"Las ideas son menos interesantes que los seres humanos que las inventan" FranÇois Truffaut

jueves, diciembre 02, 2004

El horror, el horror

Isaiah Berlin ha sido uno de los pensadores políticos liberales más importantes del siglo XX. Su discípulo Michael Ignatieff acaba de realizar un buen análisis de las snuff movies convertidas en armas al servicio del terrorrismo fundamentalista. Las webs en las que se pueden ver imágenes de las decapitaciones realizadas en Irak han conseguido desplazar, repugnante mérito, a las webs pornográficas como las más visitadas.

La fascinación de los humanos por la crueldad no debería extrañarnos. Desde el circo romano hasta los guillotinamientos en la Francia revolucionaria, la exhibición de la violencia contra otros seres humanos ha sido un motivo de satisfacción para la masa. Aunque lo cierto es que previamente siempre ha sido necesario una deshumanización de la víctima: el “infiel” es el equivalente del “burgués”, el “reaccionario” o el “judío”, en cualquier caso un no-humano.

En lo que no puedo estar de acuerdo es en la aprobación por parte de Ignatieff de la censura previa que ejercen los responsables de información de televisión. No nos engañemos. No es por evitar que los terroristas consigan publicidad gratuita, ni por evitar la “complicidad embrutecedora”. Es por cobardía y mojigatería. Preferimos seguir la estrategia del avestruz, y al no verlo simular que el terrorista no está ahí, y que la víctima nunca ha existido. Pero como en el cuento de Monterroso, cuando abramos los ojos el dinosaurio seguirá ahí. El desafío de la barbarie exige, si queremos vencerlo, que aguantemos la mirada del monstruo.

Cuando Francis Coppola realizó su magistal adaptación de El corazón de las tinieblas de Conrad, Apocalipsis Now, descendió al abismo del Mal del que habla Ignatieff. El coronel Kurtz, representante de la Luz no pudo aguantar el brillo de las tinieblas. Quizás nosotros tampoco, pero la única forma de saberlo es probarnos a nosotros mismos en el combate moral, político y, no olvidemos a Hitler, bélico.

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