"Las ideas son menos interesantes que los seres humanos que las inventan" FranÇois Truffaut

jueves, noviembre 06, 2008

Orson Welles nunca quiso rodar Batman



Vicente Luis Mora y Alvy Singer (un nombre enmascarado) charlan sobre la esencia y accidentes de los tebeos-comics-novelas gráficas (táchese lo que prefiera el lector) Tengo sobre mi mesa "La muerte de Superman". Aún no he llegado a la resurrección y me estoy empezando a preocupar. He visto morir a Spiderman y al Capi América, a la Masa y la Cosa, al Dr. Manhattan y a Rorschach. Rorschach no me consta que haya vuelto de las eternas sombras (lo siento, pero los comics tienden a la grandilocuencia y el sentimentalismo)

Hace un par de años corrió el bulo por Internet de que Orson Welles tuvo un tiempo en la cabeza adaptar Batman. Como está de moda confundir la realidad con la ficción, una indigestión de lecturas apresuradas sobre mecánica cuántica, proliferan los engaños. Al estilo del que perpetró el propio Welles sobre la guerra de los mundos y que los periodistas, los golfos y vagos, han celebrado recientemente.

Otro al que le gustaban las distinguidas confusiones entre el aquí y el allá referencial era Borges que también era crítico de cine. Hace un tiempo publiqué su crítica de Luces de la ciudad. Hoy le toca a Ciudadano Kane:




Citizen Kane (cuyo nombre en la República Argentina es El Ciudadano) tiene por lo menos dos argumentos. El primero, de una imbecilidad casi banal, quiere sobornar el aplauso de los muy distraídos. Es formulable así: un vano millonario acumula estatuas, huertos, palacios, piletas de natación, diamantes, vehículos, bibliotecas, hombres y mujeres; a semejanza de un coleccionista anterior (cuyas observaciones es tradicional atribuir al Espíritu Santo) descubre que esas misceláneas y plétoras son vanidad de vanidades y todo vanidad, en el instante de la muerte, anhela un solo objeto del universo ¡un trineo debidamente pobre con el que en su niñez ha jugado! El segundo es muy superior. Une al recuerdo de Koheleth el de otro nihilista: Franz Kafka. El tema (a la vez metafísico y policial, a la vez psicológico y alegórico) es la investigación del alma secreta de un hombre, a través de las obras que ha construido, de las palabras que ha pronunciado, de los muchos destinos que ha roto. El procedimiento es el de Joseph Conrad en Chance (1914) y el del hermoso film The Power and the Glory: la rapsodia de escenas heterogéneas, sin orden cronológico. Abrumadoramente, infinitamente, Orson Welles exhibe fragmentos de la vida del hombre Charles Foster Kane y nos invita a combinarlos y a reconstruirlo.

Las formas de la multiplicidad, de la inconexión, abundan en el film: las primeras escenas registran los tesoros acumulados por Foster Kane; en una de las últimas, una pobre mujer lujosa y doliente juega en el suelo de un palacio que es también un museo, con un rompecabezas enorme. Al final comprendemos que los fragmentos no están regidos por una secreta unidad: el aborrecido Charles Foster Kane es un simulacro, un caos de apariencias (corolario posible, ya previsto por David Hume, por Ernst Mach y por nuestro Macedonio Fernández: ningún hombre sabe quién es, ningún hombre es alguien). En uno de los cuentos de Chesterton - The Head of Caesar, creo -, el héroe observa que nada es tan aterrador como un laberinto sin centro. Este film es exactamente ese laberinto.

Todos sabemos que una fiesta, un palacio, una gran empresa, un almuerzo de escritores o periodistas, un ambiente cordial de franca y espontánea camaradería, son esencialmente horrorosos; Citizen Kane es el primer film que los muestra con alguna conciencia de esa verdad.

La ejecución es digna, en general, del vasto argumento. Hay fotografías de admirableprofundidad, fotografías cuyos últimos planos (como las telas de los prerrafaelistas) no son menos precisos y puntuales que los primeros.

Me atrevo a sospechar, sin embargo, que Citizen Kane perdurará como "perduran" ciertos films de Griffith o de Pudovkin, cuyo valor histórico nadie niega, pero que nadie se resigna a rever. Adolece de gigantismo, de pedantería, de tedio. No es inteligente, es genial: en el sentido más nocturno y más alemán de esta mala palabra.


PD. Años después decía que no se acordaba de haber escrito nada sobre Ciudadano Kane.

PD. Watchmen, la peli




1 comentario:

El Miope Muñoz dijo...

Gracias por la mención! Sería curioso ver como reaccionaría Borges ante la Nouvelle Vague.