas o menos,
Sidney Lumet, en USA estrenaba una pelicula "Dog DAy Afternoon" parece que el genero de transexuales alterados es un poco antiguo y no lo invento Almodovar.Curioso.
Mas conocidos ,de esa epoca son "Taxi driver","El exrocista","Tiburon" y "Star Wars".Cine comercial americano.Basura sin influencia cultural en Europa.
Aqui en España, en 1975 dejo de ser obligatorio el pase del NODO.Y Manolo Summers estrenaba,"Ya soy mujer" y Vicente Escriva, "Zorrita Martinez".Y eso que al genero de "destape" le quedaban pocos años para explosionar.Esas si que fueron peliculas artisticas y que pasaron a la posteridad.
Fernán Gómez dijo ayer en ABC que él, cuando era pequeño, no veía ninguna de las 20 o 30 películas españolas, ya que sólo veía películas americanas. "Ya teníamos el gusto colonizado". Esta frase es para enmarcarla como típica frase progre. Lo que le haya pasado ideológicamente al memorable "Anacoreta" es algo que se me escapa. A continuación nos emplaza a preguntarnos si el público español, frente al cine USA, ¿rechaza el cine español o el cine europeo?. Mire ud. Don Fernando. Rechazo totalmente un cine endogámico, repetitivo, feo, ultraizquierdista y simplista como el que se hace, mayoritariamente, en España y en Europa. Uds., los de Cultura contra la Guerra, no son más que los hereditarios de todo el cine de propaganda, desde Einsenstein y Vertov, hasta Leni Riefesthal. Por eso los rechazo frontalmente y los combato. Yo soy de los que les dice a todo el mundo que no vayan a ver cine español. Mi frase es "ni un céntimo a estos totalitarios". Y me mantengo en mis trece.
La última película española que pagué por ver fue una interpretada por ud., D. Fernando. Se llamaba "La lengua de las mariposas". Salí avergonzado por la repugnante manipulación histórica que hacen en las últimas escenas. No voy a verles, señores del cine español y europeo, por como utilizan su poder mediatico para derribar gobiernos. No voy a verles, porque viven de gorra del presupuesto nacional. No voy por ser uds. una pandilla de colegas, la mayoría incultos como mastuerzos, ( no ud., sin duda, otra cosa es su giro ideológico, ¿tal vez para que le contraten?), totalitarios y extremistas que se mofan de quien no piense como uds. No voy porque es un cine feo, feo, feo. No voy porque no me gusta, ni su cine ni tampoco uds. ¿Le vale la respuesta?
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