Realmente es Terminator
quién está movilizando una campaña para enmendar la Constitución y eliminar lo que se considera una discriminación no admisible en un país que ha hecho de la acogida a los inmigrantes una de sus señas de identidad. Arnold es un europeo que ha triunfado en los EE.UU. como antes que él, Fritz Lang, Murnau, Hitchcock, Billy Wilder, Michael Curtiz, Cary Grant, Vivien Leigh, Charles Chaplin o, actualmente, Wolfang Petersen, Sam Mendes y tantos otros. Y sería, además, el continuador de Ronald Reagan, un actor que siempre había tenido inquietudes políticas, rompiendo el cuasi monopolio que los miembros de la Ivy League tienen sobre la Presidencia (es sintomático como los izquierdistas de salón acostumbraban a menospreciar el origen de bambalinas del recientemente fallecido Reagan).
Schwarzenegger en su estreno como gobernador de California ha mostrado un limpio perfil libertariano: favorable a la economía de mercado, ha tomado importantes medidas para reorganizar un Estado contradictorio en el que chocaban medidas liberales como la libertad de producción de energía con regulaciones estatistas que imponían tarifas a las empresas de manera que estrangulaban la posibilidad de inversiones. Por otro lado, y enfrentándose al sector conservador de su partido, no se muestra reacio a medidas liberales que afectan al ámbito social, como la regulación de las parejas homosexuales o la investigación con embriones.
Por todo ello, mantegamos la esperanza de que otro actor libertariano llegue a la Casa Blanca.
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