"Las ideas son menos interesantes que los seres humanos que las inventan" FranÇois Truffaut

miércoles, enero 05, 2005

Portugueses frente a frente

Tan cerca y tan lejos, Portugal es un país tan desconocido como pueda serlo Rumanía. Ni política, ni histórica, ni económica ni culturalmente sabemos apenas nada de Portugal, más allá del folclore fadista, del españolizado Saramago y, si acaso, el gran Pessoa.

Oliveira y Monteiro, portugueses frente a frente. Habiendo visto de Monteiro sólo , Va y viene creo que, se non é vero, é ben trovato, la presunta disputa entre ambos, el abuelito bueno y el abuelito cascarrabias, el católico civilizado y el anarquista reaccionario, el amable crítico y el vituperador incansable, refleja bien la disparidad de universos simbólicos en ámbos.

Va y viene es una película desaforada. En duración, en planteamiento, en planificación. Tan desaforada y delirante como su protagonista, el caballero, que no camarada, Vuvu (más bien "Yogui", dado su parloteo incansable), un Don Quijote portugués, pendenciero, chuloputas, priápico, caprichoso, blasfemo, solitario, rebelde, hedonista, sentenciador y sentencioso, lo mismo instruye en hacer mamadas sui generis que en quemar iglesias o interpretar una zarzuela (ad maioren gloria Tomás Bretón).

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A pesar de su estatismo charlatán, Va y viene es de una narratividad contundente. Bajo la admonición de Pickpocket de Bresson, la acción, eso sí, se toma su tiempo, reflexiva y contemplativa, algo muy común y muy tradicional: de Marcel Proust a Robert Bresson, de Thomas Mann a Joseph L. Mankiewicz.

Decir que el Monteiro no es Tarantino puede asustar al respetable con la amenaza de un pesado mochales que nos va a soltar un ladrillo apocalíptico sobre los males de nuestra cultura. Si fuera así la verdad es que Monteiro resultaría ser un artista menor (lo peor de la película son las alusiones circunstanciales a Bush (typical european) y un par de chistes repugnantes sobre los estadounidenses en la peor tradición bazofia de los chomskianos europeos). Pero es, quizás a pesar de sí mismo, Monteiro es capaz de un estilizado sentido del humor, negro negrísimo a veces, que salpica la pantalla aligerando (en el mejor sentido) los larguísimos planos generales en los que está rodado (salvo algún que otro plano medio y el primerísimo plano final).

Especialmente hermosos son los contraluces sobre los que Monteiro traza su "triste" figura: delgado y anguloso, en su biblioteca (los libros no los ha leido todos, le sirven de compañía, mucho menos trabajosa que un perro. "Salvo por el polvo" le responde la gentil criada con la que, caballerosamente, comparte una infusión)

El caballero anarquista, trasunto en cierta medida del banquero anarquista de Pessoa, no es un personaje simpático. Es a ratos inteligente, a veces un soplapollas, de vez en cuando tierno, muchas un pajista mental, incluso cruel, siempre egotista, con una elegancia sublime y un gusto estético acentuado, minimalista y equilibrado. Sobre todo priápico, un heredero de los cínicos hedonistas que se masturbaban en las plazas de Atenas, pero con clase.

Es curioso, pero como suele suceder con ciertos anarquistas, por ejemplo Jünger, Monteiro es al mismo tiempo un reaccionario.

En Una película hablada, de Oliveira,



hay que esperar al último plano para comprender la manera en que se engarzan las piezas. Como en los puzzles de Egoyan, o en Sin Perdón de Eastwood, es la secuencia final en la que se contienen las claves de comprensión de la película. Como en el futbol, los malos aficionados, se irán antes del pitido final, aburridos. Sin embargo, los mazazos finales, explosivo en el caso del portugués, iluminan retrospecivamente, en un fogonazo final, todo lo que hemos visto.

Es Una película hablada una de los films más tristes que he visto últimamente, aunque llevada por el humor incansable y subversivo de Oliveira. Como en La inglesa y el Duque de Rohmer, Oliveira hace cine político, aunque desde la distancia de la altura, permitiendo la respiración del espectador que en ningún momento se siente acosado por las ideas de Oliveira.



Tras un bellísmo viaje de iniciación de una niña portuguesa de mano de su madre, una profesora de Historia (guapísima Leonor Silveira), por el Mediterráneo (las escalas en Marsella, Atenas, Estambul y las pirámides de Egipto deberían de proyectarse en las clases de Historia de todos los institutos de Europa), el trayecto en barco se enclaustra en el salón-comedor del mismo, camino de Bombay dónde la profesora y su hija esperan reunirse con su padre (hay una reflexión sobre Europa desde la propia intimidad de Portugal. Ambas, sin embargo, naciones periféricas). En ese salón-comedor del barco se representa una comedia rohmeriana, entre el comandante (John Malkovich, que representa al "americano") y tres europeas (Deneuve (horrible con su boca siliconada), Papas (con unas arrugas dignas que canta una preciosa canción) y la italiana Stefania Sandrelli ).

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Este monumento cinematográfico, anacrónico y testamentario, ignorado en los Festivales de prestigio, que es su lugar natural, refleja el actual callejón sin salida en el que nos hemos metidos los europeos. (Y Erice, en el paro. Y Moore, con la Palma de Oro (y el próximo año a lo mejor lo hacen presidente del Jurado, con un par)

Oliveira y Monteiro, como Cervantes y Quevedo, tan aparentemente enfrentados y distintos son realmente dos caras de una misma moneda, una especie de Jano bifronte. Y pese a las jeremiadas de siempre, en realidad muy hispánicos, muy buñelianos ambos.

Nota. Oliveira prepara una nueva película, El espejo mágico, adaptación de la novela “El alma de los ricos” de Agustina Bessa-Luis, que según el director es la segunda parte de una trilogía iniciada con El principio de incertidumbre. Oliveira, que presentó en el pasado Festival de Venecia, su último trabajo, Quinto Imperio, realizó y montó recientemente en Sao Paulo un corto, Los invisibles... en un solo día. Y tiene ya más de 90 años...

2 comentarios:

lapaupachica dijo...

he quedado fascinada con el principio de incertidumbre. la vi ayer. ni siquiera conocía a oliveira. ¿cuáles son las películas de la trilogía completa?

Anónimo dijo...

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